He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 14 de enero de 2018

Homenaje a Pedro Cabrera Sánchez

Pedro Cabrera Sánchez es un buen y viejo amigo de Ángel, persona discreta y vitalista, profesor jubilado de Lengua pero, sobre todo, poeta con una increíble facilidad para las formas clásicas (en especial el soneto), para el ingenio, la humorada satírica, los juegos de palabras y la creación de neologismos, aunque él llame a su escritura -con desarmante e injusta modestia- "lírica artesana".


Su obra publicada se compone de los libros Albur (Proyecto Sur de Ediciones, 1999), Borrasca de otoño (A.P.A. Monachil, 2001), Decidle (Alea Blanca, 2008), Cincuenta sonetos de amor (Editorial Santa Rita, 2004) y Otros cincuenta (El Quid, 2012). Es autor, también, del Diccionario Lúdico-Patafísico del Español, obra que Ángel publicó por entregas, hace diez años, en el blog del Institutum Pataphysicum Granatensis en Ideal.es: una obra divertidísima, llena de desopilantes definiciones, que creo a la altura de El diccionario de Coll. Pedro Cabrera es, en definitiva, capaz de escribir glosas inmobiliarias, coplillas académicas, romances de la corrupción, quintillas de la tercera edad, villancicos del cambio de hora, sonetos al desembarco de Normandía, aleluyas postelectorales o romances a las dulzuras de la vida doméstica.

Aquí os dejo el prefacio que Ángel escribió para su libro Borrasca de otoño (junto con el collage que sirvió para ilustrar la portada) y una breve muestra del quehacer poético de Pedro Cabrera.


PREFACIO PARA BORRASCA DE OTOÑO


Bienvenidos a la Arcadia de las palabras, al seductor sortilegio, al placentero festín dispuesto por nuestro amigo, un malagueño que se siente granadino y se expresa en un castellano sabroso, pleno y tan rico que, en su poder, hasta las figuras retóricas no paren sino golosinas. “Te doy lo más valioso de mi boca:/ la palabra jugosa y ocurrente”. Pedro Cabrera abre por segunda vez el saquillo de gamuza donde atesora sus vocablos gozosos e ingeniosos y derrama ante nosotros -lectores afortunados- las cuarenta gemas que componen esta “borrasca de otoño”. 

Si en el libro anterior, Albur, los temas de su poesía eran sometidos a un tratamiento literario y estético sin concesiones, en estos nuevos poemas el clasicismo casi exacerbado de antes se humaniza, se encarna en un espacio y tiempo concretos, las palabras toman tierra atendiendo con generosidad a la llamada puntual de hechos, fechas y lugares poco transitados en la alta poesía: la Navidad en Villancico heterodoxo, la televisión en Telediario, el cambio de siglo en Diciembre 2000, la alegría del vino y el baile en Bar inaugurado y Cruces de mayo, y hasta la declaración de la renta en Pesadilla. El poeta disecciona este caleidoscopio temático con su bisturí envenenado de racionalismo a la par que desmentido por sus propios versos: “En nada destaqué, seguí sumiso/ las leyes del trabajo y la modestia/ que me impuso el mercado imperativo/ y la congénita escasez de genio”. En esta segunda gavilla de poemas, el autor no puede evitar hechizarnos con los sugestivos chispazos que escapan, a menudo, de su probada excelencia en el género de la poesía satírico-burlesca. Incluso a los versos más melancólicos se les adivina un condimento en ocasiones soterrado, el humor con su donaire epigramático y su carácter festivo. Véanse, por ejemplo, Que no o Sonetos eróticos para profesores de Lengua. El sujeto poético, pese a ser “portador del otoño” deseoso de contagiarlo al mundo, reconoce: “Liberado de toda servidumbre/ ahora, que puedo hacerlo, me sonrío”. 

Comparecen además en esta variada recopilación otras visiones, otros modos creativos que iluminan desde diversos ángulos “la nimia peripecia en que consiste/ la vida”: emotivos elementos autobiográficos en Fiestas de San Pedro y Recuerdo de mi padre; registros amorosos, a veces más allá del tiempo y del espacio, en Poema tardío de cancionero; la sobriedad expositiva de Cisma y A Pilar; los poemas cifrados en clave de homenaje, como esas evocaciones perfectas de Lorca en Muchacha y carámbano, de Alberti en Recuerdo de Alberti o de Borges en los sonetos Miedo e Insomnio

Entiende Pedro Cabrera la poesía como un claro diálogo con el sentido tragicómico de la vida -al que antes aludíamos-, matizado por una digna asunción del paso del tiempo, por una elegíaca celebración de la madurez. Poemas como La edad, Nuevo Testamento, Periódico viejo, Otoño íntimo o Balance nos muestran que la plenitud parece extinguirse pero que puede ser, de nuevo, vivificada por las palabras. 

Pasen y degusten la miel que destila un corazón “escéptico y artesano/ en bodegas de nostalgia/ con polen de desengaños”.

Alberto Savinio




INSTALADO EN EL CRUCE DEL PRESENTE

de un lado soy la herencia de mi vida,
la espesa colección abastecida
de mis años de senda precedente.

Del otro soy propósito impaciente
de indagar la región desconocida
que descubre su albur, no su medida
a mi contemplación insuficiente.

El mañana y ayer su vecindario
establecen en mí. Soy la frontera
que anuda su linaje fraccionario;

tasando la pasada carretera,
tramando el venidero itinerario,
soy una despedida y una espera.



HUMORADA LÚDICA Y CRUEL 

Para quien lanza un misil
y añade una llamarada
sobre una tierra quemada,
la vida es un vodevil.

Quien lamenta el proyectil
en su casa derribada,
piensa con razón ahumada:
mi vida es la vidavil.

Si adolescente gentil
casa con vieja cascada,
eso no es vida ni es nada,
eso es una bodavil.

Si el cuerpo mustio y senil
luce una prenda ajustada
se verán tras despojada,
uno y otro bodyvil.

Si en su etílico perfil
un borracho se pelea
y a su familia golpea,
es bebedor beodovil.

Si perfidia femenil
a una mujer aconseja
darle cielo a su pareja,
esa viuda es viudavil.

Si por alarde viril
cruzando un presunto vado
un hombre perece aguado,
se trata de un vadovil.

Si un guijarro mercantil,
de sonrisa falsa y muda
estafa en nombre de Buda,
el mentado es Budavil.

Si en películas tres mil
un actor se ha dedicado
a ser un matón malvado,
va de malo, vadevil.



ÁNGEL OLGOSO 

En la cadencia regia del verso alejandrino
quiero cantar el genio de un ángel -que es Olgoso-
mejor que el de la Guarda, pues nunca yace ocioso
en su colmena blanca de abad benedictino.

Con sus sagradas manos de orfebre o adivino
escribe condensado un cuento prodigioso,
cuyo discurso graba en folio escrupuloso
que al tacto de sus dedos se vuelve pergamino.

El verbo de la boca pronuncia con usura;
en cambio sus rubores de tímido son cientos
y a su elegancia sirven de roja cobertura.

Su profesión estriba en relatar portentos,
su vida verdadera es la mágica escritura
y Borges y Cortázar suspiran por sus cuentos. 


Eleonora Carrington

1 comentario:

  1. GRACIAS, ANGELO

    Me ha deparado una emoción intensa
    recibir a través de la distancia,
    como un don de tu pródiga elegancia,
    la luz que la reseña me dispensa.
    Mi vanidad, nunca dormida, piensa
    que, ese premio de súbita importancia
    que dais a mis alardes de ignorancia,
    es más que merecida recompensa
    de mis méritos pocos; es propina
    que gratifica el ejercicio añoso
    de mi terca querencia gongorina.
    Por el rescate atento y generoso,
    a tí y a los desvelos de Marina,
    os quedo agradecido, Ángel Olgoso.

    Pedro Cabrera.

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