He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 15 de julio de 2018

Presentación En la cárcel

El pasado lunes 9 de julio, en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, Ángel Olgoso presentó el libro En la cárcel. Los mejores relatos carcelarios del Certamen Conrada Muñoz (2010-2017). Lo acompañaron en la puesta de largo de la antología: Francisco José Carpena, patrono de la Fundación Sociedad y Justicia, Antonio Marín, portavoz del Certamen, y Juan Chirveches, coordinador del volumen.


La portada del libro es obra del pintor David Zaafra.
Os dejo con el texto de Ángel y con algunas imágenes del acto.




PRESENTACIÓN DE "EN LA CÁRCEL"



El mundo es un infierno, y los hombres se dividen en almas atormentadas y diablos atormentadores. La idea que Shopenhauer tenía de la organización de la sociedad humana -a la que veía oscilar como un péndulo entre el despotismo y la anarquía-, podría colgar perfectamente como una vitola del lomo de este libro insólito. Insólito no sólo por la temática, porque nos proporcione el negativo del orden establecido; porque obligue al lector a negociar con la cara oculta de la realidad, con su lado brutal o simplemente desafortunado; porque configure un delta al que van a parar existencias tristes y rabiosas que han ardido en su propio fuego; no sólo por sus atestados sobre los límites de lo aceptable, sobre la droga dura de las tentaciones, sobre el demonio de los impulsos destructivos, sobre el perpetuo combate contra el prójimo o sus bienes, sobre el mayor juego de dados que hay (el del nacimiento y la muerte); es insólito sobre todo por su origen, una admirable iniciativa de la Fundación Sociedad y Justicia, una asombrosa y benéfica labor de vasos comunicantes: difundir el arte y la cultura en el medio penitenciario y divulgar en la sociedad las actividades culturales generadas en estos centros por el entusiasmo de sus empleados públicos y por las capacidades de sus internos. Y este brote que ahora, tras ocho esmeradas convocatorias del premio, florece en forma de libro germinó como un continuado homenaje, como un sentido recuerdo a Conrada Muñoz, la primera víctima del terrorismo etarra en la provincia de Granada, asesinada por unos verdugos cobardes y crueles, sin empatía ni neuronas, profesionales de una violencia que se ha revelado inútil, como todas. Quizá tenía razón el filósofo alemán al pensar que el hombre es en el fondo una bestia salvaje, una fiera, y que por eso retrocedemos con horror ante las explosiones accidentales de su naturaleza.


Celdas como pequeños avernos, jornadas seriadas, patios como campos de batalla, voces como disparos, el tiempo como gotero, la esperanza como cielo, la justicia como ultraje, la condena como un muro, las cicatrices como el rítmico sonido de una porra sobre una puerta metálica, la redención como una mujer leal que te aguarda sin desfallecer. Bajo el denominador común del mundo carcelario, en este volumen candente encontramos una variedad que -según observa en su pormenorizado prólogo Francisco Gil Craviotto- a primera vista juzgaríamos imposible. En efecto, sorprende que un tema tan ceñido, que un espacio tan literalmente acotado, pudiese ofrecer tantos matices, tantas situaciones y puntos de vista, que por cierto poco tienen que ver con la imagen tópica de las prisiones en el cine.


La literatura es un animal montaraz que no cría en cautividad pero es también, a la vez, un hecho individual que la falta de libertad no puede matar. Todo en las páginas de este libro parece verdadero, nada parece novelesco en una esfera habitualmente inexplorada. Sus autores copian con exactitud la realidad en la anécdota, en los trazos psicológicos, en el tono de desafiante coloquialidad que despliegan para describir el tumulto de miseria, riñas y sufrimientos que ocupan a los personajes, gente luchando hasta que el alma se cae a pedazos, mientras la conciencia queda reducida a la mera supervivencia, a la voluntad de persistir. En su afán de consignar un ecosistema de vidas desdichadas o extremas, de ir a contrapelo de una existencia ordenada, convencional y respetuosa de las leyes, estos treinta relatos -premiados o destacados- dejan forzosamente una profunda impronta en la blanda tablilla de nuestra conciencia de sujetos civilizados, tal vez porque cualquier rasgo de autenticidad nos admira, igual que sentimos avidez por conocer la intimidad ajena. En su modo de operar con la atroz sordidez, con la tensión y las vejaciones entre semejantes, con las respuestas viscerales, con el miedo a no llegar a nada, con la desigualdad levantando vallas visibles e invisibles, los autores de esta obra colectiva crean a priori una estética oscura, escatológica, tremendista.


No obstante, es posible que -como pensaba Robert Penn Warren- la vileza del individuo, para ser amada, deba vestirse de gloria. Por eso, en estas historias, además de espeluznantes descensos a los infiernos, además de delitos, locura y desesperación, podremos encontrar talleres y bibliotecas, actos de piedad y de coraje, de consuelo y de salvación. En estas narraciones aprenderemos también el emocionante valor de la camaradería, de una palabra dada, de una caricia, de una oportunidad; aprenderemos a afrontar riesgos, a esperar el momento de una meditada venganza, a descubrir que la valentía y la cobardía se esconden bajo una misma vida, que las flores que se marchitan y las criaturas vulnerables que purgan sus pecados pueden emitir, en ocasiones, la luz de la ilusión, de la ternura natural, de la expansión del alma, de los afectos y los ensueños y de toda esa suave y confortadora corriente que constituye el misterio de la condición humana.


La mitad de los escritores (o la mayoría, si hablamos de los escritores realistas de nuestro país) siguen la involuntaria directriz que expresó el pintor Gustave Courbet con su pregunta: "¿Cómo quieren que pinte ángeles si no he visto ninguno en mi vida?". Sin embargo, hay otros escritores, algo más imaginativos, que prefieren la idea de Rémy de Gourmont: "Sólo se escribe bien de lo que no hemos vivido". Resulta difícil saber a quién pertenecen las peripecias narradas en esta antología, si están extraídas de vivencias reales, qué se añadió para convertir estos testimonios en ficción. En cualquier caso, la vocación literaria es un fuego que puede prender en el lugar más inhóspito. Con su descripción de una realidad desaseada, con sus protagonistas moviéndose entre el desbordamiento pasional y una dolorosa contención a causa de la condena o de la culpa, con sus ejercicios de estilo sinceros y retadores, lúcidos y airados, los treinta autores presentes en este libro han de sortear un peligro mayor que una navaja apoyada en la espalda o que un cerrojo que se cierra tras de ti: el de las cosas demasiado reales. Estas, cuando son excesivamente remachadas por su dimensión física corren el riesgo de convertirse en tragedia o, como dice Vila-Matas, tanta realidad puede acabar pareciendo una fantasía, una borrachera de realidad. Totalmente de acuerdo. Pero si bien es cierto que ese exceso folletinesco nos puede llevar a creer que la base materialista de la vida es la verdad fundamental, no es menos cierto que el único peligro letal para la creación verbal es la falta de calidad. Sin ella, la invención no es útil como promesa ni como magia que nos redima de nuestra anodina existencia; sin ella, la imaginación no es útil como instrumento para un gozo sin límites; y, sin ella, la literatura no es útil como desveladora de un sentido, de un destino que nos concierne a todos.


Este volumen recopilatorio -imprescindible ya de facto en el género carcelario-, además de articular un posible muestrario de los caminos por los que discurre el cuento actual, demuestra que entre los males de un establecimiento penitenciario no es el menor la sociedad en la que se encuentra. Y este capitalismo depredador, desbocado y autoritario en que estamos inmersos resulta tan esperanzador como una noche de Walpurgis. Presidio, jaula, gayola, buitrera, patio de Monipodio, Código Penal, hipotecas, moral, al fin y al cabo todos estamos presos en una cárcel más amplia, felizmente sometidos, todos estamos acostumbrados a este vis a vis con la suerte, todos estamos habituados a esta libertad vigilada.


Fotos de M. Tapia

4 comentarios:

  1. Angel, enhorabuena, muchas felicidades Maravilloso como todo lo tuyo.

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  2. Muchísimas gracias, querida amiga, por tus palabras, siempre tan estimulantes.

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  3. Un gran honor haber contado con tu brillantísima presentación. Agradecidos todos los trabajadores penitenciarios. Un abrazo, amigo.

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  4. Querido amigo, me alegra saber que ha gustado la presentación que escribí con la entrega que se merece una iniciativa tan interesante y una temática tan infrecuente en la literatura.
    Un fuerte abrazo,
    Ángel

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