He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

sábado, 25 de marzo de 2023

Breve Manual para lectores microfictivos

La editorial Eos Villa lanza mundialmente "BREVE MANUAL PARA LECTORES MICROFICTIVOS" dentro de su colección Literatura de las Américas, cuyo curador es el escritor argentino Piero de Vicari:

"Desde el mes de julio de 2018 hasta el mes de abril de 2019, se publicaron -a través de mi muro en la red social Facebook- diversas entrevistas que realicé a escritores hispanoamericanos dedicados al género microfictivo. Las mismas se dieron a conocer bajo el título “En pequeño formato: los microficcionistas tienen la palabra”. Cada uno de los autores convocados contestó un cuestionario base, brindando sus impresiones sobre esta modalidad narrativa. La pregunta que iniciaba la presentación de la entrevista (“¿qué rasgos identifican a la microficción por sobre el resto de los otros géneros literarios?”) fue un verdadero acicate para que cada entrevistado desgrane su pensamiento dejando definiciones y posturas enriquecedoras que bien pueden vislumbrar una futura (¿y concluyente?) definición de estas joyas literarias de lo ínfimo".

Aquí están las opiniones de 58 autores hispanoamericanos, entre los que me incluyo, para los amantes de la brevedad.

Link de descarga directa y gratuita:

https://drive.google.com/file/d/1ZHMstbpg02IuAGrikr5xCaPlceWbK9cj/view





jueves, 23 de marzo de 2023

Velorio Poético

Con nuestra gratitud a todos los que hicieron posible el LXII Velorio Poético de marzo en la sala Clasijazz de Almería. A Perfecto Herrera por convocarnos, a Jonathan García por su novedoso acompañamiento musical, a los presentadores del acto, a Antonio Almécija por las fotos y al público que asistió a este entrelazamiento de poesía y relato.













jueves, 9 de marzo de 2023

Reseñista en Cuadernos Hispanoamericanos

Me estreno como reseñista en el número de marzo de la revista Cuadernos Hispanoamericanos con un libro de relatos de la escritora mexicana Laura Baeza, "Una grieta en la noche" (Páginas de Espuma).



UN INFIERNO ANTES DEL FUEGO


POR ÁNGEL OLGOSO


    La publicidad editorial califica a este libro como «una revolución en la escritura mexicana». Aunque no sea ni mucho menos una revolución con cartuchos de fogueo, no creo tampoco que ponga patas arriba la literatura del país americano, tan poblada de colosos del idioma. Los seis largos relatos de Una grieta en la noche -realistas, tremendistas, de un expresionismo bien embridado, a veces desmedido pero nunca atrabiliario- tienen como vector narrativo la violencia extrema, los feminicidios, lo inquietante de los vínculos familiares, de las ausencias entendidas como esa extraña relación que se establece con un miembro fantasma, de las grietas como fracturas y, sobre todo, como heridas.

    El volumen, bajo la advocación de la célebre cita de Leonard Cohen, se abre y se cierra con dos esforzadas piezas: el monólogo de Quinto round remite inevitablemente a la viva oralidad pugilística del Torito de Cortázar. Y el que da título al libro, cuyo incendio alcanza parsimonioso al lector como ese fuego que le trepa por la pierna al tío Marcos, arma un laberinto de parientes, de hermanos que no se toleran, que se matan, que abandonan a los suyos, o de edificios en ruinas como las propias vidas de sus habitantes («la casa de los abuelos ya era un infierno antes de que el fuego y la pólvora le consumieran una parte»). Ambos relatos, excelentes, así como el resto de las historias, muy estimables sin llegar a ser extraordinarias, están lastrados por cierta morosidad, por el continuo reverbero de la aflicción, por su enfoque fatalmente ominoso y por la reiteración de espacios y personajes en el ámbito familiar. No obstante, Laura Baeza posee una voz sólida, una imponente fluidez conversacional, una especie de parquedad barroca, y sabe afinar sus instrumentos para adecuar los conflictos a la historia, para representar a la familia violentada y al cuerpo maltratado. Se trata de una literatura no complaciente y arriesgada, en general exenta de juicios, una narrativa del desasosiego y la desigualdad que aspira a quedarse en nuestra mirada, aunque no sabemos si se opera desde un dolor íntimo, desde la verdad, o desde la mera ficción. Acostumbrado al horror en estas páginas, el lector puede preguntarse si tal inmersión en la sordidez del alma humana responde a una coherencia vital o a una simulación estrictamente retórica. En cualquier caso, todo parece indicar que estos relatos son hijos del tener los ojos bien abiertos a la realidad: en alguna entrevista la autora se reconoce flâneuse (andar por las calles «alimenta mi literatura»).

    El duelo interminable por la muerte de una madre en el inquietante 22 días en la vida, con la extinción como forma de abandono o despedida; el olor a muerte persiguiendo al protagonista de Veladoras tras el salvaje asesinato por los narcosatánicos de la bruja Macaria del Mercado de Sonora («La pobreza no nos hace mártires»); las mujeres secuestradas, o Margarita, la niña que quiso volar, aventada por los robachicos en Lady Stardust, con su interesante alternancia temporal delimitada por paréntesis («la realidad olía a desechos», «éstos no son pueblos para tener hijos»); la hija desaparecida en Ruinas («Mi Todo ya había desparecido»), donde la indagación en una cotidianidad emotiva llega a resultar un tanto confusa. Personajes todos de vidas malogradas, habitantes del infierno, presencias fantasmagóricas que intentan retener desesperadamente el calor de los pequeños cuerpos, preservar el recuerdo de sus últimos días, perseguir rastros, atrapar olores y planes, engarfiar latidos y rutinas, atesorar nombres frente a las fauces del olvido.

    A pesar de cierta insistencia en golpear literalmente al lector, a pesar de que la urdimbre de terribles experiencias se densifica hasta el límite, la tensión que se genera da lugar a sensoriales paisajes afectivos y, gracias al acertado manejo del lenguaje por parte de la autora, la carga emocional se ve matizada en las páginas de Una grieta en la noche a través de la sugerencia, la reflexión, la evocación, lo que no se dice. En ellas, los personajes luchan contra el infortunio y el desamparo, luchan por sobrevivir a la familia o junto a la familia, siendo ésta un nido a la intemperie en el mejor de los casos o un tsunami en el peor. En ellas, lo atroz colapsa la razón, e interrumpe o erosiona los movimientos orbitales de las familias en función de la gravedad: lunas «que por la fuerza natural tienen que orbitar juntas», satélites errantes que se mueven al unísono, que colisionan o que se pierden en la oscuridad profunda. Aunque, como sabemos, al decir de Rulfo, nadie muere de verdad para siempre en México.

miércoles, 8 de marzo de 2023

Aproximación cognitiva a lo fantástico como vínculo

En la revista Brumal, en su número monográfico "Relato fantástico y cognición", Paolo Remorini ha publicado su artículo “Aproximación cognitiva a lo fantástico como vínculo: la teoría de las apercepciones. Definición y aplicaciones en relatos de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Ángel Olgoso”.
El artículo de Paolo, profesor de italiano en el Centro de Lenguas Modernas de Granada, desarrolla una nueva teoría acerca de la literatura fantástica denominada Teoría de las Apercepciones, con aplicación en relatos de Borges, Cortázar y un tal Ángel Olgoso.
Puede leerse aquí:
https://revistes.uab.cat/brumal/article/view/v10-n2-remorini



sábado, 4 de marzo de 2023

Bicéfalo


A veces lo inexorable malogra proyectos preciosos. Es el caso de BICÉFALO, el libro que en 2005 un servidor iba a publicar a cuatro manos junto a Antonio Fernández Molina, histórico de las vanguardias, sabio iconoclasta, poeta, narrador, pintor, grabador, crítico de arte. A los 77 años, desde el hospital zaragozano que ya no pudo abandonar, dio su consentimiento y me cedió -a través de su hija, Ester Fernández Echeverría- el dibujo para la portada y los textos: “Los cuatro dedos”, compuesto por 25 personalísimos textículos surrealistas, y la nouvelle “La hoja de la alcachofa es una lechuza (Homenaje a Arshile Gorky)”.

A. F. Molina fundó en 1951 la revista y colección de poesía Doña Endrina, frecuentó a los postistas y al Collège de Pataphysique, fue secretario personal de Camilo José Cela y secretario de redacción de Papeles de son Armadans. Creador incansable, escribió alrededor de cien libros entre narrativa, poesía, cuentos infantiles, ensayos y monografías sobre artistas plásticos. Arrabal lo consideraba uno de sus maestros y uno de los autores ‘pánicos’ de España. Fue también candidato al premio Principe de Asturias de las Letras.

Mi colaboración consistía en una selección de relatos breves y la introducción de “Bicéfalo”. Os dejo con ella:

“Las obras de Antonio Fernández Molina (como en su día las de Poe, Kafka o Borges) inutilizan, arrasan, pulverizan millares de anaqueles que contienen todas las páginas pomposas, solemnes, convencionales y rutinarias de sus contemporáneos. Sólo la condición marginal de este creador, provocada por la ceguera de críticos, voceros y lectores, ha impedido que lo anterior sea algo comúnmente aceptado. Artista proteico, arúspice socarrón, iconoclasta y sorprendente, A. F. Molina no guarda compostura, escribe sobre el reverso de papeles ya usados, dibuja tendido en la cama o encima del manillar de una bicicleta, lleva al lector en volandas, tiene el don de la ubicuidad pese a que las setas que han crecido a su alrededor no le dejan andar, es un fecundísimo árbol del que cuelgan relatos, novelas, poemas, pinturas, dibujos, ensayos, críticas de arte, traducciones, antologías y revistas. Sus piezas literarias se ramifican hasta confundir las fronteras entre géneros, fortalecidas además por la nutritiva savia de las vanguardias: el postismo, el absurdo, el expresionismo, lo onírico, la Patafísica, el surrealismo, lo naif, el irracionalismo.

Cuando en los años setenta leí por primera vez algunos textos suyos (y los de Ferrer Lerín y Manuel Pacheco, otros grandes olvidados), supe que me había inoculado para siempre su insobornable fervor imaginativo, su deseo de subversión de la realidad, y deseé con cierto ímpetu que sus pasos me llevaran en la dirección correcta, esa que aleja de la mercadería pedestre y de la prosa embalsamada. Compartir el espacio de este libro con A. F. Molina es un honor bastante impresionante que acepto gustoso, pues no existe mejor compañía que la inventiva y la originalidad verdaderas”.

(Ángel Olgoso)