He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

jueves, 20 de octubre de 2022

Discurso de recepción del Premio Andalucía de la Crítica por "Devoraluces"

“Muchísimas gracias a todos por vuestra presencia, al Patronato de La Alhambra, al jurado de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios con su presidenta Remedios Sánchez al frente, y a Francisco Morales Lomas por la generosidad de su glosa. Me disculpo por tener que leer: muchos ya sabéis que me horroriza improvisar y, como me temo que me ha tocado el papel de paladín del relato, voy directamente al grano.

El cuento no es una poda ni una suma de poquedades, sino un arte mayor en un formato menor. Nada hay comparable al placer, la emoción, la intimidad que procura el regalo más valioso: el érase una vez, la dulcísima miel de las historias -que nos ayudan a afrontar los desafíos de la vida-, la delicada urdimbre del lenguaje, el sagrado fuego de la palabra, el aura de los cuentos desovillados primorosa y fascinadoramente, esas crisálidas que se abren al contacto con el lector, esas piedras pulidas por la concisión y la intensidad y que nimban de interés al género. Aunque Kant afirmara que lo posible no se convierte en real al nombrarlo, tengo la firme convicción de que la imaginación es omnipotente y puede sostener la realidad, puede conmover, seducir o inquietar, dar cuenta del mundo y conferirle un sentido. Y es que el artista da comida de lo que no existe para que la gente se alimente.

Premios como éste ayudan a visibilizar un género casi invisible pero ancestral y de fulgor palpitante, capaz de abarcar tanto el arcano más hondo de las más sencillas y minúsculas cosas como las mayores complejidades cósmicas, a sacarlo del circuito de menosprecio y malentendidos, a que todos los lectores dejen de ver a los autores de cuentos como gente empeñada en llevar el traje dos o tres tallas más pequeñas. Y, en lo personal, con unas gotas de orgullo, unos litros de vergüenza y un quintal de alegría, agradezco de corazón a la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios que haya vuelto a reparar en mi obra. Este es un momento muy especial de mi trayectoria creativa (no sé si un cambio de rasante o una encrucijada) y me siento muy honrado de que hayan distinguido los castillos verbales de Devoraluces -cuyo verdadero Big Bang es Marina Tapia-, aunque lo recibo sobre todo como un estimulante colofón a una labor larga, sostenida y solitaria de más de cuatro décadas de cultivo ininterrumpido del relato; un trabajo de disciplina casi prusiana que mi hermano Miguel A. Zapata, felizmente aquí presente, sintetizó de manera preciosa hace muchos años como “una nave cargada de estrellas y calaveras”.

Devoraluces es un viaje y un homenaje a las fuentes primigenias del cuento (Homero, Las mil y una noches, El Quijote...), una despedida de la ficción como heredero agradecido y, al mismo tiempo, una puerta entreabierta al futuro, simbolizada en el último texto del libro.

En situaciones tan gratas como ésta (más grata aún por desarrollarse bajo la sombra asombrada de nuestra Granada), es inevitable evocar las palabras de Juan Rulfo al recoger el Premio Nacional en 1970, rogando que no se le guardara ningún resentimiento: “Si estamos aquí, pobres de nosotros, tal vez se deba a que tenemos algunas virtudes que ni nosotros mismos conocemos”.

En cualquier caso, la miopía te hace individualista a la fuerza: te ves perfectamente a ti y ves borrosos a los demás. Quizá por eso uno sabe cómo se siente: un poco como un loco de los cuentos, como un iluso que intentara avistar esos milagros que hay a mares sin que nos demos cuenta, como un técnico de I+D que ensayara una astronomía de formatos imaginativos, excursiones al abismo, vertiginosos bucles, caprichos del sueño o visiones perturbadoras. Como digo, esta encomiable y rigurosa iniciativa de la Asociación favorece una literatura orientada a la excelencia, propicia la existencia de una punta de ariete que abra paso literario al futuro, de un puñado de autores exigentes (como los que hoy nos acompañan), de argonautas en busca de lo nuevo para los que escribir sea un fin y no un medio, capaces de potenciar tentativas arriesgadas de forma y pensamiento, de encender las palabras, de producir una sacudida medular en el lector, de adentrarse en el país desconocido de la conciencia, de dejar una estela de emoción, de ofrecer el hechizo del arte y, además, una verdad que inspire o ilumine, como ocurre con los clásicos.

Somos seres efímeros y, por ello, siempre buscaremos la embriaguez y la revelación de una historia eterna, siempre anhelaremos un buen arranque para un cuento embelesador, para un cuento mágico, para un cuento extraordinario, para un cuento como promesa de misterio, para un cuento sin fin. Muchas gracias”.

Ángel Olgoso







sábado, 15 de octubre de 2022

Entrega del XVIII Premio Andalucía de la Crítica

El martes 18, a las 18 horas, en el Palacio de Carlos V (Sala de Conferencias de La Alhambra) se procederá a la entrega del XVIII Premio Andalucía de la Crítica. A pesar del innato pudor y natural vergüenza, resultará extremadamente vigorizante estar en compañía de la honra y prez del gremio: mi hermano Miguel A. Zapata premiado en novela (nuestro vibrato coincide desde hace años), Diego Vaya en poesía y Joaquín Fabrellas en ópera prima, prevaricadores todos del buen lenguaje. Tras quedar finalista con Los demonios del lugar y Los líquenes del sueño y ganador con Las frutas de la luna y Devoraluces, siempre es una alegría saber que las pálidas creaciones de uno (por muy oscuras que parezcan a veces) son recibidas con favor en estas riberas. Ello contrarresta un tanto la inherente fatalidad del artista, que en ocasiones recibe de los dioses alguna merced. Gracias una vez más a la inestimable labor cultural de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, ahora con Remedios Sánchez al frente.



domingo, 2 de octubre de 2022

Reseña de "Bestiario" por Miguel Arnas Coronado

Comparto la magnífica reseña de “Bestiario” que Miguel Arnas Coronado (gran escritor de grandes libros grandes, gran patafísico, gran amigo, gran persona, de las que insuflan un poco de alegría al horror del mundo) ha publicado en La Página de los Libros, de Ideal. Mil gracias, querido Miguel.


ANIMALES SUGESTIVOS, PALABRAS FASCINANTES

Miguel Arnas Coronado


Valéry habló de la ‘parole juste’, la palabra precisa, tanto en el sentido de exacta como en el de necesaria. Necesaria para decir exactamente lo que se quiere decir. Esa es la característica de la prosa de Olgoso. Y ese es el auténtico protagonista de este libro, como de otros anteriores: el lenguaje. Los temas de los cuentos son subsidiarios, pero lo son como esos actores secundarios que, a despecho de su condición de anexos, consiguen el Óscar.

En este caso, Olgoso se centra en pequeñas narraciones sobre animales, tanto reales como soñados, ficticios o fantásticos. Hay pesadillas, sí, como nos tiene habituados: onirismos alteradores del ritmo cardiaco, pero también hay animálculos e incluso monstruos bondadosos que despiertan en el lector, no la carcajada vulgar, sino la sonrisa cómplice.

Maestro del microrrelato, sin duda uno de los mejores en nuestra lengua, Olgoso crea un lenguaje propio, inconfundible, lleno de imágenes portentosas, metáforas brillantes. Un lenguaje que a uno le impulsa a releerlo, a relamerse, a gozar como quien observa y admira un diamante facetado en el que se refleja lo existente y lo incierto, un diamante que luce en el cuello de una bella dama: nuestra lengua. Capaz de crear mundos, no se inhibe, solo se contiene y construye miniaturas. Olgoso se hace tigre en sus relatos, deviene perro, narval, pulga, camaleón o cocodrilo, y nos sorprende con finales luminosos como lo es el rayo, que ilumina y destruye, aunque lo que dicho rayo se digna destruir es nuestra monotonía, nuestro romo realismo. Se recrea más en las cucarachas que en los mininos, cierto, porque es kafkiano, no edulcorado: un gatito melindroso puede convertirse, en una de las narraciones, en pesadilla amenazante que se aproxima sinuosa con siniestras intenciones. O unos dinosaurios pueden entretenerse, a la espera de la extinción, en discutir sobre teoría literaria utilizando conceptos abstrusos que generan la hilaridad (comedida, como dije) de quien se atreve a merodear por entre estos cuentos.

¿Antecesores, inspiración? Olgoso tiene muchos, pero Olgoso es Olgoso. Porque nadie pule las palabras como él, nadie deja la frase como acabada de nacer. Y es con esa arma, el lenguaje, que sus animales se vengan de la condición vasalla a la cual los hemos condenado. 

Algunos cuentos eran ya conocidos de anteriores libros, pero retornar sobre ellos es grato, y encontrárselos nuevos, sin conocer esas antiguas entregas, es adentrarse en el marasmo de su forma de narrar que, no solo es eficaz, sino también sabrosa. Dije en una ocasión que Olgoso me recordaba a Spinoza puliendo sus lentes. En el prólogo de Fernández Bustos se habla de labor de taracea. Todo es cierto: su prosa no es solo arte, sino también artesanal, extraordinaria, bella.