He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 29 de enero de 2023

Lilian Cheruse y "Bestiario"

Con mi gratitud hacia la querida amiga y escritora argentina Lilian Cheruse por sus lindas palabras sobre “Bestiario”:

“BESTIARIO es más que una pintura fantástica, más que una colección de animales-humanos o/y humanos- animales. Representa posibilidades genéticas desconcertantes, mixturas creativas, textos imbuidos de extrañeza. Bestiario es un juego exquisito de la palabra y de la mente. Los personajes están vivos y tienen identidad. Pueden trocarse o mutar en uno o varios modelos, no hay límite de posibilidades: volverse humano o animal o vegetal o cohabitar identidades. Las personificaciones nos sorprenden durante el desarrollo del texto y en sus finales. El tono también puede conformar una delicada sorpresa imaginaria, una sátira despiadada, una humorada o azotarnos con el horror. He marcado la mayoría de los relatos como mis favoritos, donde incluyo las historias protagonizadas por perros. Ellos y sus ojos me dicen que tienen alma de humano. BESTIARIO lleva un prólogo esclarecedor, pero la clave la inscribe Ángel en el último texto, porque este libro es más que una colección de estilos con sus seres creados. Esta obra es un mensaje contundente sobre la existencia y sobre ese misterio de posibilidades del universo desconocido, es un puzle donde se tocan dimensiones, tiempo y espacio. Esa caldera de la vida inexplicable...”.






jueves, 26 de enero de 2023

"Algunas dificultades", exposición de Antonio Dafos

Muy sugestiva la exposición de Antonio Dafos (escritor y artista casi secreto, amén de amigo patafísico) en la Corrala de Santiago. Unas exquisitas nupcias entre la imagen y la tipografía. Mediante diversas series y con distintos formatos, texturas y materiales, Antonio Dafos despliega su minimalismo conceptual a la vez inteligente e irónico, sorprendente e inquietante. “Emblemas”, “Caligramas”, “Fotomontajes”, “Caligramas fotográficos”, “La tiranía de Babilonia”, las cajas de “La habitación del ermitaño” (que recuerdan a las de Joseph Cornell), dibujos, alguna escultura natural (un fascinante rizoma alado), anuncios patafísicos, el primer número de la revista “GOG. Poesía y libelo”, una “Carta de palabras para comer”, entre otras obras, trampantojos e intervenciones mínimas sobre la realidad, conforman esta muestra totalmente recomendable. Estará abierta hasta el 10 de febrero.











viernes, 20 de enero de 2023

Artículo de Paolo Remorini en la revista Brumal

    Mil gracias al querido amigo Paolo Remorini por incluirme -con tan buena compañía- en este trabajo recién publicado en la revista Brumal.
    Ya en 2011 tuve el privilegio de que dedicara a un servidor su tesis doctoral en la Universidad de Pisa, “Il fantastico nella narrativa di Ángel Olgoso”.
    Os dejo con el resumen y un extracto.



Aproximación cognitiva a lo fantástico como vínculo: la teoría de las apercepciones. Definición y aplicaciones en relatos de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Ángel Olgoso
Paolo Remorini
Universidad de Granada


Resumen. Con este trabajo desarrollamos y damos a conocer una nueva teoría de lo fantástico denominada teoría de las apercepciones. Teniendo en cuenta las investigaciones de las ciencias cognitivas de las últimas décadas, sobre todo las relacionadas con la simulación encarnada, las neuronas espejo y el espacio de intersubjetividad, definimos lo fantástico como el vínculo que puede surgir de un desfase de las apercepciones como anomalía, alteración o transgresión de al menos uno de los niveles cognitivos y hermenéuticos que operan en cada experiencia narrativa. 
El enfoque cognitivo permite asimismo superar las críticas sobre lo fantástico como posible género literario autónomo o como modalidad narrativa que se implanta sobre distintos tipos de narración, mientras que cobra importancia el grado de profundidad del vínculo fantástico entre las apercepciones del lector y el texto. A tal fin, presentamos un posible esquema analítico de investigación de textos narrativos.

Palabras llaves: fantástico; ciencias cognitivas; apercepciones; simulación encarnada; intersubjetividad.


Vínculo expansivo: lo fantástico como transgresión

Indicamos como transgresión el vínculo expansivo que surge en un determinado nivel y que
termina por expandirse hacia otro(s) nivel(es) y otra(s) secuencia(s).

Para ver las implicaciones de dicho vínculo, analizaremos el cuento “Relámpagos”, de Ángel Olgoso, que pertenece al libro Los demonios del lugar, publicado por Almuzara en 2007. (10) La elección de este cuento se debe a la concatenación de distintos vínculos fantásticos con la cual se
estructura la narración y que llega a afectar de forma espiral los tres niveles.
Transcribimos el texto completo.

Un rayo fulminó nuestro palo mayor, arrojándome a la helada negrura de las aguas. Olas como cordilleras arremetían contra el barco, que crujía y cabeceaba espantosamente, guiado a la condenación de las rocas de bajío. La corriente me arrastró hasta el fondo, entre bocanadas, con la vista fija en las trombas de espuma de la superficie que se alejaba, hasta que unos brazos atraparon con fuerza mi cabeza y me devolvieron al aire. La matrona, bajo la cegadora luz del quirófano, dio unas vigorosas palmadas en mi espalda de recién nacido, depositándome sobre el pecho de mi madre, que sudaba y jadeaba aún por la dificultad del parto. Redoblé mi llanto, deslumbrado por la blancura del lugar, pero reconocí entonces el gorgoteo de un alimento invisible. Convergía hacia dos boyas que se mecían en la suavísima resaca, llamándome. Atrapé con furia aquellos pezones maternales en busca de una promesa de saciedad. Mi lengua bordeó los senos, descendió luego por un costado, invadió impetuosa los muslos y se demoró en el centro magnético del cuerpo de mi amante. Ya de madrugada, el rumor de su marido tras la puerta me empujó despavoridamente bajo la cama. Me latían las sienes. Petrificado entre los muelles y la alfombra de felpa, la vergüenza dejó paso al enojo. Renuncié a la seguridad de un horizonte de zapatos y tiempo estancado y asomé fuera la cabeza. Una de las balas enemigas hizo rechinar mi casco, devolviéndome al barro de la trinchera. Demonios de humo danzaban en la noche. Las explosiones de mortero se sucedían sin intervalos ante aquel lodazal ensangrentado. Recobré mi fusil, rugiendo de desesperación y sed irrefrenables, me afirmé sobre los pies y apunté impulsivamente hacia la llanura. Mi disparo derribó al asesino de mi hijo mientras se celebraba el juicio por el crimen. Hubo en la sala agitación de bombines y cuellos de celuloide, pero ese acto alivió mi cólera y mi amargura y pude rememorar por fin, sin estremecerme, su rostro tan grave para un niño de nueve años. Los guardias del tribunal me inmovilizaron de inmediato, obligándome a sentarme con cierta rigidez. Ajustaron después las correas de la silla eléctrica contra mis miembros. Cerré los ojos, como si ello me permitiera eludir la ejecución o creyese vivir en la linde un sueño interminable. Cuando alguien accionó los conmutadores del cuadro, la descarga bramó salvajemente a través de mi piel calcinada, fluyó por los muros de la penitenciaría, retornó a las alturas y perduró allí hasta asimilarse a un rayo que fulminó nuestro palo mayor, arrojándome a la helada negrura de las aguas. (Olgoso, 2007: 15-16)

    El relato consta de siete secuencias, desarrolladas cada una en pocas frases (la última secuencia, en la frase final), que representan momentos significativos en la vida de un hombre.
    Cada momento se forma gracias a la resignificación del sentido del discurso narrativo que dibuja el momento anterior. Así, el nacimiento descrito en la segunda secuencia (11) surge literalmente de la expresión «hasta que unos brazos atraparon con fuerza mi cabeza y me devolvieron al aire», que en el primero (12) representa la esperanza de salvación de un náufrago. La relación amorosa del protagonista con una mujer casada de la tercera (13) es la continuación adulta de la «promesa de saciedad» con la que el niño fue amamantado. El combate en guerra de la cuarta (14) comienza en el momento en que sale del precario escondite de la casa del amante («asomé fuera de la cabeza»). Los disparos de la batalla («me afirmé sobre los pies y apunté impulsivamente hacia la llanura») sirven a la venganza consumada en la quinta. (15) Hasta la sexta escena (16) de la ejecución judicial (anunciada por la detención en el aula del tribunal, «me inmovilizaron de inmediato, obligándome a sentarme con cierta rigidez»), que termina con las mismas palabras del principio del relato (la última secuencia, «un rayo que fulminó nuestro palo mayor, arrojándome a la helada negrura de las aguas»), en un movimiento circular que, por un lado, encierra toda la línea de vida de un hombre (desde el nacimiento hasta la muerte), y por otro activa mecanismos que cambian la perspectiva de toda la narración.

    Resumimos lo expuesto en el siguiente esquema analítico:

...

Figura 8. Esquema analítico de “Relámpagos”.

Podemos apreciar cómo a través de la polisignificación (el significante se traslada a otro contexto, otorgándole un significado distinto y configurando una epanalepsis horizontal de la acción) (se producen vínculos expansivos que permiten a los elementos fantásticos de traspasar los niveles (en concreto, el nivel lingüístico se expande hasta el nivel narrativo), readaptándose en cada nueva secuencia.
Finalmente, la última secuencia produce además un cambio paradigmático (metalepsis horizontal del personaje). Al releer el texto (algo que sugiere la propia circularidad del relato), observamos de hecho cómo el orden secuencial de la narración, que representa los distintos pasajes de la vida del protagonista, se configura como la sucesión de flashbacks (anticipados por los "relámpagos" del título) de esa misma vida que tienen lugar en la mente del protagonista durante los
momentos previos a su muerte, sino (la repetitividad de todo el discurso narrativo no tiene en realidad un cierre final) como representaciones oníricas repetidas e inofensivas (o incluso como alucinaciones delirantes). De aquí la indecisión epistemológica y ontológica final que conlleva el cambio de paradigma.
Cualquiera que sea la interpretación más convincente (decisiva en este sentido es la acción hermenéutica que Olgoso deja en mano del lector, que debe evaluar cuidadosamente todas las conexiones), podemos ciertamente apreciar la forma en que el núcleo narrativo de la historia (toda la vida de un hombre) se esboza en breves secuencias que consiguen representar un mundo propio, interno y autosuficiente (condensación del discurso), a la vez que sugieren y crean una narración y desarrollo interpretativo externo a este mundo (analogía).

Conclusiones

A lo largo de este trabajo hemos intentado dar cuenta de cómo los avances neurocientíficos sobre la simulación encarnada y las neuronas espejo, relacionados con las cognitivas capacidades sociales de interpretar e interrelacionarse con los demás, implican la configuración de un espacio de
intersubjetividad donde se materializa el acto de lectura y donde se actualizan las apercepciones previamente condicionadas por distintos factores. La secuencia de decodificación y recodificación de los signos gráficos y las asombrosas evidencias sobre el proceso bidireccional visivo ojo-cerebro,
han evidenciado el papel de las apercepciones, incluso en este ámbito, y la importancia cognitiva de
las anomalías lingüísticas y paradigmáticas.
De esta forma, hemos propuesto nuestra teoría de las apercepciones sobre lo fantástico como
vínculo que puede surgir a través de anomalías, alteraciones y transgresiones en cualquiera de los niveles cognitivos implicados con la lectura, ofreciendo también un esquema analítico de investigación que permita analizar los textos narrativos.
A través del análisis de algunos casos concretos, consideramos demostrado el papel que las apercepciones desarrollan en la creación de vínculos fantásticos determinantes en los procesos cognitivos y hermenéuticos de textos fantásticos.
No cabe duda que habrá que profundizar en los distintos asuntos surgidos a lo largo de este artículo, que no deja de ser un estudio introductorio sobre la cuestión, pero consideramos que el enfoque cognitivo propuesto nos permite, a través de la secuenciación de los textos y la averiguación del tipo de vínculo que se va instaurando como desfase de las apercepciones entre el lector y el texto, superar y encauzar de otra forma los debates sobre el estatuto genérico o la configuración como modalidad narrativa que acucian la crítica relacionada con lo fantástico desde el trabajo de Todorov en adelante. Queda, por supuesto, ahondar en el análisis de otros textos y remarcar cómo los vínculos fantásticos configuran la lectura y la interpretación de las distintas narraciones, y queda abierta también para futuras investigaciones la posible diferenciación cognitiva
de vínculos entre realismo mágico y narraciones fantásticas.

10 Trazamos ya en el pasado un recorrido acerca de las múltiples facetas del autor granadino en el artículo “Fondamenti della poetica di Ángel Olgoso” (Remorini, 2012).
11  Cuatro frases: «La matrona, […] una promesa de saciedad».
12  Tres frases: «Un rayo […] me devolvieron al aire».
13  Cinco frases: «Mi lengua […] asomé fuera la cabeza».
14 Cuatro frases: «Una de las balas […] hacia la llanura».
15 Tres frases: «Mi disparo […] cierta rigidez».
16 Tres frases: «Ajustaron […] a la helada negrura de las aguas».


domingo, 15 de enero de 2023

Cioran, zarza ardiente

Comparto aquí mi texto sobre Cioran:



CIORAN, ZARZA ARDIENTE

Ángel Olgoso


    Emil Cioran es un ser tan particular, a la vez tan único y tan contradictorio, que su pensamiento o atributos se prestan con facilidad a ser sintetizados mediante epítetos rotundos, categóricos y sumamente plásticos. De hecho, el título de esta intervención, “Cioran, zarza ardiente”, podría ser igualmente “Cioran, ácido sulfúrico”, “Cioran, apóstol del nihilismo”, “Cioran, filósofo feroz”, “Cioran, Diógenes del siglo XX”, “Cioran, lumbrera del cinismo”, “Cioran, ogro cariñoso”, “Cioran, seductor sin esperanza”, “Cioran, apátrida irreductible”, “Cioran, elixir de podredumbre”, “Cioran, ateo furibundo”, “Cioran, lupa descarnada”, “Cioran, vivero inagotable de flores sombrías”, “Cioran, sorbos intempestivos”, “Cioran, alegría de la mañana”, “Cioran, silogismos de amargura”, “Cioran, rugidos de león enjaulado”, “Cioran, maestro del aforismo”, “Cioran, profeta de la deseperanza”, “Cioran, provocador”, “Cioran, ojos como bisturíes”, “Cioran, cuando la nada lo es todo”, “Cioran, una anomalía”, “Cioran, resistente a la modernidad”, “Cioran, vándalo”, “Cioran, dialéctico fragmentario”, “Cioran, admirable independencia”, “Cioran, místico sin Dios”, “Cioran, implacable escéptico”, “Cioran, una brevedad insultantemente poética”, “Cioran, pesimista radical”, “Cioran, oscuridad fascinante”, “Cioran, sismógrafo del alma humana”, “Cioran, lógica de hiel”, “Cioran, enemigo de Dios, el Hombre y la Vida”, etc.

    El filósofo franco-rumano no pretendía ser un filósofo ni fundó ningún sistema filosófico, sino que se basó en una literatura autobiográfica que se sostenía por la radical lucidez de sus reflexiones, por la belleza glacial de su estilo, por lo ominoso de sus obsesiones, por su audaz sinceridad en definitiva. Para este coqueto del dolor y la aflicción, para este instigador de una obra al mismo tiempo despiadada, reconfortante y conmovedora, para este bárbaro que aspiraba a reducir a cenizas cualquier signo de civilización, vivir era una maldición, “una combinación de química y estupor”, una caída sin fin, una derrota irreversible. Y admitirlo es un gesto que lo honra. Hannah Arndt aclaró que vivir es poder indignarse. Y Cioran se aplicó a ello con una determinación compulsiva, desmedida, desde su primer libro, En las cimas de la desesperación, de 1934. Para él, escribir era una enfermedad, la manifestación irremediable de su malestar existencial, pero también un refugio al desprecio que le provocaba vivir. André Gide, que en Los nuevos alimentos había ensalzado el milagro cotidiano del existir, ya deploraba que algunos hombres abominen de la vida porque su duración sea cruelmente breve: “¿Vas a desdeñar -decía Gide- ese hermoso país que estás atravesando, vas a rechazar sus encantos porque pronto han de serte arrebatados? Cuanto más rápida sea la travesía, más ávida debe ser tu mirada; cuanto más precipitada sea tu huida, más súbito debe ser tu abrazo”. Y añade Gide, descartando el egoísmo, pues la dicha sólo es legítima cuando se comprate: “Mi felicidad consiste en aumentar la de los demás”. Cioran, sin embargo, que no creía en nada ni en nadie, sostenía que no hay especie más desdichada que la humana, que hubiera sido mejor no haber nacido nunca, que los hombres no son más que “gotas de saliva que escupe la vida”, que los libros no sirven para aprender: “Yo creo que un libro debe ser realmente una herida, debe trastornar la vida del lector de un modo u otro. Mi idea al escribir es despertar a alguien, azotarle. Puesto que los libros que he escrito han surgido de mis malestares, para librarme de mis obsesiones y tensiones, es preciso que transmitan eso mismo al lector. No me gustan los libros que se leen como quien lee el periódico, un libro debe conmoverlo todo, ponerlo todo en cuestión”. Sorprendentemente, en una entrevista de 1983, Cioran situó el origen de su pesimismo en el paso de la adolescencia. La clave fueron sus insomnios: “Si he percibido ciertas cosas en este mundo, es porque tuve la suerte de no poder dormir. Me di cuenta de que la vida es soportable gracias al sueño. Cada mañana, tras una interrupción, comienza una nueva aventura. El insomnio, que suprime la inconsciencia, obliga a veinticuatro horas de lucidez. La vida sólo es posible si hay olvido”.

    Cioran hacía asimismo referencia a su constante hastío, a sus días dominados por la experiencia del tedio: “El vacío está en uno y fuera de uno. Todo el Universo queda aquejado de nulidad. Nada resulta interesante, nada merece que se apegue uno a ello. El hastío es un vértigo, pero un vértigo tranquilo”. Plasmar sus inconformidades le hacía sentirse liberado a Cioran, y un poco más conforme. Llegó a aconsejar lo siguiente: “Hagan el siguiente ejercicio, cuando odien a alguien y sientan ganas de liquidarle, cojan un trozo de papel y escriban que Fulano es un puerco, un bandido, un crápula, un monstruo. En seguida advertirán que ya le odian menos. Es precisamente lo mismo que yo he hecho respecto a mí mismo. He escrito para injuriar a la vida y para injuriarme. ¿Resultado me he soportado mejor y he soportado la vida”.

    Debo confesar que los Cuadernos de Cioran fueron mi única lectura durante el confinamiento y, paradójicamente, y aunque a priori no parezca la mejor recomendación para semejante situación, resultó de lo más refrescante, ideal para esos días extraños tal vez porque sus palabras derraman hielo sobre las certezas humanas. Este libro crea una comunicación especial (recordemos que son sus cuadernos privados y que se publicaron póstumamente) hasta el punto de que el lector se sorprende a sí mismo subrayando casi cada línea de las mil páginas de manera apremiante. Cioran sabe hacer adictivo su nihilismo y el lector empatiza con él, con su inacabable variación de un único tema. Es como una lluvia suave pero persistente que acaba calando hasta los huesos. La magia minimalista de Cioran opera por acumulación, por abundancia: sus frases inequívocas, dolorosas, imperativas, nada complacientes, reflejan nuestro desamparo sin paños calientes, y conviene leerlas a sorbos pues se diría que tienen peso atómico. Además, cuando se topa uno en sus Cuadernos con una anotación esperanzadora, el encuentro produce, por contraste, un inesperado gozo. Tanto, que resulta muy tentador quedarse a vivir en esta obra. A Cioran, que se definió como “una marioneta rota cuyos ojos hubieran caído dentro”, no le importaba molestar y solía meter el dedo en muchas llagas. Como hombre libre, también habitaban en él las contradicciones lógicas en alguien que se sentía como un despojo, incomprendido e irreal, que creía que todo es engaño, que la verdad no era sino una ficción más y que el hombre no está hecho para sostenerla. Fantaseó con el suicidio y, no obstante, desarrolló una actividad intelectualmente incansable. Quizá porque pensaba que “el ser humano está enamorado de sus taras y no puede reprimir el impulso de compartirlas”.

    Pese a todo lo anteriormente expuesto, podría ser que el literato sobreviva al filósofo. Sus libros no se inscriben precisamente en el género de la Consolatio, esa oratoria ceremonial de la consolación; al contrario, sus libros te agarran por la pechera, te zarandean la mente y las vísceras, te sajan limpiamente el cuello, te golpean en la cabeza como quería Kafka: “Necesitamos libros que nos afecten como un desastre, que nos duelan profundamente como la muerte de alguien que quisimos más que a nosotros mismos, como estar desterrados en los bosques más remotos, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. Puede parecernos que Cioran tiene, en su fondo, aroma a Schopenhauer y, en su forma, a Jules Renard. Aunque él mismo reconoce que siempre ha preferido a Lichtenberg, Chamfort o a Joubert: “Por temperamento -dice Cioran-, porque tampoco han logrado liberarse de la concisión, ya sea por pudor o por esterilidad, y quisieran decirlo todo en una página, en una frase, en una palabra”. Este desarraigado, que se exilió en París y en otra lengua, la francesa, que detestaba el clima intelectual de la ciudad y gustaba de recorrer el país galo en bicicleta, no quería ser rumano, y estuvo a punto de ser español: se reconocía en nuestro destino, en nuestra senda de decadencia, y le fascinaban los excesos de la cultura ibérica, el éxtasis de santa Teresa, la locura, la voluptuosidad, la conciencia natural de la muerte propia de este país encanallado y con las entrañas por fuera.

    Pesimista extremo con un insospechado e ingenioso sentido del humor, ingenuo con una reputación de leviatán devastador, Cioran tallaba sus razonamientos y rebeliones en breves esquirlas, elaboraba sus minúsculas pociones con un honestidad brutal, haciendo voto de soledad, maldiciendo, escupiendo, aullando en voz baja, tal vez porque la amargura es más discreta que la ruidosa y atolondrada felicidad, quimera que Cioran consideraba intolerable. Teólogo sin Dios y él mismo hijo de un pope ortodoxo, Cioran no se refugió en ninguna deidad, ni siquiera en la naturaleza, tan imperfecta como la sociedad. Tras la pérdida del paraíso de la infancia y del descubrimiento traumático de nuestra mortalidad, Cioran pensaba que al hombre sólo le quedaba la voluptuosidad de resistir, que “la muerte es simplemente la conclusión de una locura”.

    Aun así, no dejéis nunca de leer a Emil Cioran, el eterno aguafiestas, pero no consintáis que su lento, oscuro y embelesador veneno afecte a vuestro aprecio por la vida y por la esperanza.









martes, 10 de enero de 2023

Conferencia sobre Cioran

Emil Cioran en Granada: su paisana Luminita Pigui Neagoe y un servidor evocaremos al singular filósofo rumano el próximo viernes 13, a las 19’00 h., en el Centro Artístico. El título de mi intervención: “Cioran, zarza ardiente”. Estáis invitados, nihilistas o no.



sábado, 7 de enero de 2023

Antologatos

Desde Sucre (Bolivia) llega una buena nueva: la editorial Letras en Rojo acaba de publicar ANTOLOGATOS. Con distribución y descarga gratuita, tan sugestiva antología ha sido coordinada por los escritores Eliana Soza Martínez, Luis Ignacio Muñoz y Jorge J.Barriga Sapiencia. Un placer haber colaborado con tres relatos (‘Hábitat’, ‘Más que humano’ y ‘Árboles al pie de la cama’).



Del prólogo:

“Como escritores y amantes de los gatos, era cuestión de tiempo para compilar este libro, invitando autoras y autores de habla hispana de Argentina, Bolivia, Colombia, España, Guatemala, México y Perú para que nos presenten el significado que tiene para ellas y ellos estos animales, cómo los ven, no en su vida, sino en sus letras, son héroes o villanos, víctimas o victimarios.
Resulta que en las siguientes páginas el lector encontrará una inmensa variedad en las voces de las y los escribientes, de la misma forma géneros: drama, humor, terror, pero siempre habrá un gato rondando por ahí, sigiloso y elegante, ronroneando o gruñendo, siendo el objeto del deseo o la maldición de la que hay que deshacerse.
Por eso la importancia de una nueva antología dispuesta a contar de ellos en historias breves y en narraciones más extensas fragmentos de sus vidas, sus momentos y sus hazañas y en algunos casos, sus tragedias que hacen parte también de estar en el mundo y su convivencia con los humanos.
Al igual que un felino, este compendio es para los conocedores, esos que disfrutan buenas historias, profundos poemas. Estimado lector, pase a acariciar las páginas, a escuchar el ronroneo de sus palabras, a perderse en sus hojas insondables. Pero no se moleste si luego lo muerde, lo rasguña, así es el amor felino”.

Enlace de descarga aquí: