He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

sábado, 28 de noviembre de 2020

Microrrelatos en La salamandra ebria

La nueva revista cultural La salamandra ebria acaba de publicar en su primer número una selección de microrrelatos de Ángel Olgoso. Dirigida por Daniel Bernal Suárez, esta exquisita publicación electrónica se edita en Santa Cruz de Tenerife y es de periodicidad trimestral. 
 
 




CONJUGACIÓN


Yo grité. Tú torturabas. El reía. Nosotros moriremos. Vosotros envejeceréis. Ellos olvidarán.




ESPACIO


Escribí un relato de tres líneas y en la vastedad de su espacio vivieron cómodos un elefante de los matorrales, varias pirámides, un grupo de ballenas azules con su océano frecuentado por los albatros y los huracanes, y un agujero negro devorador de galaxias.

Escribí una novela de trescientas páginas y no cabía ni un alfiler, todo se hacinaba en aquella sórdida ratonera, había codazos y campos minados, multitudes errantes que morían y volvían a nacer, cargamentos extraviados, hechos que se enroscaban y desenroscaban como una tenia infinita, los temas eran desangrados a conciencia en busca de la última gota, no prosperaba el aire fresco, se sucedían peligrosas estampidas formadas por miles de detalles intrascendentes, el piso de este caos ubicuo y sofocador estaba cubierto con el aserrín de los mismos pensamientos molidos una y otra vez, los árboles eran genealógicos, los lugares, comunes, y las palabras pesados balines de plomo que se amontonaban implacablemente sobre el lector agónico hasta enterrarlo.





LA MELANCOLÍA DE LOS GIGANTES


Sin compasión, hunde la hoja de su arma en el centro de mi cuerpo indefenso. No hubo provocación alguna por mi parte. Una ira ciega alienta cada tajo, cada incisión arbitraria y salvaje de la carne. Los míos dijeron que no opusiera resistencia, que ello involucraría a los demás en nuevos peligros. El, mientras tanto, profundiza la herida. Qué puedo hacer yo ante quien contraría de ese modo la ley natural sino sentir una vaga tristeza y esperar aquí, bajo el camino de estrellas, la bárbara amputación final, el momento en que me desplome sin más quejidos que los de mis frondosas ramas al golpear agonizando contra el suelo.




SAMSARA


Soy un ñu. Me persiguen, incansables, las hienas. Siento el primer mordisco y los ataques sucesivos. Mientras me están comiendo vivo y se acercan ya buitres y carabús, en el instante exacto de la muerte, me deslizo inexplicablemente dentro del cuerpo de una india tolteca que va a ser inmolada en el altar de los sacrificios. Muero y vuelvo a revivir en las formas de un condenado ante un pelotón centroeuropeo de fusilamiento. Esta es una situación, huelga decirlo, deprimente. Una vez pasada la ilusión de la novedad, el ciclo de las reencarnaciones -arbitrarias, maliciosas, extemporáneas- se convierte en un estigma insoportable. Abismado en este perpetuo vórtice, apenas he conocido el esparcimiento. Fui, sin ir más lejos, peón en las Pirámides, en la Gran Muralla, en Machupichu y en la Basílica de san Pedro. No es gratuito afirmar que, a estas alturas, mi conciencia y mis miembros se hallan en un estado de escarnecimiento y extenuación indecibles. Ahora, aquí, en esta taberna turística ecuatorial, arrojo mis mudas zozobras justo sobre vuestras cabezas: soy ese cocodrilo que cuelga del techo y os mira.



PERSPECTIVA


En la habitación del hospital el padre contempla, por primera vez y con infinita dulzura, a su hijo recién nacido. Es hermoso, de una inocencia irradiadora, rozagante. El padre nota cómo una corriente de júbilo asciende desde algún lugar de su interior y amenaza con desbordarse y reventar cada grieta hasta que levanta un poco los ojos y ve, bajo el techo, levitando pacientemente, con esos acerados destellos de sus filos, cientos de espadas de Damocles que cuelgan justo sobre el cuerpecito de su hijo. Vuelve la cabeza hacia su mujer y sabe al instante que ella lo sabe, pero ninguno dice nada.




OBCECACIÓN



El lavador de arenas auríferas se afana enérgicamente con la pala y el cedazo, canaliza el agua, escarba a conciencia en el lecho del río, silba, canturrea gozoso, preso de una actividad efervescente, ajeno a la ausencia inequívoca y absoluta de oro, de palas, de cedazos, de río y de agua en el desolado centro de aquella remota estepa desértica.





DANZA DE ESPADAS


Tras blandir su espada flamígera contra Adán y Eva, el ángel del Paraíso la hunde en la roca dispuesta expresamente para que el rey Arturo, más tarde, desclave Excalibur. Esta torpeza del ángel, su imprecisión cronológica y topográfica, desencadena deplorables espectáculos: la espada Muérdago -única que puede hacerlo- no acierta a matar al gigante Balder, para regocijo del monstruo; la espada que pende sobre la cabeza de Damocles, sostenida sólo por una fina crin de caballo, se precipita fatalmente; Roldán no encuentra por ningún lado su espada Durandarte y, pese a la previsible humillación, se defiende a bofetadas del enorme ejército que lo reduce al instante en los Pirineos; a falta de la mágica y temible espada que perteneció a su padre, Sigfrido se esfuerza en atravesar al dragón Fafnir con una Tizona de plástico, lo cual le acarrea no pocas burlas del gremio de animales mitológicos; y lo que es peor, no llega a mis manos ese as de espadas que necesito desesperadamente para ganar el juego en el que, esta noche, he apostado mi vida.




LAMELIBRANQUIOS


Eres buscador de perlas en un mar subtropical. Buceas hoy a mayor profundidad, más allá de la barrera del arrecife de coral. Anémonas. Blenios dentados. Anguilas-jardín. Erizos. Peces arlequines. Bosque de quelpos. Descubres regocijado un vastísimo criadero natural. Semienterradas en el fondo limoso, las conchas cubren por entero la pradera submarina. Blandes el cuchillo, lo introduces con habilidad entre los bordes sellados de uno de los moluscos bivalvos y haces palanca. Contemplas entonces atónito, a través de la turbia luz, el sexo femenino que se aloja en su interior, su palpitante morfología venusina, sus labios abultados, el vello crespo sombreando el contorno, su fresita retráctil, sus repliegues de cresta de gallo, ababosados, salidizos, pultáceos. Abres otra concha. Y otra. En aquel delirante criadero de las profundidades, acunados por las aguas madres, todos los lamelibranquios cobijan un sexo con vida propia, encarnado, de contacto mucilaginoso, ciliado, como un pequeño hocico mostachudo y acuoso. Incrédulo aún, sientes cierto escalofrío cuando alcanzas a calibrar la peculiaridad del lugar.





MACAO


Llueve. Llueve a cántaros. Llueve a cántaros sobre nuestra ciudad. Llueve a cántaros sobre nuestra ciudad como nunca antes se ha conocido. Los cántaros, con un estrépito ensordecedor, disonante, apocalíptico, se hacen añicos en los tejados, la calzada, las aceras. En instantes, el seco diluvio de pesadas vasijas voladoras ha oscurecido el día como un eclipse táctil y mortífero, causando destrozos sin cuento. Las bajas entre los desprevenidos y aterrorizados transeúntes son ya incalculables.





LA DERROTA


Para qué huir de ella. No puedes guardarte ni escapar. Antepone tu persecución a toda otra idea. Más pronto o más tarde, a la menor oportunidad, te atrapará. Con paso poderoso, como una sombra leonada, buscará hasta encontrarte. De nada te sirven la Capa de Invisibilidad y su caperuza cubierta de rocío, las Botas de Siete Leguas con las que corres treinta y dos veces más rápido que el más veloz de los hombres, la Hierba de Glauco que hace saltar las cerraduras de todas las puertas, el Tapete de Rolando que te permite convocar cualquier alimento que desees, la Flor Mágica capaz de colorear y perfumar cada una de tus desdichas. De nada te servirán cuando ella -ávida, arrogante, burlona- cierre los caminos y te cerque con infalible celeridad. Puede que llegue sin aliento -es vieja y seca-, que su jadeo delate lo agotador de la incesante tarea que la ocupa desde siempre, pero no puedes albergar dudas sobre el desenlace.


domingo, 15 de noviembre de 2020

Reseña de Astrolabio por Lilian H. Cheruse

Compartimos una nueva, exhaustiva y generosa reseña de la escritora argentina Lilian H. Cheruse, en este caso sobre el libro de Ángel Olgoso Astrolabio. Con nuestra gratitud transoceánica por su mirada atenta y certera y por su amistad.
Las ilustraciones son Stanislaw Szukalski, genio olvidado e incómodo,  prodigioso escultor, pintor y dibujante polaco nacido en 1893, referido en su momento como el mejor artista vivo y relegado al olvido en Estados Unidos hasta su muerte en 1987. 
 


ASTROLABIO, POR LILIAN H. CHERUSE


El título y la cita de Lord Dunsany al inicio del libro dan cuenta de su contenido. Dice el diccionario sobre Astrolabio que es un instrumento de navegación que permite orientarse en la esfera terrestre respecto de los astros siderales pero, en las páginas blancas, el instrumento de búsqueda se metamorfosea en la palabra que, según el epígrafe, rastrea “la noche llena de prodigios”, revela fantasías y misterios, dicta visiones mágicas y extrañas. Escondidas dimensiones de nuestro mundo se nutren de la prosa transparente, lírica, encadenada también al conocimiento y al lenguaje temático. Las anáforas abren textos enteros que introducen metáforas y representaciones simbólicas. Las descripciones dotan de conciencia a seres inertes, los que comparten nuevos espacios en el planeta. Sus enumeraciones reafirman los escenarios de la idea, de la sensación y de la acción. Son connotaciones que adjetivan, que sustancian, que enlazan sintagmas u oraciones. Despiertan la naturaleza, acunan el ritmo de las ciudades, animan los objetos. Este magnífico recurso expresivo atrae los puntos dispersos del planeta y los conjuga en uno sólo como un personal mensaje borgiano. “Espacio”, un ícono de la creatividad olgosiana, avanza y cierra la narración enumerando y dictando cátedra sobre el uso de la escritura.
 




La estética es una marca esencial en su obra tanto en aquellos textos con mayor carga conceptual como en otros con menos resonancia. Algunos ejemplos: “Será como si no hubieras existido”, “Los buenos caldos”. “Más que humanos” genera un juego semántico asociado a diferentes animales. En “Cuenta atrás” la maestría de Angel vuelca todo el peso de la existencia en menos de dos renglones. En Astrolabio se deslizan la vida, la muerte, la condición humana y sus miserias. En ciertos relatos asoma el horror, partícipe indeleble de su obra. Pueden establecerse diferentes niveles de análisis porque la recreación, la denuncia, la reflexión, el testimonio, la alegoría, el símbolo devienen de ese contenido. La personificación de objetos y animales tiene sólida presencia, se yergue como eje de algunas visiones terrenales. Cito con tal modalidad: "Artículo genuino", un ventilador que comparte y vela el sueño de una pareja; en "Perikhoresis teológica" el televisor asume carácter de reverencia divina. En "La cámara Limehouse" un invento da a conocer la vida después de la muerte, “La impunidad de los sueños” acerca peligrosamente la atracción de dos máquinas de corriente eléctrica. 
 





Hay textos referidos a la interpretación de nuestro planeta azul que anticipan los telones siderales de Las frutas de la luna: “Espacio”, “El papel”, “Historia del rey y el cosmógrafo”, “Las tres ascensiones de Hui Ji”, “La ciénaga”, “Si mi cabeza cae”. Incluyo “Las nubes” y “Dulcedumbre”, el primero da cuenta de un fenómeno atmosférico envuelto en un poético dibujo, el segundo es la arista de un registro anímico. En "La tenia solitaria" la tierra se expande como una representación fantasmal de una tenia, de gusanos de lo pútrido. El planeta se fagocita como una metáfora de lo execrable que se devora a sí mismo.







El relato final se abre a la mirada cósmica: “La quinta extinción” deslumbra con ese escenario espacial, con una alternativa de la progresión zoológica del planeta. Un bellísimo relato, una antesala selenita que descorre el tiempo paralelo. Algunos textos hacen gala de vocablos propios de su materia como “El pez que no había oído hablar del agua”, “La impunidad de los sueños" y “Tintineo de piedras preciosas”, una historia rica en pedrería que enjoya el texto y concluye con la indiferencia humana. Hay cuentos alegóricos como “Árboles al pie de la cama” donde recurre a una metamorfosis. "Il Corriere Della Sera" se inicia con un supuesto informe sobre el extinción de los sapos y deriva en un final que demuele la tradición de los cuentos de hadas, de esa visión propia de la infancia en los tiempos clásicos. “Perikhoresis teológica” presenta el televisor humanizado con su carga alegórica. En Astrolabio la muerte, la sátira y la denuncia puede que interaccionen con otros temas como el tiempo, el amor o la belleza. Hay sátira en “Los reconocerás”, con el doble sentido de "hacerse los ratones", o en “El eremita” con la doble moral del personaje. “El incidente Avellaneda”, descubre a Cervantes como autor de una hipotética trilogía del Quijote, “Los bajíos” representa el desgaste de un mito: las sirenas cumplen su mandato como “un yugo” en el presente pero fuera del mar y cantando desde de los bajíos. El tiempo: en "Todas hieren" el reloj pulsera es una sanguijuela que nos terminará asesinando. El objeto es el factor que provoca la muerte. El desencuentro en el tiempo y la pérdida de la belleza conforman el núcleo de “Venablos”: la palabra traza un gráfico de ese amor a primera vista, del "flechazo" no correspondido. “Los despeñaderos” o el tema de la muerte pero como destino irrevocable de la existencia. En “La visita” los muertos viven en la representación paterna y sustancian ese misterioso estado. "Claudicación" o el desdoblamiento del médico-paciente diseña la muerte desde la perspectiva de la vida. "Las barbas del cielo" comienza con una descripción minuciosa de la vida dentro en una colmena y sigue con la escena de la batalla de Waterloo. Morirán tanto las flores como los hombres. 
 
 

El testimonio: “La mujer transparente” alude a la mujer golpeada convertida en una metáfora delicada, que incluye la sexualidad lastimada. “El eremita” y “Los caballeros de los puentes” ilustran la doble moral, en el primero el asceta que se biloca y en el segundo el hombre de sexualidad perversa. “Gabinete de falsos de Jean-Baptiste Colbert” desnuda el poder. “El flautista mágico” es la otra cara del cuento infantil y la pedofilia. Sobre mitos, cuentos, religión: “La ciénaga” y la resurrección de Lázaro. “Los guardianes del trueno” una representación del antiquísimo festival del Crisantemo donde afloran la fantasía y la fineza pictórica. “El lagar” retoma un mito griego, el de las gorgonas, que regresa al presente con ritmo policial. 
 

Los relatos de Astrolabio sorprenden. Son extraños y curiosos vuelos buscando la luz desde el misterio, a través de otras realidades, desde el espacio, en el tiempo y aún en la disección de la muerte. Son admirables los recursos expresivos de Ángel Olgoso: el lenguaje revela el dominio que tiene del idioma, impacta tanto como su creatividad, y nos eleva con las enumeraciones, con las imágenes, con la belleza de sus descripciones, con su magia y su cincel. Ángel pinta, mueve piezas escenográficas, templa a fuego cada vocablo, cada recurso expresivo para fijar la tersa belleza en sus ficciones doradas. Tiene el don de haber puesto en la coctelera de sus neuronas y su corazón los mejores autores y de ellos elabora su genuina escritura, su identidad sin repetirse siquiera en ninguno de sus relatos. El hombre, el escritor que custodia el idioma, se pregunta sobre “…las lagunas del inventario…” como expresa el narrador en “El lamento del dinosaurio”. Lo hará también en los libros que siguen. 
 




Lilian Haydée Cheruse: oriunda de la ciudad de Baradero y radicada en la ciudad de Rosario, Argentina, es profesora en Letras con un Posgrado Internacional en Cultura y Comunicación. Formó parte de la Comisión Directiva de la Asociación Amigos de la Biblioteca Argentina en Rosario (2007-2012). Integró el personal de planta del Concejo Municipal de Rosario culminando su carrera administrativa en dicha institución como Directora General de la Comisión de Cultura y Educación (2016-2018). En años anteriores organizó actividades culturales e integró grupos ligados a la cultura, algunos desde su coordinación. Obtuvo en el año 2007 un Diploma otorgado por el Movimiento Cultural Rosarino en reconocimiento a la labor desarrollada en el área de la Cultura. El 27 de noviembre del 2010 durante el acto de presentación del libro de cuentos y relatos Lilian Escribe (Ed. Cuenta Conmigo) el Concejo Municipal de Rosario le otorga por Decreto un Diploma de Honor por su labor en la Cultura y declara de Interés Municipal dicha publicación. Ha sido panelista en programas de Televisión y radio con contenido de interés general. Colaboró con el Programa de TV que emitía Cable Hogar, Canal 4 de Rosario: “El Concejo + la gente”, asiste como invitada a programas de radio por su rol como escritora y ha visitado escuelas para dialogar con los alumnos sobre sus publicaciones. Autora de prólogos y reseñas literarias, incluyéndose una reciente para una muestra pictórica. Participó en diferentes Antologías. En mayo de 2018 publica el libro de cuentos para niños El cometa tiene un secreto (Ed. Cuenta Conmigo), declarado de Interés Cultural y Literario por la ciudad de San Lorenzo, junio de 2018. En octubre de 2018 publica Vuelta Locas, cuentos y relatos (Ed. Cuenta Conmigo). En 2019 recibió la Distinción MadreSelva como escritora por aportar a la cultura.






Relatos en Onda Madrid

Varios relatos de Ángel Olgoso han sido leídos en el programa de Onda Madrid "Cuentos que no te contaron", conducido por la periodista Elena Arribas: "Espacio" en el programa centrado en el poder de la palabra, y " Puerta de la multitud de maravillas" en el programa centrado en los viajes (minuto 08:00).

Con gusto compartimos sendos podcast literarios de la radio pública madrileña, que suponen un acercamiento directo a la narrativa olgosiana.

 



domingo, 8 de noviembre de 2020

Presentación de 'Astrolabio' por Miguel A. Zapata

Compartimos la extraordinaria presentación que el escritor Miguel A. Zapata realizó de la reedición ilustrada de 'Astrolabio', de su viejo amigo Ángel Olgoso, en la librería La Sombra, de Madrid, el pasado mes de febrero. Con nuestra gratitud para Miguel Ángel, el editor Jesús Egido, todas las personas que acudieron y para Malena por el soporte audiovisual.

 

Jesús Egido, Ángel Olgoso, Miguel A. Zapata y Marina Tapia


PRESENTACIÓN DE ASTROLABIO, POR MIGUEL ÁNGEL ZAPATA

 

Como ha expresado Jesús Egido en su intervención, "Astrolabio" es un clásico contemporáneo de la narrativa fantástica y de la cuentística en lengua castellana que Marina, con sus ilustraciones tan orgánicas, ha llevado a otra dimensión. Por eso considero que, aunque técnicamente sea una reedición, se trata de una obra nueva porque le ha aportado una -podríamos decir- carnalidad muy sustancial y el libro se ha convertido en un objeto aparte, bello, hermoso, disfrutable visualmente y a nivel intelectual. Muchas gracias, Ángel, por haberme hecho partícipe de este momento y de esta gozada de publicación.

 


Ángel y yo nos conocimos hace trece años, cuando ya había leído parte de su primera obra, y el mismo año que se publica la primera edición de "Astrolabio". Él presentó también mi segundo libro en Granada y hubo una conexión muy inmediata: yo creo que casi desde ese mismo año nos consideramos hermanos. Y así es como desde entonces nos carteamos, porque hay una sincronía desde el punto de vista intelectual, narrativo, de los temas que tocamos, y el magisterio de Ángel lo asumo como una suerte, la de tenerlo además como amigo y como hermano. 

 

 

Cuando releí el libro, me dio por pensar que podría ser la obra que habría escrito, que habría trazado un escritor del siglo XVIII que viajara en el tiempo al siglo XXV o al XXX, en todo caso proyectado al futuro en un juego temporal muy afín a los cuentos de Ángel. Porque hay en él un regusto por la hibridación, por mezclar la razón ilustrada (recuerdo una entrevista que le hicieron donde reconocía que sería feliz viviendo en el Siglo de las Luces), el equilibrio por un lado y también la enajenación fantástica por otro, los mundos futuros, las distopías, los juegos espaciotemporales, los mundos increados que son -en definitiva- lo que particulariza y hace muy personal la labor literaria de Ángel. Es decir, en esa mezcla de lo racional y de lo irracional está el tuétano de su trabajo creativo, y que lo ha convertido, yo creo, en el principal autor de narrativa fantástica de los últimos veinte años, en un triunvirato con José María Merino y Cristina Fernández Cubas.

 

 Miguel Á. Zapata, Ángel Olgoso y J J. Muñoz Rengel
 

Todos los escritores somos un producto decantado de muchas lecturas, de muchos ensayos, de muchos folios en la papelera, y hay un punto en el que uno considera que ha conseguido ya el estilo o hay algo que te indica, en algún cuento o en algún párrafo que has perfilado tu estilo. Creo que Ángel es el resultado, la decantación final de una tradición insigne que parte de E. T. A. Hoffmann, de Poe, con ese extrañamiento primigenio que viene del Romanticismo, y que recoge también elementos de Lord Dunsany, de Algernon Blackwood, de todos los que trabajan la semántica de lo insólito, o de una nueva interpretación de la misma, Cortázar, Borges, Bioy Casares. Cuando leía a John Collier, me ha recordado mucho a esa cotidianeidad fantástica, feérica, inquietante, que encontramos en muchos textos de Ángel y que llega de la mano de otros autores contemporáneos hasta hoy. Sin embargo, Ángel Olgoso es una rara avis, un escritor que no se parece a nadie. Pero a pesar de esa singularidad, hay unos rasgos distintivos en la narrativa de Ángel que voy a intentar desglosar. Yo creo que la suya es una concepción del fantástico singularmente canónica; es decir, se pueden establecer unos parámetros reconocibles, pero paradójicamente es original. Da la sensación de que cuando uno reconoce algo lo puede encorsetar; en el caso de los cuentos de Ángel, no son fácilmente reducibles, siempre hay una segunda lectura, una tercera lectura incluso, una frase que aporta un significado extra. Entonces, el extrañamiento, que yo creo que es uno de los elementos que caracterizan el fantástico clásico, ese extrañamiento va a surgir de la propia materia narrativa tanto como de las pequeñas trampas o señuelos que Ángel va diseminando a lo largo del texto. La intención de Ángel es hacernos caer en una trampa gozosa, como en "El pozo y el péndulo" de Poe, hacernos disfrutar, hacernos creer que hay salida en el cuento de Ángel cuando en realidad ya estamos metidos totalmente en su tela de araña. Por tanto, es una mezcla portentosa de imaginación narrativa al alcance de muy pocos autores en la historia, y -esto es muy importante- un dominio de los recursos técnicos que permiten que esa imaginación cuaje en obras que se levantan. Porque autores con imaginación hay muchísimos, pero autores que puedan elevar ese edificio con una imaginería y con una potencia visual, poner ese ámbito delante del lector y hacerlo participar de las coordenadas propias de ese universo, sólo lo pueden conseguir los autores verdaderamente grandes. 

 


Hay, por cierto, una reivindicación por parte de Ángel del propio arte del cuento en "Espacio", el texto que abre el volumen. Lo que no creo que deba entenderse -porque no es así y además hay mucha ironía en ese relato- como un menoscabo de la novela o de los géneros más extensos. Es una reivindicación porque es necesaria, ya que hablamos de un género habitualmente maltratado en nuestra cultura literaria, que ha dado siempre la sensación (con respecto a la novela o, incluso, a la poesía) de ser el hermano menor, el hermano díscolo que debe estar siempre pidiendo perdón por existir en esa voluminosa área de tochos importantes que encontramos en todas las librerías. Autores como Ángel han conseguido que tal nicho vaya agrandándose, y que disponga ya de un espacio de privilegio en no pocos críticos que consideran al cuento un arte mayor. Como en cualquier país latinoamericano, donde por fortuna sí ha encontrado una aceptación más amplia. 

 

                        Miguel A. Zapata, Fernando Clemot, Ginés Cutillas y Ángel Olgoso

 

Entrando ya en materia acerca de las claves para entender la obra de Ángel, no se podrían entender sus historias sin la exquisitez en el tratamiento léxico, sin esa elección del adjetivo preciso -no cualquier adjetivo, sino ése adjetivo- y no sólo desde el punto de vista semántico, sino también del ritmo, de la prosodia del texto, de la intención lírica, de la poesía que conlleva. Da la sensación de que los cuentos de Ángel son mecanismos de relojería, pero no una relojería mecánica y fría sino una que se bifurca, que está viva y al servicio de la historia, que nos da la hora que a él le conviene y no la hora que es (por eso decía lo de las trampas que Ángel va diseminando a lo largo de los relatos). Su cuento brevísimo "Cuenta atrás" abarca, a nivel cronológico, lo que muchas novelas son incapaces en un desempeño de mil páginas. En una línea y media, Ángel condensa una vida, una biografía. Con su técnica -el recurso de la cuenta atrás- en el que cada elemento ejemplifica un momento, consigue un relato magistral y resumir un mundo con poquísimas palabras.

 

 

Otros elementos que llaman mucho la atención de la narrativa de Ángel son la especulación espaciotemporal, que también requiere de muchas sutilezas lingüísticas y argumentales (tenemos el ejemplo de "Las tres ascensiones de Hui Ji"); la querencia por los temas orientalizantes, que tienen un regusto borgiano pero que él le da un toque muy particular (ahí está en Astrolabio "Los guardianes del trueno" o su viejo libro de haikus "Ukigumo" que quizá mucha gente no conozca); o el propio tiempo como protagonista, como en el relato que ha leído Marina, "Todas hieren", donde el tiempo como devorador de vidas, el miedo a su paso o incluso la premura con la que vivimos, se convierte en la propia materia narrativa; el tejido existencial, ejemplificado en el texto "Será como si no hubieras existido", una reflexión trenzada de sutilezas semánticas, de adjetivaciones ambiguas (Ángel suele trabajar la ambigüedad del término, dándole sentidos polisémicos, de ahí la importancia del vocablo exacto, de la palabra justa) en torno a la vejez y lo que nunca debería degradarse, o la belleza mitológica de las sirenas en "Los bajíos". En ese texto aflora una melancolía provocada por el paso del tiempo, que hace perder la belleza, las capacidades, las condiciones naturales con la que los humanos, o incluso los seres mitológicos, vienen al mundo.

También son elementos que a mí también me resultan muy afines las transformaciones, las mutaciones, los travases identitarios. "Árboles al pie de la cama" es un buen ejemplo de ello. En este cuento -que condensa tantísimo en tan poco espacio- hay toda una filosofía de la vida y la muerte y de la fina línea que separa a la una de la otra, una filosofía de la falta de identidad, de que no existe una idea concreta de lo que somos realmente, sino que las circunstancias o el deseo pueden modificar también esa identidad. 

 

 

Esto nos lleva a la lucha metafísica entre el bien y el mal. Al releerlo, he notado en este libro una carga mayor de perversión, algo que en obras anteriores de Ángel como "Los demonios del lugar" -que también tiene un componente oscuro, sombrío- quedaba más insinuado. Aquí yo creo que Ángel se ha lanzado a tumba abierta, a trazar esas fronteras complicadas entre el bien y el mal. En ocasiones las entiende como un desdoblamiento clásico entre la virtud y su reverso, el pecado, pero también en la mutua necesidad que tienen el bien y el mal para existir, esa filosofía entre lo monista y lo dualista. El ejemplo más claro sería "El eremita" donde ese hombre renuente a la vida en sociedad se ve obligado a hallar la redondez de su santidad y, para ello, se desdobla en una especie de alter ego que es perverso, que desea encontrar el lado oscuro de la vida y de las emociones, transitarlo, conocerlo, para saber realmente qué es la santidad y poder descansar en paz. Es decir, esta idea de que lo blanco es blanco y lo negro es negro, de que el bien está definido en contraposición con el mal, en este cuento no queda tan claro: a veces hay que degustar la sombra para descubrir la parte de luz que hay dentro de nosotros.

 


La presencia de la vida en la muerte es otro tema que trabaja mucho Ángel, o viceversa, la delicada línea entre morir e iniciar el abandono de lo material, y la innecesaria distinción entre ambos estados, porque básicamente se trata de una convención que depende de numerosos factores. En el cuento de Ángel "La visita" queda ejemplificada esta ambigüedad a la perfección, cuando un heraldo paterno que viene del otro lado parece no recordar que esto es sólo una sala de espera. En la narrativa olgosiana no es lo mismo estar vivo que estar viviendo, morirse no es lo mismo que haber muerto, o que se indique la probabilidad de morir en todos nosotros por el simple hecho de la oxidación que supone respirar. Para Ángel esas fronteras se encuentran absolutamente desdibujadas, y eso hace inquietante y apasionante la lectura de muchos de sus cuentos. Dentro de este ámbito, un humor negrísimo hace presencia como en el relato "El espejo", esa sonrisa que nos provoca la semejanza de la muerte con nuestras ocupaciones de vivos. La poesía del horror también se puede encontrar en algunos textos, una poesía muy baudeleriana, muy decadente, terrible y, mágicamente, hermosa. Eso sólo se puede conseguir con una técnica y una sensibilidad especial a la hora de escribir. Algunos me han recordado a Bruno Schulz, a las perversiones de Sade, perversiones líricas que no hay que ver desde un punto de vista literal sino como una metáfora de la gloria y de la decepción que supone a veces la carne. 

 

 

También hay algunos ingredientes de ciencia ficción casi especulativa, sutilmente distópica y fatalmente poética, como "Si mi cabeza cae" o "La quinta extinción", que cierra el libro con una reflexión que podemos considerar cósmica y que viene a ser un epítome de lo que es la concepción del fantástico en "Astrolabio": hablar de lo inabarcable, de aquello que no se puede medir, de aquello que no se puede contar y que Ángel cuenta y lo consigue, del bien y el mal, de la física y la metafísica, todo cabe en esta obra, hasta explicar lo pequeño a través de los grandes movimientos cósmicos, algo que intentan muchos autores pero que pocos logran que cuaje en un escrito, en un cuento que nos lleve de lo minúsculo de un grano de arena a toda una concepción de la vida, de la muerte, de lo feo, de lo hermoso. Todo ello es, en definitiva, el alimento de la prosa destilada por Olgoso en la totalidad de su obra y concretamente en este volumen que -como he dicho al principio- es una obra maestra, una joya de la cuentística contemporánea en nuestro idioma. Si no lo habéis leído todavía, o si lo habéis leído y queréis releerlo veréis que el libro muta, cambia, y más aún con estas ilustraciones de Marina que lo han convertido en una obra que alcanza otra dimensión. Este libro debe estar bien cuidado en el anaquel adecuado de cada biblioteca porque en el futuro, cuando haya que salvar libros, "Astrolabio" estará entre ese top de lo que merece ser salvado.