He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 31 de diciembre de 2017

Una cita con La máquina de languidecer, por Carlos de la Fé


Carlos de la Fé, amigo, narrador y especialista en relato breve, ha escrito este fresco y directo acercamiento al libro La máquina de languidecer. Con el siguiente texto inauguramos un nuevo año del blog y deseamos, de corazón, a todos sus lectores un feliz 2018, lleno de estimulantes lecturas, gratas conversaciones, momentos de reflexión, de belleza y, en fin, de todo aquello que es capaz de darnos la literatura.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Contamos la Navidad

Ángel ha participado con su relato Las huellas de los pájaros en el aire en el libro ilustrado 21 campanadas, perteneciente a la iniciativa cultural CONTAMOS LA NAVIDAD, que busca fomentar la lectura a través de unas recopilaciones de cuentos que cada año orbitan alrededor de esta temática tan entrañable. Se trata del proyecto más importante de literatura navideña que se realiza en España. La edición del libro ha corrido a cargo de Impresión Punto y Seguido, de León.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Ángel Olgoso en África


Juan Ramos, amigo de Ángel y excelente persona, me ha hecho llegar este texto que su amigo Francisco Manuel Palmero, también maestro y voraz lector, le escribió desde África. Más que una anécdota, es un tributo a La máquina de languidecer y a las sensaciones que convoca, unas líneas casi escalofriantes por la emoción que despliegan de forma sutil, y evocadoras de la literatura de Joseph Conrad por el lugar donde se desarrollan. Para un autor siempre es un placer comprobar que sus libros pueden ser buenos compañeros de viaje, dar hondura al trayecto o a la meta y ampliar perspectivas. Gracias a ambos por compartir estas experiencias que sin duda alientan el trabajo creativo.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Booktrailer de Astrolabio


En 2014, el escritor Jesús Cano realizó este hermoso booktrailer de Astrolabio. Unos meses antes, el libro de Ángel había sido publicado en formato digital por la editorial granadina Transbook, para cuya página el mismo Jesús Cano entrevistó a Olgoso. A continuación del video reproduzco el diálogo, con algunas ilustraciones de Santiago Caruso.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Eros y Afrodita en la minificción



Eros y Afrodita en la minificción es una antología de textos breves llevada a cabo por Dina Grijalba, profesora mexicana devota de Julio Cortázar, Luisa Valenzuela y las minificciones literarias. El hilo conductor del volumen es el erotismo, y reúne a 112 autores -56 mujeres y 56 hombres- de todo el espectro literario en español: desde clásicos como Julio Torri, Cortázar o Arreola, a consagrados e indispensables en este “cuarto género narrativo” como Ana María Shua, Raúl Brasca, Luisa Valenzuela, José María Merino, Fernando Iwasaki o Ángel Olgoso, o autores amigos afincados en Granada como Josefina Martos Peregrín, Carlos de la Fé y una servidora.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

En unos pocos corazones fraternos. Antología Solidaria


Ángel ha cedido la publicación de su estremecedor relato Las huellas de los pájaros en el aire al libro colectivo y solidario En unos pocos corazones fraternos, publicado por Entorno Gráfico. El pasado 24 de noviembre se presentó dicha Antología Solidaria a beneficio de la Fundación del Banco de Alimentos de Granada, en el Teatro CajaGranada.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Caligramas de Josefina Martos Peregrín


La amiga y excelente narradora y poeta Josefina Martos Peregrín elaboró esta maravilla de dibujos a partir del libro de Ángel, Cuentos de otro mundo, formados por el título y una frase de cada uno de sus cuentos. A modo de caligramas complejos pero espontáneos, entre Miró y Alberti y con fondos distintos, "en realidad no importa tanto que cada palabra sea legible como el efecto de conjunto, ya que todo resulta plenamente descifrable al aumentar el tamaño". Se trata de un delicioso regalo de Josefina a la que hay que agradecerle de corazón tanto tiempo, concentración y esfuerzo como seguramente ha dedicado a esta creación visual.

viernes, 17 de noviembre de 2017

La Rosa de los Vientos, en el Centro Artístico




En un cálido ambiente de amigos y aficionados a la literatura, se asistió en el Centro Artístico a una nueva sesión del ciclo Anomalía (Conversaciones transversales). En esta ocasión, no en torno a un autor sino a un texto. Con las luces apagadas, se escuchó primero la grabación realizada por José Luis Gärt de La Rosa de los Vientos, relato inédito de Ángel Olgoso, toda una carta de amor a la historia de la literatura universal que comienza con el Ulises de Homero y acaba en el Ulises de Joyce.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Astrolabio, por Roberto Martínez Mancebo


Siempre es un gusto leer y poder compartir una opinión tan sincera, profunda y a la vez minuciosa hecha por un lector. En este caso un lector ávido, atento a los detalles, que busca conexiones entre las piezas de los libros de Ángel Olgoso y afinidades con otros autores, un lector con una mirada no tecnicista, sino limpia e impresionable. He querido compartir esta valoración porque, como escritora, sé que resulta de lo más estimulante para un autor conocer la opinión de los lectores. Aquí presento sólo un resumen de las 27 páginas en las que Roberto comenta exhaustivamente Astrolabio, cuento por cuento. Aprovecho esta entrada para agradecerle públicamente su ingente y magnífica labor: la grabación de centenares de relatos de Ángel, muchos de ellos con música y efectos sonoros, que va colgando en Ivoox, junto con audios de conferencias y presentaciones olgosianas. Su gesto tan generoso y poco común me conmueve. Gracias, amigo.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Memorias de un viejo profesor, de Miguel Díez R.


En el libro, recién y hermosamente editado por Reino de Cordelia, Cómo enseñar a leer en clase. Memorias de un viejo profesor, Miguel Díez R. "responde a las causas del fracaso escolar, que está acabando con el desarrollo intelectual de los jóvenes, y ofrece su experiencia de casi cuatro décadas como profesor para fomentar la lectura, analizando los grandes enemigos que la acechan. Al mismo tiempo, este libro es una antología de textos -desde canciones hasta poemas, artículos y cuentos- destinados a enseñar a leer o, mejor dicho, a despertar el interés por el conocimiento, a fomentar la curiosidad, porque la buena lectura es el medio definitivo y único para dominar la propia lengua y para abrir la mente a los mundos infinitos de la fantasía, aprender sobre la vida, conocer, confrontar y pensar".

viernes, 27 de octubre de 2017

Antonio Muñoz Molina, Académico de Buenas Letras


El pasado lunes 23 de octubre, en la Sala Máxima de la antigua Facultad de Medicina, Antonio Muñoz Molina fue investido Académico Honorario de la Academia de Buenas Letras de Granada, a la que también pertenece Ángel Olgoso desde el 6 de octubre de 2014, ingreso que se hizo efectivo con la lectura de su deliciosamente evocador discurso Las luciérnagas de lo breve, lo extraño y lo imaginativo

viernes, 20 de octubre de 2017

Cómo escribir un microrrelato



Ana María Shua, la más destacada cultivadora del microrrelato en lengua castellana, acaba de publicar en Alba Editorial un libro didáctico, Cómo escribir un microrrelato. En él usa uno de los textos de Ángel Olgoso (Océanos de ceniza) como ejemplo para "tener una alta idea de lo que se puede lograr en un formato intermedio, ni largo ni brevísimo", calificándolo de "texto poético y misterioso que nos ofrece un concepto de narratividad muy especial".

viernes, 13 de octubre de 2017

Almanaque de asombros


Continuando con Almanaque de asombros, os dejo con algunas de las ilustraciones que Claudio Sánchez Viveros realizó para este librito tan peculiar, y con las palabras que el escritor Fernando de Villena leyó durante su presentación en la librería Picasso.

jueves, 5 de octubre de 2017

Ilustraciones de Claudio Sánchez Viveros


Me complace compartir dos ilustraciones inéditas que el artista Claudio Sánchez Viveros creó a partir de los relatos "El vaso" ("Los demonios del lugar") e "Il giardino segreto" ("La máquina de languidecer"), acompañadas por sus textos respectivos y un audio de Roberto Martínez Mancebo. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

II Simposio de Cultura de Atenas



Comparto con vosotros la alegría (y el orgullo) que supone la invitación que ha recibido Ángel Olgoso para participar en el II Simposio de Cultura de Atenas. La Cámara de Comercio Americano-Helénica, en colaboración con Relaciones Internacionales para la Cultura, organiza dicho evento el 13 de noviembre de 2017 en la Escuela Americana de Estudios Clásicos. 

viernes, 22 de septiembre de 2017

Revista de Soria

Manuel Villar Raso (Soria, 1936, Granada, 2015), escritor, columnista, viajero, catedrático de Literatura Norteamericana en la Universidad de Granada y académico de las Buenas Letras, llevaba a África en las venas. Posiblemente es el escritor español que más libros ha escrito sobre ese continente. 

viernes, 15 de septiembre de 2017

Estudios sobre Literatura Fantástica


Con gran alegría, doy noticia de la publicación de Estudios sobre Literatura Fantástica. El Doble, Maupassant y Olgoso (Editorial Académica Española), de Juan Herrero Cecilia, catedrático de Filología Francesa en la Universidad de Castilla-La Mancha y estudioso de la literatura fantástica contemporánea (española, hispanoamericana, francesa, belga, quebequense, etc.). Entre sus trabajos destaca el libro Estética y pragmática del relato fantástico. También editó Reescrituras de los mitos en la literatura.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Lectura en Chile

Con esta invitación, el pintor y poeta Iván T. Contardo informaba del la lectura compartida que dimos hace unas semanas cerca de Valparaíso:


domingo, 3 de septiembre de 2017

Astrolabio ilustrado (5)


Tras un fabuloso viaje a Chile, fértil tierra de vinos (pensad en Casillero del Diablo, Almaviva, Concha y Toro, Gato Negro) os dejo con una nueva ilustración para Astrolabio, basada en el impactante y embriagador relato de Ángel Los buenos caldos, antologado en numerosas ocasiones.

jueves, 24 de agosto de 2017

Reseña en El Cultural



Continuando con el rescate de reseñas sobre Las frutas de la luna, traigo hoy aquí la que el crítico Ángel Basanta publicó en el suplemento El Cultural de El Mundo, en febrero de 2014.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Un cuenco de madera ciprés...


Publico este relato oriental perteneciente a Las frutas de la luna (XX Premio Andalucía de la Crítica), que seguro refresca con su delicada luz selenita los días que quedan de agosto. 

martes, 8 de agosto de 2017

Reseña de Flavio Sevilla


Rescatamos las palabras que en su momento escribió Flavio Sevilla en su blog Metaars, tras asistir a la presentación de Las frutas de la luna en la librería Nueva Gala. Es de agradecer la breve descripción del emotivo ambiente que reinó en el acto, así como sus apreciaciones sobre el libro y, en particular, sobre tres de sus relatos.

martes, 1 de agosto de 2017

Astrolabio ilustrado (4)


Los bucles temporales, los desajustes espaciales, las dimensiones alternativas, las enumeraciones de piezas de una realidad que los personajes no pueden controlar son puntos centrales en la obra de Ángel Olgoso, elementos por los que siempre ha sentido fascinación. Con ellos logra atraparnos, envolvernos en un universo donde es posible lo imposible, lo inefable, donde las fronteras se rompen para -a la vez que nos deslumbran- dejar un reguero de sensaciones y preguntas.

jueves, 27 de julio de 2017

Reseña doble de Las frutas de la luna, por Gärt


José Luis Gärtner es, posiblemente, uno de los más entusiastas conocedores de la obra de Ángel Olgoso: ha presentado sus libros en varias ocasiones, ha escrito reseñas sobre ellos (como la extensa que hoy traigo aquí, publicada con coda en la revista digital Tendencias 21) y colabora con él mano a mano en el Institutum Pataphysicum Granatensis. 

viernes, 21 de julio de 2017

Minotauro blues en Infolibre


Ayer, la sección Liebre por gato (coordinada por Fernando Valls) del suplemento Los diablos azules (dirigido por Luis García Montero) en el diario Infolibre, finalizó su temporada de colaboraciones con el relato de Ángel Olgoso Minotauro blues, un texto inédito cuyo título original era Hispania II

martes, 18 de julio de 2017

Astrolabio ilustrado (3)


Estoy disfrutando con el proceso de ilustrar los relatos de Astrolabio, más de lo que pensaba, ya que llevaba mucho tiempo sin dibujar. Cada historia es un reto que agudiza los sentidos, una búsqueda que me obliga a plasmar de forma sutil elementos del texto que no saltan en una primera lectura. Espero que saboreéis los cuentos de Ángel tanto como yo lo estoy haciendo.

viernes, 14 de julio de 2017

Presentación de Mil años después


Retomando el hilo de los textos irónicos e ingeniosos de Ángel, os dejo con otra muestra, en este caso de fino y a la vez hiperbólico humor británico: la presentación del libro de relatos de Celia Correa Góngora (presidenta del Centro Artístico de Granada, patafísica y buena amiga del escritor) el 21 de noviembre de 2013 en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Granada.

domingo, 9 de julio de 2017

Reseña de Las frutas de la luna en Culturamas

El escritor y crítico Luis Borrás publicó esta fresca y a la vez rigurosa reseña de Las frutas de la luna en la revista Culturamas, donde aquilata de manera desenfadada la singularidad literaria de Ángel Olgoso. Da gusto encontrarse con reseñas que no se ciñen solamente al contenido del libro, sino que lo cercan con un único motivo recurrente (en este caso la pesca), haciendo un ejercicio de lo más interesante con dicho símil. 

domingo, 2 de julio de 2017

Astrolabio ilustrado (2)

Este relato fue uno de los primeros textos de Ángel que escuché, recitado por José Carlos Jiménez, integrante de las Personas-Libro de Granada. Siempre me pareció una versión que enriquecía las de otros creadores como Cortázar ("Instrucciones para dar cuerda al reloj") o Guillermo del Toro ("Cronos"). Empezando por su título que, según el autor, hace referencia a la sentencia latina que acompañaba antiguamente a los relojes y que describe el inexorable paso de las horas: Vulnerant omnes, ultima necat (todas hieren, la última mata).

domingo, 25 de junio de 2017

Reseña de Nocturnario en Zenda

Ernesto Pérez Zúñiga dedica un artículo breve pero denso a Nocturnario en la revista digital Zenda, creada por Arturo Pérez Reverte, Javier Marías y otros escritores. En él, Ernesto habla de sueños, de secretos, de misterio, de imaginación, de gólems, de musas. A continuación del artículo, copio el texto con que participó en este proyecto colectivo tan especial y el collage que le tocó "ilustrar" con palabras.

sábado, 17 de junio de 2017

Astrolabio ilustrado (1)


Estoy comenzando a ilustrar el libro Astrolabio, con vistas a su reedición: mi intención es retratar la experiencia de entrar en ese universo denso y particular de Ángel Olgoso; más que destacar elementos sueltos o imágenes que describen su obra, quisiera poder llevar al lector-espectador hacia el mismo punto en el cual yo me sumergí al leer sus libros, cuando logré salir de la plana realidad, cuando su literatura me mostró otras combinaciones de sueño y vigilia, y me dejó la deliciosa inquietud de seguir buceando en las fronteras. Aquí os dejo con el dibujo para el relato El espejo. También se acompañará cada entrada con los audios correspondientes que ha grabado para la ocasión Roberto Martínez Mancebo.

domingo, 11 de junio de 2017

Presentación de El mar y los siglos



El pasado 7 de junio, en el Cuarto Real de Santo Domingo, se presentó el libro de relatos de Josefina Martos El mar y los siglos (editorial Esdrújula). Acompañando a la autora y a la editora, Mariana Lozano, Ángel leyó el prólogo que ha escrito para este magnífico volumen de narraciones.

domingo, 4 de junio de 2017

Reseña de Los demonios del lugar



Como prometí, os traigo otra reseña de Juan Peregrina, en este caso una interesantísima aproximación a Los demonios del lugar, extraída nuevamente de su blog literario Me no know nothing.


domingo, 28 de mayo de 2017

De lo que aconteció al guardar dos hojas de árbol en un libro


Comparto con vosotros el poema De lo que aconteció al guardar dos hojas de árbol en un libro, que es un pequeño homenaje a Las frutas de la luna (Premio Andalucía de la Crítica). Este texto, donde he intentado mezclar lo lírico con lo fantástico, está incluido en mi poemario Botánica fantástica, trabajo que cuenta con numerosos fragmentos (a modo de pie de página) de relatos de Ángel y con ilustraciones de Guillermo Rodríguez de Lema Blanco. Espero que os guste.

domingo, 21 de mayo de 2017

El Palacio de las Imaginaciones


Este relato es un nuevo homenaje olgosiano a los libros, a la vez reverencial y lúdico, pues el lector puede jugar a las adivinanzas con las pistas que Ángel deja sobre algunas de las inmortales historias que la literatura nos ha legado.

domingo, 14 de mayo de 2017

Presentación de Nocturnario


Tuve el privilegio de presentar el libro Nocturnario. 101 imágenes y 101 escrituras en la Casa de América de Madrid, acompañando a los coordinadores del mismo, Ángel Olgoso y José María Merino, así como a Rosa Montero y a Andrés Ibáñez. Aquí os dejo con las palabras que escribí para la ocasión sobre este volumen tan especial, un libro colectivo y solidario, donde los textos de un centenar de escritores españoles e hispanoamericanos ilustran las fantásticas imágenes creadas por Ángel. Podéis acceder a todos los collages en el apartado correspondiente de este blog.

domingo, 7 de mayo de 2017

Presentación de El menor espectáculo del mundo


Es cierto que entre los más de seiscientos relatos escritos por Ángel abundan las invenciones sombrías, obsesivas y hasta escalofriantes, pero creo que la ironía también está muy presente en buena parte de sus cuentos, así como en sus textos de no ficción. Iré rescatando algunos ejemplos. Y comienzo con la divertida presentación que en 2010 realizó del libro de relatos de Félix J. Palma El menor espectáculo del mundo.

martes, 2 de mayo de 2017

Reseña de Breviario negro


Hoy os traigo una apasionada reseña de Juan Peregrina sobre Breviario negro, extraída de su blog literario Me no know nothing. Espero que os guste. Próximamente colgaré otra reseña suya, en este caso de Los demonios del lugar. Es de agradecer la atención que Juan está prestando a la obra de Ángel.

miércoles, 26 de abril de 2017

Los caballos pensantes de Elberfeld


En estos ajetreados días de la Feria del Libro, os traigo un relato de Ángel que es una preciosa declaración de amor a los cuentos, al arte de narrar historias. Ojalá, junto con el audio del mismo grabado por Roberto Martínez Mancebo, hubiera podido acompañar esta entrada con el emocionante video en el que su querida amiga Giorgia Pordenoni -a la que va dedicado el relato- lo recita durante la presentación granadina de Breviario negro en la Biblioteca de Andalucía, pero por desgracia excede el tamaño permitido en el blog.

domingo, 23 de abril de 2017

Firmas en el Día del Libro

Muchas gracias a todos los amigos que os habéis acercado a la caseta del diario Ideal, porque para un autor es impagable el apoyo de los lectores, poder compartir su trabajo y cambiar impresiones. Os dejo con la portada del libro, la entrevista de hoy a Ángel en el periódico y fotos de varios momentos de la firma.

lunes, 17 de abril de 2017

Feria del Libro de Granada

El próximo domingo 23, a las 12'00 h., Ángel Olgoso estará en la caseta de Ideal firmando ejemplares de GRANADA IMAGINARIA, volumen colectivo de relatos editado por el periódico. 
Es una inmejorable ocasión para que los lectores y amigos que aún tengan libros suyos pendientes de dedicatoria se acerquen por allí.

martes, 11 de abril de 2017

Fantasmas de las Cuatro Suertes


Ángel tuvo la deferencia de dedicarme este hermoso relato perteneciente a su libro Breviario negro, esta historia de amor más allá de la muerte donde se dan poéticamente la mano tres de sus pasiones, el Japón tradicional, el romanticismo oscuro y lo fantástico.

viernes, 7 de abril de 2017

Reseña de Los demonios del lugar

Alfred Kubin



En mi opinión, la que sigue (publicada en "Las lecturas de JB" del portal abandomoviez) quizá sea una de las mejores reseñas que se han escrito sobre este libro fundamental en su obra y, por extensión, acerca de Ángel Olgoso. Y lo es porque se centra sobre todo en esa vibración estética que posee la auténtica literatura. Aún recuerdo el impacto que me produjo la lectura, en una sola noche, de Los demonios del lugar, lo inquietante y con frecuencia sobrecogedor de sus historias, así como su riqueza estilística.

lunes, 3 de abril de 2017

El asedio


Os dejo otro impactante relato de Ángel, acompañado de nuevo por la lectura de Roberto Martínez Mancebo, esta vez con efectos sonoros.

domingo, 26 de marzo de 2017

Entrevista en Granada Hoy

A pesar de que Ángel Olgoso ha sido siempre un escritor discreto, casi huidizo, acaba de aparecer en Granada Hoy esta divertida entrevista (selfie incluido) que le ha hecho el periodista y también escritor Andrés Cárdenas, centrada sobre todo en la literatura y en la Patafísica. Y aunque Ángel siempre ha estimado un arte hoy poco cultivado, el de desaparecer, me consta que, al menos en este caso, ha cumplido de buena gana -incluso disfrutado- esos a menudo penosos menesteres que obligan a hablar de uno mismo.

miércoles, 22 de marzo de 2017

La muerte desordena

Os dejo con otra muestra olgosiana, perteneciente en esta ocasión a "Breviario negro", en la que vuelve a demostrarse que lo estremecedor y lo poético pueden convivir literariamente con naturalidad.


LA MUERTE DESORDENA


Victor Delhez


viernes, 17 de marzo de 2017

Gabinete de maravillas


En el libro ilustrado Gabinete de curiosidades. Mis cuadernos, colecciones y otras obsesiones (Norma Editorial), el cineasta mexicano Guillermo del Toro reproduce la impresionante ilustración que el artista argentino Santiago Caruso realizó expresamente para el relato de Ángel Olgoso Gabinete de maravillas, incluido en Los demonios del lugar. El cuadro es ahora propiedad de este maestro del cine fantástico y cuelga en su mansión de Los Ángeles: la literatura, la pintura y el cine hermanados por medio de tres creadores dueños de un imaginario poderoso e inquietante.







lunes, 13 de marzo de 2017

Reseña de Cuentos de otro mundo

Reseña en cicutadry.


Cuentos de otro mundo. 
Ángel Olgoso: el asombro de lo cotidiano


Publicado por: Jaime Molina


He decir que hasta hace muy poco Ángel Olgoso era un autor completamente desconocido para mí y, como sucede con bastante frecuencia, llegó a mis oídos a través de recomendaciones o, más concretamente, mediante la recomendación de mi amigo Ismael, sobre cuyo gusto y criterio literario tengo confianza sobrada. Así pues, tras apuntarme el nombre del escritor y algunos de sus títulos, me lancé en su busca y el primer libro que encontré en una librería fue este "Cuentos del otro mundo". Creo que no exagero si digo que Olgoso es un autor que deslumbra desde la primera página. El libro en cuestión es una colección inusualmente extensa de cuentos, alrededor de noventa, si no recuerdo mal, normalmente de tamaño bastante corto, siendo algunos de ellos microrrelatos, pero independientemente de su tamaño, aunque tengan solo unas pocas líneas, cada una de las historias que se narran rezuman literatura en estado puro, y están escritas con un estilo muy personal, depurado y formal, con un vocabulario tremendamente preciso y elegante, pero sin que este resulte cargante ni tedioso. Incluso en los textos de formato más corto, recomiendo al lector que no se precipite en la lectura, sino que paladee despacio cada frase, pues el autor juega con el lenguaje de un modo extraordinario, utilizando de forma impecable y con absoluto dominio la sintaxis y el léxico, sin resultar alambicado, pero demostrando un amplio conocimiento y gusto por el idioma, en cierto modo a la manera de aquellos escritores hispanoamericanos que a partir de mediados del siglo XX comenzaron a revolucionar la concepción de la literatura y del uso del lenguaje. Olgoso es, como lo fueron muchos de esos escritores, una especie de experimentador del lenguaje que no solo nos sorprende por su manera de usarlo, sino por su manera de construir historias y desarrollarlas.

Los relatos de este libro están divididos en tres partes, cuyos títulos ya nos anuncian el carácter extraordinario de los relatos con los que vamos a enfrentarnos: “Mundo murciélago”, “Nuevos cuentos del Folio Club” y “Cuentos alrededor de una mesita de té en el vientre de una ballena”. Muchos de los cuentos que se engloban en estas secciones son de un formato muy breve, microrrelatos que ni siquiera llegan a ocupar una página. La temática general de las historias es, como se sugiere a través del título, de índole fantástica. Sin que existan claras reminiscencias a los autores hispanoamericanos que tanto exploraron este género, cada uno de los relatos de Olgoso es como un pequeño bombón con el que conviene deleitarse sin prisas, no solo para disfrutar con su construcción, sino para no perder ni un solo detalle, pues son muchos los que se esconden en cada párrafo y algunos resultan claves para entender el desenlace.

El tratamiento que Ángel Olgoso hace del cuento fantástico es extremadamente personal, y pese a las analogías con la literatura hispanoamericana que antes he mencionado, y aunque en cierta manera el estilo de estos cuentos pueda considerarse deudor de la narrativa fantástica hispanoamericana, sus historias no deben considerarse, para nada, meras imitaciones de cuentistas como, por ejemplo, Borges, Cortázar, Bioy, Arreola, Monterroso, etc. Creo que "Cuentos de otro mundo" tiene poco que ver, desde una perspectiva formal, con las de esos autores, en el sentido de que si, por poner un ejemplo, mientras que Borges se decanta en sus narraciones por temas con un cierto componente erudito, falsas bibliografías, etcétera, Ángel Olgoso parece sentirse más cómodo con asuntos cotidianos, en los que a menudo le gusta introducir un componente humorístico, a veces con matices jocosamente negros. Como creo que dijo el propio Borges en una ocasión, para construir un buen cuento hay que tratar de buscar ese asombro en lo cotidiano ya que es ahí, en esas historias aparentemente triviales, donde precisamente por ese carácter tan insustancial, tan común, resulta más fácil sorprenderse con un giro inesperado. En ese sentido, sí puede afirmarse que Olgoso sigue fielmente el consejo del maestro Borges, y consigue triunfar con cuentos verdaderamente brillantes, deslumbrantes. De hecho, los cuentos de Ángel Olgoso pueden considerarse como ejercicios para despertar la imaginación, huir del tedio de esa normalidad o cotidianidad y sumergir al lector en ese mundo fantástico, nunca bien comprendido y mal apreciado de los relatos cortos. Recomiendo vivamente a todos aquellos lectores que aún no conozcan estas pequeñas joyas literarias que lean los relatos de este singular cuentista. No se arrepentirán.


Con Paolo Remorini y José Luis Gärtner, durante la presentación granadina de "Cuentos de otro mundo" en el salón de plenos del Ayuntamiento de Granada.

viernes, 10 de marzo de 2017

Designaciones


Quizá se podría decir de los relatos de Ángel Olgoso lo que Werner Herzog decía del cine, que tienen estratos de verdad más profundos, que son verdades poéticas, misteriosas, elusivas, y que sólo se pueden alcanzar a través de un trabajo conformado por la imaginación y la estilización. Entre otros muchísimos posibles ejemplos en su obra, sirva el siguiente relato, perteneciente a "Las frutas de la luna":


DESIGNACIONES

Levantó una casa y a ese hecho lo llamó hogar. Se rodeó de prójimos y lo llamó familia. Tejió su tiempo con ausencias y lo llamó trabajo. Llenó su cabeza de proyectos incumplidos y lo llamó costumbre. Bebió el jugo negro de la envidia y lo llamó injusticia. Se sacudió sin miramientos a sus compañeros y lo llamó oportunidad. Mantuvo en suspenso sus afectos y lo llamó dedicación profesional. Se encastilló en los celos y lo llamó amor devoto. Sucumbió a las embestidas del resentimiento y lo llamó escrúpulos. Erigió murallas ante sus hijos y lo llamó defensa propia. Emborronó de vejaciones a su mujer y lo llamó desagravio. Consumió su vida como se calcina un monte y lo llamó dispendio. Se vistió con las galas de la locura y lo llamó soltar amarras. Descargó todos los cartuchos sobre los suyos y lo llamó la mejor de las salidas. Mojó sus dedos en aquella sangre y lo llamó condecoración. Precintó herméticamente el garaje y lo llamó penitencia. Se encerró en el coche encendido y lo llamó ataúd.




lunes, 6 de marzo de 2017

Revista Ínsula: Kafka en España


Ángel Olgoso aparece entre los escritores españoles consultados en el monográfico sobre Kafka que ha publicado la veterana revista Ínsula.


KAFKA Y LA LITERATURA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA.
ENCUESTA A ESCRITORES.
Javier Sánchez Zapatero



-¿Cuál cree que ha sido la principal aportación de Kafka a la literatura contemporánea?

Significó un calado en profundidad en la condición humana. Kafka excavó, minuciosa y pacientemente, sirviéndose de afiladas cucharillas como la lucidez, la sensibilidad extrema o la tradición judía, un túnel aún sin boca de salida, pero iluminado a trechos por fulgores puntuales, lo que explica la textura de pesadilla, de sonambulismo que envuelve el territorio kafkiano. El lector encuentra un mundo prolijamente demarcado, de manera a la vez analítica y onírica, donde todo parece sufrir un proceso de envilecimiento deliberado; un torrente interior de intuiciones racionales y de visiones verbales; una mente al mismo tiempo temerosa y sedienta de amor, sometida a la culpa pero liberada por un humor paradójico. Las páginas de Kafka muestran, sobre todo, extrañeza ante un universo que ya no tiene un sentido superior -ni siquiera un sentido-, a excepción del hombre que, según Camus, es el único ser que exige un sentido. La amnesia aparece también como otra constante en sus textos: todos se han olvidado de quién es el agrimensor que viene en busca del castillo.

-¿Cuál es la obra de Kafka que más le ha marcado, y por qué?

Sus colecciones de textos breves La condena y La muralla china, sencillamente porque fueron mis primeras lecturas de su obra, las que iniciaron el idilio, las que me descubrieron la pureza, la retórica y la imaginación singulares de un ser singular. Luego he sentido especial debilidad por sus Diarios.

-¿Reconoce alguna influencia kafkiana en su obra?

Cuando comencé a leerlo en la adolescencia, Kafka se convirtió de forma instantánea en una especie de hermano mayor: no es que me identificara exactamente con él como lo hice con “mi abuelo” Poe o con el joven Chateaubriand -el romántico avant la lettre de los primeros capítulos de Memorias de ultratumba-, sino que me contagió su manera de representar el mundo, más que de percibirlo. Con el paso de los años, Kafka se fue metamorfoseando en un padre severo, desconcertantemente irónico y de pensamientos trascendentales. El reto estribó entonces en distanciarse de la imponente presencia de un padre al que se teme y se admira más allá de toda medida, mientras intentaba definir un estilo personal. Su influencia ha sido palpable desde los textos primerizos recogidos en Nubes de piedra y en la recopilación de mis quince años iniciales de cultivo del cuento, Los líquenes del sueño, hasta relatos posteriores que traslucen la gramática kafkiana o la homenajean: Anfiteatro, El espanto, Geometría, Una velada (en Los demonios del lugar); Los reconocerás, Los despeñaderos (en Astrolabio). He llegado incluso a escribir narraciones (Carta al hijo, en Breviario negro) en las que me permití el atrevimiento de suplantar a su padre Herman, o al mismísimo Franz (La primera muerte de Kafka, en Los demonios del lugar) aprovechando los huecos dejados por unas fechas que no aparecían consignadas en sus Diarios.



domingo, 5 de marzo de 2017

El baile de los silenos

El baile de los silenos, el blog del profesor y magnífico escritor Antonio Serrano Cueto, se hace eco hoy del nacimiento de este blog. Antonio y Ángel presentaron juntos en la Biblioteca de Andalucía de Granada la interesantísima antología Después de Troya. Microrrelatos hispánicos de tradición clásica (Menoscuarto) el 19 de mayo de 2015. 




Y en su libro París en corto, "un mosaico de relatos donde nada es lo que parece, de los que surge un París insólito, menos conocido para el viajero pero igualmente fascinante, una ciudad inquietante y seductora a partes iguales", Antonio Serrano Cueto incluye el siguiente texto:



EL DUELO

A Ángel Olgoso

Sus padrinos han elegido una parcela umbría del bosque de Vincennes. La hojarasca cubre el suelo en la mañana fijada en el calendario. El Hombre Rebelde, sobrio incluso en lo imprescindible, apenas desayuna. Está algo deprimido y le sudan las manos. En cambio, el Filósofo Marxista toma varios de esos cafés minúsculos que beben los parisinos con excesiva liturgia, acompañado de un croissant con mantequilla, y luego se entrega al placer humeante de su pipa. Poco después dos vehículos se detienen en el límite del bosque y sendos grupos de hombres con semblante grave descienden, consultan sus relojes, caminan hacia el punto de encuentro. Comienza a llover sobre París, o quizá llueva únicamente sobre la arboleda que acoge este trance existencialista. Los padrinos revisan las pistolas, recuerdan las normas elementales del duelo, colocan a los contendientes espalda contra espalda y se retiran de la línea de fuego. Veinte pasos separan las diestras firmes que empuñan las armas. La lluvia contiene la respiración en ese instante supremo.

Mientras fuma después del desayuno, el Filósofo Marxista pagaría cuanto fuese necesario para que aconteciera esa cita lluviosa en el bosque de Vincennes y que el corazón del Hombre Rebelde dejase de latir traspasado por su bala certera. Pero la historia es insobornable y tiene reservada para el Hombre Rebelde otra cita, esta vez mortífera, en una carretera de Villeblerin.

(Antonio Serrano Cueto, París en corto, Valparaíso Ediciones)



lunes, 27 de febrero de 2017

Celebrando el Carnaval en México

Un vibrante y terrorífico relato histórico en la revista mexicana La Peste (monográfico sobre el Carnaval), con ilustración exclusiva de Fred Stonehouse.











LINAJES

A trece días andados del mes de abril, mientras gemía nocturno el mistral y los torbellinos del aguacero se abatían contra los verdores de la Borgoña, una docena de personas que dieron en refugiarse en la capilla del monasterio de Saint-Maur habían arrastrado hasta el altar, para comerlo, a un caballo flaco lleno de mataduras, un penco del que ahora descarnaban los huesos sobre las losas de los sepulcros. Apiñados en el presbiterio alrededor de un fuego improvisado, rezaban el Miserere, bebían en los vasos sagrados, renegaban ebrios, danzaban como locos, fornicaban, se contaban historias para aventar la sombra agorera de la muerte. Por mor de eso que llaman epidemia, su gran mano había metido el mundo en un sudario de tiniebla, hedor y miedo. Los naturales del país, aunque porfiaban en marcar las puertas de sus casas con cruces de ceniza y óleo bendecido, caían por obra de fiebres y supuraciones entre los muros de adobe o piedra, se arrojaban sedientos sobre las fuentes, venían a tierra en mercados y claustros quedando rígidos, cecinados. Pero la cabalgata espectral de huérfanos y vagabundos, de enfermos y difuntos llegó a tal que los cuerpos se alzaban a media vara en las pinas callejuelas de los gremios: ya no se podía dar camposanto ni mal cubrir con cal viva los negros despojos, no doblaban más las lúgubres campanas y los carros atestados de muertos se abandonaban por doquier. Entretanto, al fondo de la capilla, el grupo desmigaba las últimas hebras de aquella triste carne de jamelgo. Como lechones apretados contra las doce mamas de una cerda, se arrimaban a la lumbre avivada con banquetas viejas y maderos de confesionario y rogaban al cielo que mantuviera en pie el tablado de su fortuna, lejos de las asechanzas de la rondadora muerte. Uno de ellos, que a diferencia de los sayos, calzas y delantales agujereados de los demás, gastaba paño negro con capucha y no soltaba un bordón con contera de hierro, parecía, por veces, peregrino o señor principal. Enteco y silencioso, habló de pronto con voz rugosa y tonante como salida de una barrica vacía: “Se dice que las epidemias sólo embisten a la pobreza, que son cosa del demonio y que éste respeta la vida de los poderosos. Podemos engañarlo haciéndole creer, de socapa, que cada uno de nosotros desciende de nobles familias, de soberanos de feudos, de abades mitrados, de ricos mercaderes, de augustos paladines que salieron a la guerra. Bastaría con escupir dentro de una iglesia y, a cierra ojos, pretenderse un pasado de abolengo bajo las torres de castillos o palacios, una cuna blasonada con bolsas de dineros y flores heráldicas. El demonio es litigante pero, si se le borran con astucia las lindes del origen, se confunde como un pájaro y toma lo vivo por lo pintado”. El viento soplaba a través del campanario y la lluvia atormentaba las tejas del monasterio. Aquel hombre, tras mirarlos interrogativamente, halló que una punta de esperanza se abría paso en los once y vino a ennoblecerlos uno por uno, repartiendo alcurnias como plomo en troquel: emparentó al herrero con el señor de Ventoux, a la hilandera con Leonor de Aquitania, al ladrón de puercos con el rey Carlos el Temerario, al cantero tuerto con micer Bertrand du Guesclin, al soldado sin hueste con el sebastocrátor Constantino, al pellejero con el duque de Chalon, al fraile con el cardenal de la Mothe; y así, por arte suasoria, como quien desgrana maíz, le fue dando memoria gallarda y pompa lisonjera al mendigo y al labriego, a la nodriza y al carbonero. Luego, todos se aprestaron a escupir en suelo sagrado y a figurarse con gran convencimiento el lustre y las regalías de su nueva condición, imaginándose librados de la mortaja. El gallo quebró el alba, ya de retirada el chaparrón, en el momento en que preguntaron al extraño por su estirpe elegida: “La de Sammael, príncipe infernal, amante de Lilith y de Eva, padre de Asmodeo y de Caín”, dijo grave descubriéndose la cabeza. Los demás sintieron un repeluzno que les cortó el aliento cuando vieron, al chisporroteo de la hoguera, que aquel réprobo tenía córneo el borde de las orejas.




viernes, 24 de febrero de 2017

Mar de nubes y Lamedores de cielo



En su blog Mar de nubes, el escritor José Luis Gärtner acaba de publicar una entrada emocionada y emocionante sobre los perros, lo que me ha llevado al recuerdo de un conmovedor relato de Ángel Olgoso, "Lamedores de cielo".









LAMEDORES DE CIELO



Cuando estacioné y bajé del coche, el perro estaba allí, en la zona sombreada de una esquina del café, echado sobre la acera, mirándome. Dejé de saborear el cigarrillo. De pronto me di cuenta que estaba cambiando una mirada apreciadora, de una vívida afinidad, con un perro desconocido. Según observaba con más detalle al viejo animal, sentí un peso oprimiéndome la nuca. El despiadado estrépito de la ciudad, todos los sépticos ruidos de la vida, se desvanecieron. Creí apreciar huellas en su forma de ladear la cabeza, en la mansedumbre de sus ojos azulencos, en esa aura de reyezuelo indolente que el tiempo ha desamparado. Intuí otras formas bajo su tostado pelaje, otras facciones bajo su hocico y los pliegues de su testuz. Sopesé indefinidas reminiscencias, sombras en movimiento, reveladores vestigios. Un nexo de acción puramente refleja y de dolorosa nostalgia por todo aquello que falta. El perro olfateó desperezado. Y mientras sus ojos avanzaban hacia un brillo más intenso, la angustia me iba empapando como ese aguacero que se encona a veces sobre nosotros. Había algo sólido ahí dentro, en su mirada, sus parpadeos de reconocimiento murmuraban frases que instintivamente yo podía entender, palabras mudas que me dirigió diez años atrás mi hermano mayor antes de huir para siempre de nuestro padre y de nuestras vidas. Había un melancólico sentimiento piadoso retrepado en el interior de aquel perro callejero. Sus orejas colgantes y melladas hablaban en apariencia de huroneos interminables, de luchas y gemidos, de gloriosas carreras, de tácticas de garduño, de hambres y heridas, de territorios rendidos y recobrados. En el reflejo de sus ojos vi de pronto a las nubes amontonarse sobre la línea de los tejados, merced al impulso de un viento apacible. Y entonces, con un gesto de lealtad hacia el niño que fuimos, acaricié su lomo. Recibí una oleada de evocaciones, de imágenes y pensamientos, una especie de confirmación de identidad, de estupor extremo, un calor reconfortante que estalló inmediatamente entre mis dedos dejando escapar los infinitos susurros de seres sin hogar, de seres desencarnados, como si expiaran la absoluta aflicción que nos provocó su pérdida. La brisa trajo el olor de fuegos lejanos, el aroma de distantes recuerdos, entre tristes y cómicos. Por un momento me pareció que aquel perro, que mi hermano desaparecido y atrapado en aquel perro, asentían lenta e imperceptiblemente con la cabeza. Creí haber comprendido. Y de mis ojos manaron lágrimas.



lunes, 13 de febrero de 2017

Recomendación en el Blog de Cultura FNAC.

Blog Cultura FNAC


Libros de maravillas

ADOLFO GARCÍA ORTEGA


2. Otro libro de “maravillas” muy distinto al de Marco Polo es Nocturnario, de Ángel Olgoso. Se trata de una obra singular por varias razones. La primera y principal, porque son 101 collages de Olgoso absolutamente asombrosos, irónicos y surrealistas. Combina con humor situaciones paradójicas, estrambóticas, anómalas, inquietantes, con el estremecimiento en el espinazo de lo saturnal y oscuro. La segunda razón es que siempre son collages que manipulan grabados del XIX mezclados con dibujos actuales que imitan el estilo de otras épocas. Todas son ilustraciones chocantes, imaginativas y geniales, en su concepción y en su realización. Olgoso es escritor, pero ha desvelado en este innovador libro una deslumbrante faceta de “compositor” de imágenes oníricas, minuciosamente montadas desde el chispazo creativo que causa sonrisa, admiración y sorpresa. Sobre todo una enorme sorpresa. La tercera razón de la originalidad de este libro, publicado por la editorial Nazarí, es que aporta un valor añadido: Olgoso le pidió a 101 escritores que creasen un breve texto a la luz de los collages. El resultado es magnífico: puede decirse aquí que los textos “ilustran” las imágenes y asumen su papel subsidiario. Los microcuentos o poemas, todos inéditos, de los 101 escritores realzan la fuerza impactante de los collages, pero están a disposición de estos para “recrearlos”. Es Nocturnario, también, una especie de “gabinete de las maravillas” a su manera y no merece pasar desapercibido en el bosque de los libros. Una gran antología y un gran museo se dan cita en esta cuidada edición.

Publicado el 13/02/2017


Libros-de-maravillas


martes, 7 de febrero de 2017

Litoral (1)

Litoral, la veterana y exquisita revista que compagina palabra e imagen de forma maravillosa, publicó en uno de sus monográficos  (Nº 259, Agua. Arte y literatura) este relato tan sensorial:




LAS NUBES


Sólo tendiéndote al raso sobre la hierba, desocupado, con la cabeza vacía y la mirada limpia, podrás asistir a la verdadera vida de las nubes, descifrar su lenguaje, sus inadvertidas costumbres, sus viajes, sus calmos paseos y sus pletóricas derivas, la vertiginosa serenidad de las persecuciones en defensa de sus territorios sin linde, gobernadas como nosotros por fuerzas elementales, desterradas por el vendaval, zarpando puntualmente con la estiba siempre llena de algodón hidrófilo, sus aletargamientos y sus desplantes, sus amores, la inmovilidad de sus metamorfosis, sus caricias de aguanieve, ese juego silencioso de abrazarse y fundirse a sobreviento, en almiares aéreos, ese juego de ser otro, un híbrido de musarañas que se forma y deforma, se estira y se agiganta en la luz pasajera, sus cónclaves familiares, los torbellinos de sus rencores, sus tragedias, sus terribles batallas ingrávidas, el colérico retumbo de sus luchas, sus traiciones en llama viva, sus lágrimas después de la rendición de las tropas, sus orfandades, su camaleónico vestuario sobre los buches sin peso, sus mantos con un viso del oro tostado al gris lava, sus vellones, sus lentejuelas de vencejos y cometas, su rubor hiperbóreo, sus digestiones al sol, sus cuenta cuentos junto a las hogueras de las estrellas, sus premiosas despedidas, sus estertores, lastimadas por el azufre que remonta, acribilladas por avionetas y reactores, cañoneadas sin piedad con cristales de yoduro de plata, titanes de humo deshaciéndose sigilosamente bajo cielos sombríos, disipándose en perezosos despojos de muselina, olvidadas, mortales como nosotros.

Robert and Shana ParkeHarrison

lunes, 6 de febrero de 2017

Finalista Premio Ángel Ganivet



 Finalista del X Concurso Literario Internacional “ANGEL GANIVET” 2016, convocado desde Finlandia, entre un total 1367 trabajos enviados al certamen por participantes de 35 nacionalidades.





domingo, 5 de febrero de 2017

El confeti de nuestras cenizas

Narrativa Breve, estupendo blog literario, reproduce en su sección "Cuento breve recomendado" el vertiginoso relato 
El confeti de nuestras cenizas:

"Un bastón de enebro es el objeto que en mano de distintos personajes une estas nueve pequeñas historias acaecidas en tiempos históricos distintos, desde la prehistoria hasta la actualidad. La única separación de cada historia es el punto y seguido para así, englobadas en un todo completo por medio del objeto antedicho, dirigirlas hasta el final, a su conversión en huesos o mejor en “el confeti de nuestras cenizas”.                                                                                                                                                                   Miguel Díez R.




EL CONFETI DE NUESTRAS CENIZAS

(cuento)

Ángel Olgoso (España, 1961)


En lo alto de la ladera, entre el bosquecillo donde rebuscaba bayas y piñones y desde donde se avistaban huidizas manadas de uros patilargos y rinocerontes lanudos, el anciano encontró aquella rama de enebro desgajada por un rayo; regresó con ella al abrigo de la angosta boca de la cueva, se sentó en torno al fuego junto a las mujeres y las pieles sin preparar, dobló trabajosamente sus piernas deformes y, valiéndose de una piedra cortante y de una punta de hueso descamado, tajó, desbastó la rama, la limpió de resina, alisó sus nudos hasta convertirla en una vara tosca, en una especie de bastón recto y sólido con el puño sin rematar que alzó, contento como un niño, ante los hombres que regresaban de la cacería. El capataz se apresuró a guardarse el bastón de enebro bajo el brazo izquierdo, con el derecho solicitó un flagelo para apartar a los esclavos, y al hacerlo chasquear airado golpeó el saco de semillas con el que cargaba uno de ellos, derribándolo: había visto venir hacia él sobre la tierra ardiente el séquito del sacerdote, con la silueta de la inacabada pirámide a su espalda, vistiendo esa túnica de pájaros y jeroglíficos propia de la consagración a Tot de la momia de un ibis. Tras hacer la última libación, el tutor se despidió de su anfitrión, se calzó las sandalias y, apoyándose en el viejo bastón de enebro que no podía usar como distintivo de dignidad, cruzó bajo las columnas del peristilo y siguió el pavimento de mosaico hasta salir por el atrio en dirección a la plaza donde vivía su pupila, a la que cortejaba en secreto como a un ídolo; sobre la última grada del templo, los arúspices examinaban las entrañas buscando señales favorables e interpretaban la voluntad divina, el fuego de las lamparillas despedía un mareante perfume de mirra e iluminaba ya las estatuas en sus nichos abiertos, mientras el tutor se abría paso entre literas y ciudadanos que llevaban guirnaldas votivas o compraban amuletos, que hablaban del copero ahogado en las termas, de la incorrupta gloria del macedonio o de los alaridos de los condenados a las fieras en la arena del circo. El ennegrecido cadáver, cubierta la piel con bubones e inflamado el vientre como un odre, se pudría en el camino junto a un hito de piedra marcado con una cruz; al pasar, el niño, que viajaba solo, con unas calzas harapientas y una calabaza medio vacía en la cintura, no se atrevió a hurtarle al difunto los borceguíes pero recogió de su lado aquel bastón repulido y lo examinó como haría con una moneda de medio florín: se figuró un pastor, un templado arriero de bestias, un ufano tratante de lino, se imaginó dueño de un jubón de terciopelo, de una jauría de lebreles, de heredades sin cuento, y echó a andar feliz por la suave cuesta haciendo molinetes con el bastón mientras aprendía a silbar, descansando a las horas del rocío, de día en procura de un faisán que colgara de alguna ventana o de un trago de leche ordeñada a hurtadillas, pareciéndole que el sonido de los carros de los muertos y de las tablillas de San Lorenzo daba paso a las trompas de caza y al zumbido de las abejas, que al hedor de las fosas abiertas le sobrevenía el aroma de la mies sin recoger tendida en las eras y el de la hierba color de esmeralda engalanada por el sol, que su cuerpo desmedrado y sediento ya no necesitaba el socorro de una umbría catedral o de las murallas de ese castillo cuyos pendones, a lo lejos, temblaban de purpura y oro. Cuando llegó al patio de armas del fuerte, y después que se hubo recobrado con dos cazos de agua y una escudilla de gallina, el escribano de la expedición contó a todos sin menoscabo de detalles las mañas crueles de la lucha, el considerable espanto que allí vio, cómo pudo ocultarse tras el cuerpo asaeteado del capitán, pues no era de mucho bravear, cómo quedó untado de sangre y regresó sustentándose en el bastón de enebro que se trajo a las Indias, cómo los feroces caribes, que andaban en vivas carnes, pintados de muchas maneras y tocados con plumas de papagayo, los flecharon y diezmaron, y tomaron cautivos a los soldados que padecían algún daño, menos al escribano dado por muerto: de nada sirvieron los ladridos de los perros y los relinchos de los caballos, el brillo de las corazas y los truenos de los arcabuces, las siete jornadas con gran hambre por ríos caudales, las cincuenta leguas y más por caminos asperísimos llenos de maleza de palmas y raíces, aparejando cómo alcanzar ese lugar que decían abundante en oro y joyuelas, en toda clase de frutas y bastimento, en arboles de los que hacían bálsamos y en yerbas cuyo humo admirable sacaba de seso y procuraba remedios y mercedes. Luego de fumarse una lenta pipa tras los vidrios de la taberna, el viejo caballero, que se solazaba al mismo tiempo en una emulación vanidosa de sus recuerdos, de cuando fue soldado en batallas de alcoba y podía mantener un carruaje propio, cuando lo cubrían una chaqueta de lustrina y unas rellenas medias blancas, unas botas con vueltas amarillas y un sombrero con divisas, cuando compraba a diario seis peniques de pasteles “Damas de honor”, cuando jugaba al whist rodeado por cortinas de legitima cretona y tenía una fe genuina en el Imperio y en la suerte, salió al oscuro callejón de una yarda de ancho, la nariz colorada, cocido en ginebra y cerveza de jengibre, tambaleándose con la sucia casaca bajo la enseña del Jabalí Azul y las ventanas devoradas por el hollín, entre sacos de yute y escaleras mugrientas, entre chiquillos andrajosos que en ocasiones vendían carbón al menudeo y que ahora se burlaban de él, le daban patadas y forcejeaban para arrebatarle su única posesión de valor, ese lustroso bastón que el viejo caballero se resistía a empeñar, un vestigio de sus negocios americanos, un blasón, un poderoso asidero que veía alejarse desde su posición en el suelo enfangado mientras, a través de sombríos pasajes y zaguanes, se acercaba la lejana tonada de un organillo de manubrio. Amoratado por el frío, se incorporó al fin el teniente después de una cabezada en el húmedo catre del puesto de mando, avanzó por la estrecha trinchera de altas paredes rematadas con sacos terreros y, como una institutriz que vigilara a los infantes en un parque, pasó revista a sus hombres de la quinta del 15 repartiendo órdenes a la vez que se golpeaba las polainas, como solía, con el bastón perteneciente a aquel abuelo que logró huir de la miseria de East End; habían resistido la primera ofensiva, y aunque el enemigo descargó sobre ellos una tormenta de fuego y acero, abrió brechas en los flancos y sepultó viva toda una sección con la tierra de un obús, el sector estaba en calma, ya no se oían los clamores del cañoneo incesante ni los gemebundos gritos de dolor, se cambiaban los apósitos a los heridos, se enterraban los cadáveres ametrallados, panzudos, reventados, tumefactos, se limpiaban de barro las palas y las bayonetas, los puntos de mira y las máscaras antigás, se rezaba por los placeres que iban a malograrse, se procedía al espulgo de las cabezas y a la reparación del enredijo de las alambradas. Justo en medio de ellas, y al lado de las vías del tren que morían allí mismo, se abría un camino ancho por el que marchaban despacio multitudes de recién llegados antes de acceder a la rampa; cientos, miles de personas que habían abandonado los vagones azuzadas con brutalidad por los perros y los látigos y las furiosas voces, cargaban ahora con niños de pecho, con bultos de ropa y maletitas; aquel lugar desconocido no era una estación y toda la aterrorizada comitiva se detuvo ante tres puntos negros y uno blanco: un sanitario y tres soldados de rostros anodinos y bien alimentados, de pie, hablaban entre ellos con sonrisas furtivas para estimular el deber y sobreponerse al acre olor y al aburrimiento de una nueva jornada de trabajo rutinario; se volvieron, en el borde de la rampa, hacia la silenciosa muchedumbre y uno de los soldados, con gorra de oficial y un bastón de enebro en la mano derecha, comenzó a levantarlo de forma veloz y despreciativa y, señalando a cada cual, indicaba un lado u otro, separaba a los hombres a la derecha y a las mujeres a la izquierda, seleccionaba después entre las apretadas filas, con un leve pero firme movimiento del bastón, a los débiles, a los ancianos, a los enfermos. El doctor, sintiéndose culpable por tantos años de desapego, decidió que esta vez complacería a su esposa y viajarían juntos; y paseó aquel resistente bastón suyo de enebro que, según ella, le hacía parecer mayor y más ridículo por el suelo encerado del aeropuerto, por entre las mimosas y los algarrobos locos del jardín de un palacio, por los alrededores del faro sobre una playa desierta, por la puerta de una iglesia donde arrojaban arroz sobre los novios, por la habitación del hotel en la que hicieron el amor sin reticencias y con pasión por primera vez en un lustro, por la yerba seca de un sinuoso camino de montaña donde los sobrepasó un pequeño camión envolviéndolos en una nube de polvo anaranjado, por la plaza del pueblo que celebraba una verbena en la que bailaron y él tomó tres copitas de un vino verde, por la Capilla de los Huesos de Évora, ante cuya entrada el doctor se apoyó con las dos manos sobre aquel bastón infinitamente bruñido que parecía flotar solo frente a los azulejos, y leyó, traduciéndolas, las palabras escritas en el dintel del pórtico: «Nosotros, huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos».

Las frutas de la luna, Palencia, Menoscuarto, 2013, págs.119-125