Comparto con vosotros el poema De lo que aconteció al guardar dos hojas de árbol en un libro, que es un pequeño homenaje a Las frutas de la luna (Premio Andalucía de la Crítica). Este texto, donde he intentado mezclar lo lírico con lo fantástico, está incluido en mi poemario Botánica fantástica, trabajo que cuenta con numerosos fragmentos (a modo de pie de página) de relatos de Ángel y con ilustraciones de Guillermo Rodríguez de Lema Blanco. Espero que os guste.
Guillermo Rodríguez de Lema Blanco
DE LO QUE ACONTECIÓ AL GUARDAR
DOS HOJAS DE ÁRBOL EN UN LIBRO
Puse a secar dos hojas
dentro de Las frutas de la luna.
Y en aquella fresca buhedera,
fibra a fibra,
se empaparon de visiones,
de un delicioso vértigo,
de sabores extraños,
de bucles y de vívidas atmósferas.
Eclosionaron,
pequeñas cosmogonías,
hacia un sol negro pero destellante.
Germinaron
en cada curva de las letras
con raíces aéreas y zarzillos.
Llegó la primavera.
Sarmentosa,
la rama abandonó las páginas,
trepó por las paredes,
rompió la claraboya del tejado
para invitar al sol y a los vencejos
a su expansión.
Y fue una nebulosa,
y cubrió cada muro del tiempo
hasta alcanzar
los límites.
Un árbol nos cobija,
con su floración perenne,
desde que yo planté dos hojas en un libro.
“Bajo aquel
copo de luz que se cernía sobre la hoja, creía advertir cada brizna
de hierba, o la tirantez de los regueros invisibles de savia que
ocultaba la tupida techumbre del bosque; tenía la sensación de
poder acariciar las cortezas plateadas de los troncos, las grietas de
las rocas o la piel de la luna, demorar las yemas de los dedos sobre
sus cráteres, sus mesetas y llanuras moteadas, y aun sus árboles y
las raras alhajas de sus frutas cenicientas”.
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