He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

martes, 27 de septiembre de 2016

Diodati. La cuna del monstruo.


"Diodati. La cuna del monstruo", libro colectivo para celebrar el bicentenario de un crisol cultural








PRÓLOGO

Se le atribuye a Schiller la frase “no existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”. El destino, siempre a punto de morir y siempre renacido, convierte la fortuna en un trozo de cielo. No fue casual, por lo tanto, que el verano de 1816 sufriera las consecuencias de la erupción del monte Tambora en Indonesia en abril del año anterior, ni que las bajas temperaturas ocuparan el estío y las cenizas apagaran nuestra estrella, que la quebraran igual que se quiebra un ídolo de arcilla, ni que los Shelley, Byron, Polidori, recogieran el hilo de las sombras para transformarlo en cuentos, ni que los misterios fueran grandes monumentos funerarios de papel, Frankestein, El Vampiro, dos pasiones alentadas por el terror y el hielo, ni que Ángel Olgoso y Francisco Javier Guerrero, doscientos años más tarde, conversaran sobre el paisaje intelectual de aquella época, sus laberintos, tragedias e intereses, plantando la semilla de un hermoso proyecto, arropados por la intimidad y el sigilo, qué casualidad que ambos tuvieran una deuda con Villa Diodati, ¿no?, no lo fue, por supuesto, ni que las veladas que acogió la magnífica residencia fueran el lienzo perfecto sobre el que volcar los miedos de otro tiempo, aquel, este, qué importa, ¿acaso no todas las estaciones son el mismo hermoso lugar para esperar la nada?
Diodati, la cuna del monstruo, surge de un compromiso, de un deber libre y soberano con el encuentro que propició la aparición, igual que sus quimeras, de dos libros esenciales para la literatura moderna; también con el lugar, la villa, un espacio pulsado por el hechizo histórico de las letras; y con el ideario de insumisión política y vital que, como nos recuerda Inés Mendoza en su El Romanticismo: tormenta y rebelión, eleva a sus autores por encima de la popularidad “terrorífica” y del anecdotario con el que, a veces, se oculta su irrevocable rebeldía.
El legado de aquella reunión que tanto ha influido en todas las disciplinas artísticas, no solo literarias, también musicales, plásticas, escénicas y visuales (sobre todo en el cine), reluce como un faro que ha detenido el tiempo y se ancla en nuestros días, en nuestros poetas, ilustradores, narradores y cronistas, cargado a sus espaldas, por decirlo con los versos de Valente, para ascender de nuevo hacia la luz. Para seguir creando, dando vida, alumbrando nuevos mundos y horizontes de los que da cuenta este volumen. Cada autor pone el foco en una habitación del mito, de la historia o de la casa, en una de las muchas cicatrices del monstruo, en un sueño o en una utopía, en lo que pudo ser o solo en un reflejo, en un análisis certero o en una interpretación, en un tributo o en un agradecimiento al fin y al cabo, en la silueta del mismo paisaje que en todas las páginas revela el punto más claro del eclipse.




Editorial Adeshoras

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