He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

jueves, 7 de febrero de 2019

Cuentos sin límites

Comparto hoy la reseña que el académico José María Merino publicó en la sección "La voz de los cuentos" de la revista LEER sobre Las frutas de la luna, de Ángel Olgoso, que él considera su mejor libro: "Siempre intento trascender el género fantástico; en estos relatos, mediante perspectivas totalizadoras de la especie humana, cierto vértigo cósmico, cierto desconsuelo metafísico, diversidad de registros y atmósferas y, sobre todo, una prosa densa y exuberante". Merino hace también hincapié en la "notable potencia expresiva" y en la "sustancia lírica" con las que Ángel logra veinte historias que se bastan a sí mismas y tienen sus propias leyes, con las que consigue "un libro fuera de lo común en todos los sentidos".




CUENTOS SIN LÍMITES 

José María Merino

Ángel Olgoso (Cúllar Vega, Granada, 1961), autor ya de una tan copiosa como original obra cuentística, presenta en Las frutas de la luna 20 piezas narrativas, que, dentro de la impregnación fantástica, conservan todas ellas el mismo espíritu: no la extrañeza ante lo cotidiano, sino la extrañeza ante lo cósmico, un desconcierto ontológico, medular, diría yo, convertido en magníficos relatos, a través de variedad expresiva donde con maestría la riqueza del español se muestra también con un estilo muy personal que se acomoda a muchas formas diferentes.

Desde el primer relato, Contraviaje, sorprende la invención y el logro: la secuencia de un "desmontaje" del mundo hacia la nada. El síndrome de Lugrís es otra pieza magistral, con un guiño recurrente a la música del gallego y una historia pavorosa sobre la unificación de los rostros humanos, en un tema desidentificador que se conjuga muy bien con La pequeña y arrogante oligarquía de los vivos, con Los túmulos, con El confeti de nuestras cenizas Bestiario. En casi todos los cuentos hay una sustancia lírica que no perjudica en absoluto a la narratividad, y que incluso les da notable potencia expresiva; así en Aramundos, o en Un cuenco de madera de ciprés, con agua, para recoger la luz de la luna.

El libro tiene pues diversidad de muy difícil integración, pero que el autor ha logrado que funcione perfectamente. La peculiar distopía que refleja Materia oscura encaja sin estridencia con el resto, como el tema del doble, finamente tratado en Dybbuck. En todo el libro está como tema central la extrañeza ontológica a la que me referí antes y el desvanecerse del tiempo, a veces tratado con inusitada brillantez, como en El confeti de nuestras cenizas o en Suero...

Y es digna de aplauso la precisión de orfebre con que están construidas las atmósferas, desde el mundo gallego hasta las montañas que pintó Friedrich, el mundo indio o el chino, o el ambiente rural de un velatorio. 

En resumen, un libro fuera de lo común en todos los sentidos.

Con José María Merino




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