He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 5 de junio de 2022

Reseña de "Bestiario" en Libros de Cíbola





{RESEÑA} ÁNGEL OLGOSO: BESTIARIO (EOLAS)

Con la publicación de su libro de cuentos Devoraluces (Reino de Cordelia, 2021) anunciaba Ángel Olgoso su despedida de un género que había cultivado durante toda su vida con tremendo éxito de crítica y lectores. Parecería, por tanto, que el lanzamiento reciente de Bestiario por la editorial leonesa Eolas contradecía esa decisión que tanto disgusto nos produjo a su legión de admiradores; lamentablemente, no es así dado que se trata de una recopilación de trabajos anteriores que se han agrupado para armar ex novo un atractivo volumen de textos que tienen en común el que podrían formar parte de un hipotético bestiario, ese «tema característico la literatura fantástica» según el autor.

    En un texto clarificador dedicado al cuento fantástico escribió Olgoso: «En mi opinión, el fantástico es el lugar natural de la escritura, la maravillosa posibilidad —quintaesenciada— de inventar mundos diversos, alternativos, imposibles, mundos al revés. […] La mía es una literatura de imaginación, de torsión de lo real, con un obsesivo gusto por los contenidos expectantes y vertiginosos, insólitos y perturbadores. El relato fantástico me permite escapar de lo consabido, de lo mostrenco, de lo plano». Ciertamente, todo es insólito y perturbador en Bestiario, un volumen que, más que ejemplos de un bestiario fantástico convencional, esto es, textos que describen las formas y el comportamiento de animales inexistentes, contiene invenciones donde el animal y el hombre son monstruos en acto o en potencia, siempre vacilantes ante su propia condición biológica —que no es inmutable— y siempre al acecho de sus víctimas.
    Como se sabe, lo monstruoso en todas sus variantes es uno de los temas predilectos de la literatura fantástica de todos los tiempos. No hay más que observar que en la mitología universal y en el imaginario medieval abundan los seres monstruosos (Minotauro, Cancerbero, Basilisco, Dragón, Grifo). Existe una ciencia (Taratología) y toda una tipología de los monstruos, normalmente conformados por una hibridación (Hombre-lobo), una magnificación (King-Kong) o una masificación (Los Pájaros). Todas estas transgresiones son de índole biológica, pero hay otras, no menos efectivas y espeluznantes, que son de orden psicológico, social o moral. Una hecho muy importante (más en literatura), del que se encuentran muchos ejemplos en este Bestiario de Olgoso, es que el monstruo, la bestia, lo anormal, produce en el lector dos sentimientos encontrados y simultáneos: la atracción y la repulsión. Aquí radica, por tanto, la eterna vitalidad del monstruo literario, porque «nos pone frente a frente con nuestros terrores, deseos e inseguridades» (David Roas).
    SAMSARA
Soy un ñu. Me persiguen, incansables, las hienas. Siento el primer mordisco y los ataques sucesivos. Mientras me están comiendo vivo y se acercan ya buitres y carabús, en el instante exacto de la muerte, me deslizo inexplicablemente dentro del cuerpo de una india tolteca que va a ser inmolada en el altar de los sacrificios. Muero y vuelvo a revivir en las formas de un condenado ante un pelotón centroeuropeo de fusilamiento. Esta es una situación, huelga decirlo, deprimente. Una vez pasada la ilusión de la novedad, el ciclo de las reencarnaciones —arbitrarias, maliciosas, extemporáneas— se convierte en un estigma insoportable. Abismado en este perpetuo vórtice, apenas he conocido el esparcimiento. Fui, sin ir más lejos, peón en las Pirámides, en la Gran Muralla, en Machupichu y en la Basílica de san Pedro. No es gratuito afirmar que, a estas alturas, mi conciencia y mis miembros se hallan en un estado de escarnecimiento y extenuación indecibles. Ahora, aquí, en esta taberna turística ecuatorial, arrojo mis mudas zozobras justo sobre vuestras cabezas: soy ese cocodrilo que cuelga del techo y os mira. 
    Señala el prologuista que «el asombro —sobre todo la sorpresa final— es una característica esencial de todos los cuentos aquí reunidos, así como la alegoría continua, el exotismo puntual y el fino humor que a veces roza lo grotesco». Yo añadiría también a estas definiciones de su estilo cierta dosis de erudición naturalista y de crueldad, una crueldad siempre bajo control para no desembocar en lo macabro. Sorprende asimismo la unidad estilística de estos cuentos escritos durante un periodo tan largo de su actividad creadora. Algunas peculiaridades fácilmente reconocibles en la escritura de Olgoso son el barroquismo de su prosa, su riquísimo vocabulario, el usual empleo de largas enumeraciones, la escasa acción, la ausencia de diálogos y el predominio del monólogo discursivo; en definitiva, un estilo literario muy trabajado que, ciertamente, es bastante inusual en otros autores actuales del género.
    Bestiario se compone de sesenta microrrelatos y cuentos cortos procedentes, como he indicado, de libros anteriores (lamentablemente, no se especifica el origen de cada pieza). Los procedimientos que encontramos en Bestiario son variados: el apócrifo erudito (El mugido de la Nada; Las moscas), el apólogo (El libro del batir de palmas de las medusas), el bestiario fantástico clásico (Sátiros, faunos, panes, silvanos y rbhus; Cuadrimensional), el terror (El yacimiento), y también magníficos cuentos de estirpe kafkiana, como El perro verde, historia de un hombre que súbitamente se comporta como un perro callejero, o El asedio, sobre una rebelión de los perros contra los seres humanos. Tampoco faltan los cuentos sobre el tema clásico de la metamorfosis, como el estupendo El pisapapeles, que refiere la historia de un hombre que entra en una extraña tienda de antigüedades y sale convertido en un camaleón. En muchos textos es la propia estructura verbal, al margen del propio argumento, la que produce el efecto de extrañamiento que es fundamental para la eficacia de un cuento fantástico. Con todo, la mayoría de las piezas están narradas o protagonizadas por los propios animales: ñu, tiburón, abejas, lepidópteros, asno, gato, luciérnagas…
    «Bienvenidos a la bruma inquietante y magnética de lo inaudito —escribe Olgoso en el texto que citaba al principio—, bienvenidos a la bruma de maravilla del relato fantástico, esa que flota sobre las delgadas fronteras que separan lo real de lo irreal». Bienvenidos, pues, a este Bestiario fascinante que no defraudará ni a los lectores devotos de Olgoso ni a los que se acerquen por primera vez al escritor andaluz.

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