He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

miércoles, 1 de mayo de 2024

Raíces. Ficciones de la memoria

Un placer formar parte de "Raíces. Ficciones de la memoria", suculenta antología coordinada por Paola Tena y publicada en Tenerife donde 78 autoras y autores de 11 países de Iberoamérica reelaboramos leyendas e historias tradicionales, con el fin de rescatar esas narraciones que nos unen y nos definen. Todo un rico sustrato literario, histórico y sociológico. Raíces invisibles que comunican personas y pueblos y que se extienden de un continente a otro. Participo con el relato “Quauhxicalli”:


<<“En el primer día del mes, al son de los tambores de piel de jaguar, las víctimas de los sacrificios ceremoniales -niños, esclavos, prisioneros que se desmayaban de pavor- eran arrastradas por los cabellos escalinata arriba, hasta la cima del templo Mayor, y tumbadas de espaldas sobre el tajón. Mientras los sacerdotes, con pedernales y cuchillos de obsidiana, abrían vivos los cuerpos por el pecho y arrancaban sus corazones, espeluznantes alaridos enmudecían a los monos aulladores. La sangre chorreaba y nutría las jícaras, los brazaletes de jade, las plumas de guacamaya, la escritura de piedra, las aristas decoradas con cabezas de serpiente. Pero antes de que los cuerpos fuesen arrojados por la escalinata como muñecos rotos y los sacerdotes honraran al señor del Sol, al dios de los Vientos o a las divinidades Tlaloques de la lluvia ofreciéndoles el humo de los corazones que habían de quemar, éstos eran depositados mientras tanto, como manojos de cebollas rojas, en grandes copas de piedra. A veces allí, en los quauhxicalli, de aquellos órganos aún calientes y desconcertados que resbalaban viscosos unos sobre otros intercambiándose últimas voluntades, dolores extremos y pánico incolmable, de aquellas entrañas bárbaramente extraídas, partía un resuello, un siseo, el hipido de las arterias desgarradas al vaciarse de aire y que parecía decir: “Recuérdame, recuérdame.”>>



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