El poeta y pintor chileno Iván Contardo comparte sus elegantes impresiones lectoras sobre Tenue armamento (Editorial Alhulia, 2018), el libro misceláneo en el que Ángel Olgoso reunió una primera entrega de textos de no ficción.
TENUE ARMAMENTO, DE ÁNGEL OLGOSO
Iván Contardo
Este “cartapacio de papeles menores”, como ha subtitulado el autor a la vasta recopilación de textos breves de diversa índole y propósitos, escritos para circunstancias literarias, como presentaciones y prólogos de libros propios y ajenos, aperturas de encuentros de escritores, discursos, cartas y reflexiones sobre las letras, es un interesante rescate de esa producción que, sin tener el propósito de sus imaginativas narraciones, ofrecen una interesante y esclarecedora información sobre las motivaciones, modelos, génesis y herramientas de construcción del lenguaje que orientan su quehacer creativo. En sus palabras Tenue armamento es una “ecléctica miscelánea de papeles menores”.
Los siguientes fragmentos de este libro pueden ser oro para quien desee aventurarse en la narrativa fantástica. El escritor nos confidencia: “En mis relatos siempre me ha interesado explorar la frontera entre sueño y vigilia, dar rienda suelta a la potencia expresiva de nuestras capas más oscuras y profundas, provocar el vuelco de la razón, introducir elementos extraños y perturbadores, ajenos a la norma o al espacio y el tiempo, que nos empujen a una mirada renovadora de la realidad.” (Los esponsales de la imagen y la palabra, página 147)
Fundamenta la estimulación de la fantasía del lector con estas palabras: “El cultivo de la imaginación estimula las zonas dormidas del cerebro y despierta en nosotros facultades intelectuales y emocionales ampliadas. Necesitamos la imaginación no para soñar o para evadirnos de la realidad sino, precisamente, para despertar y para comprender." (Los esponsales de la imagen y la palabra, página 148)
En la presentación de Astrolabio define su literatura como la “de alguien a quien le importa un bledo la calderilla de lo cotidiano, de alguien que dispara fogonazos a cuya luz se pueden ver de pronto y quizá por primera vez rincones escondidos; una literatura de imaginación, de torsión de lo real, pero más acicateada ahora por los retos narrativos y por una experimentación con géneros y subgéneros.” (Página 126)
Con liberalidad comparte algunos de sus secretos: “Creo que se puede contar una historia con palabras que tengan peso específico, con una prosa cuidada, exigente, depurada. Creo que se pueden conseguir resultados de una aterradora economía y, a la vez, de una mágica fulguración. Si se hace bien, la extensión breve magnifica las cosas pequeñas, las dota de un inmenso poder, hasta el punto de lograr que las historias mínimas puedan dilatarse y desbordar la página.” (Presentación de Astrolabio, página 128)
A veces el punto de partida de un relato es la contingencia política y como resultado de la sensibilidad social y la tensión que el escritor vive en determinado momento histórico, como sucedió con Breviario negro: “Está claro que los malos tiempos son más fructíferos para la escritura, que el miedo es un excelente motor creativo (si fuéramos felices seguramente no necesitaríamos del arte) y, como digo, este libro nació de la perplejidad y el pavor y fue escrito en estado de alarma pero, aunque se haga mediante derivas imaginarias, escribir en caliente tiene sus peligros, resulta siempre un desafío traducir la experiencia cuando la temática es circunstancial: por un lado, el exceso de horror trae el deseo lógico de imaginar otro mundo muy distinto de este; por otro, la denuncia vertida en la literatura tiende a perder el aguijón, a volverse inofensiva o, peor aún, algo panfletario.” (Página 14)
Debemos confesar que, luego de leer prólogos tan bien construidos y motivadores, acicateados por la curiosidad y la llamativa sinopsis que inteligentemente nos presenta Ángel Olgoso, no hay más opción que hacerse a la lectura de los libros. Estas presentaciones son exquisitos aperitivos que abren el apetito a una reconfortante y fabulosa lectura, de gran disfrute estético.
La presente nota quiere ser expresión de la gratitud de un lector y aprendiz de escritor, hacia este consagrado hombre de letras que, desde el otro lado del océano, nos deleita con su escritura multiforme, pletórica de imágenes y símbolos, que no trepida al enfrentar desconocidos, reales o quiméricos, planos de realidad y abre en cada página nuevas puertas hacia mundos extraordinarios. Lejos de ser “tenue” el armamento de Olgoso es el de un arsenal y una armadura bien temperada, resistente y áurea, en lengua cervantina.
Iván Contardo y Ángel Olgoso
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