He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

miércoles, 12 de agosto de 2020

Reseña de Las frutas de la luna, por Lilian Haydée Cheruse

Tras sus caleidoscópicas miradas a Los demonios del lugar y a Breviario negro, la escritora argentina Lilian Cheruse se adentra esta vez en Las frutas de la luna, libro de Ángel Olgoso que el autor siempre ha considerado su modesta cima literaria. Lilian despliega sus impresiones lectoras con minuciosa sensorialidad, y devuelve multiplicados los reflejos conceptuales que proponen los imaginativos relatos de Ángel, nada fáciles de diseccionar. Gracias una vez más a Lilian por su amistad y lealtad literaria, que nos enriquecen. 
Acompañan esta entrada fotografías de Luis H. Vaca.




LAS FRUTAS DE LA LUNA, 
POR LILIAN HAYDÉE CHERUSE

Es este un libro que exhala delicadas sensaciones. Lo habitan mundos desconocidos, iluminados, “blancos”. Una obra poseedora de misterio y extrañeza en sus argumentos, transparencia narrativa y vuelo lírico en su forma. Su título es un anticipo metafórico de su contenido. Conviven en su interior espacios nacidos desde el concepto y desde la estética, desde el estudio investigativo y el estudio idiomático. Es simbólico por sus títulos y por su trama. Sus recursos estilísticos de altísima pureza se derraman en enumeraciones, metáforas, imágenes sensoriales, descripciones, comparaciones. Lo defino como un libro sinestesia de frutas y de luna, luz de plata y pulpa, noche frutada, aroma selenita. Sabor colorido y jugoso. Sus relatos pueden desarticular la conciencia terrena en la voz de “Contraviaje” o por el contrario rearmarla con palabras y equívocos semánticos (“Designaciones”). Transformar esa conciencia común por las leyendas de unívoca belleza como son “La torre de Hunan” y “Un cuenco de madera de ciprés…”. Trocarla en vivencias colectivas de una marea mortal (“La pequeña y arrogante oligarquía de los vivos”) o un mito sangrante ("Águila de Sangre"). Encadenar la memoria existencial con los ciclos genéticos de “Suero” o “El confeti de nuestras cenizas”. Lastimar esa estructura psíquica colectiva con el “El síndrome de Lugrís” o curarla con la ilusión de inmortalidad (“La promesa”), el favor de los dioses en “Las perlas de Indra” o la flauta de un mundo soñado como “Aramundos”. Castigar esa estructura mental impiadosa con “Materia oscura” o “Dibujé un pez de polvo”. Distraerla con un ensayo de las extrañas criaturas citadas en “Bestiario” y la chispeante historia local de los “Jueces del valle de Josafat”. Despertarla o divagar con la acción de dormir (“Los túmulos”). Sensibilizar su comportamiento colectivo con la aparición del propio Olgoso dentro de sus páginas: su desdoblamiento en “Dybbuk”, su transferencia con Friedrich en “Las Montaña de los Gigantes…” o con el sorpresivo mensaje final del escritor-narrador en el mencionado “Águila de Sangre”. Todas estas historias constituyen un conjunto de piezas únicas compiladas en un delicado trabajo artesanal para que el estilista y el pensador alumbren mundos diversos, testimonios, pinturas, diseños de un gran escritor: Angel Olgoso. 



CONTRAVIAJE. Como anticipa el título, es un viaje hacia atrás, podría decirse del revés o al mundo de la percepción cambiante o aparente. Es un regreso a la oscura disolución de la materia. Espasmo que se repite en ciertos momentos cruciales de los tiempos, a fin que finalice la iluminación histórica y el vacío sea un suspenso hasta que alguien o algo decida el regreso de otro panel escenográfico para caracterizar la tierra. La realidad como concepto se desvanece sin respuestas. ¿Ser o no ser? Los teloneros quitan las pantallas con rutinaria actitud y se van llevando porciones de cielo, tierra, verdes y humanidad. Arrastran el universo hacia el vacío sideral. Los dos operarios, protagonistas de este mundo ficticio, cumplen un mandato eterno sin saber si habrá nueva luz y vida. La pregunta existencial, filosófica, cosmogónica espolvorea cada partícula que se hará vacío: polvo, tecnología, sonidos de la tierra, formas, construcciones, acciones vanas o no, es decir la vida toda. ¿Somos parte de lo real, es sólo una apariencia, una ilusión mental, un telón de fondo descartable? Ángel Olgoso describe a la perfección está situación con extensas enumeraciones donde involucra cada porción de este mundo, cada partícula del cosmos. Metáforas, imágenes poéticas, sensaciones y colores conforman un mapa burbujeante que ha de desaparecer por un agujero negro. Este texto me recuerda su relato "Cartografía" por esa descripción minuciosa, fresca, lírica, rebosante de naturaleza. Sin embargo, el autor no se repite y ambos temas son diferentes. Su punto de todos los puntos, el Aleph, está presente de manera particular en muchos de sus narraciones, en éste precisamente, Ángel ha tenido la virtud de mantener el embeleso sobre nuestro mundo y el espacio sideral con una increíble síntesis descriptiva que expresa su vastedad. Lo ha hecho transformando lo indecible en concretas resonancias, apelando a un encadenamiento nominal que a la vez es una "bullente" pintura de la fructífera naturaleza, de la compleja trama vital, de todos y cada uno de los puntos inherentes al hombre: su interior, su expansión, su hacer. "Contraviaje" es uno de los cuentos ejes de su maravillosa pintura de la belleza con sus claroscuros. "Contraviaje" es un presagio de este canasto de frutos apetitosos que el lector saboreará en "Las frutas de la luna". 



DESIGNACIONES no "desarma" el mundo conocido donde habitamos, como sucede en "Contraviaje", sino que lo "construye y lo fija" con palabras porque los nombres designan, valoran, detienen el caos del universo con sintagmas, vocabulario y sus definiciones. Este mundo que Ángel clasifica es nuestro mundo terreno y lo hace a través de una larga enumeración de las acciones del hombre. Un mundo articulado por una enciclopedia emocional; sin embargo, es tristemente acorde a designaciones equívocas, porque las emociones son disfrazadas de bonhomía. Actitudes pintadas como las mejores, pero que son dictadas por las sombras del alma, por las mezquindades, y tal vez el deseo de excusarse, de aliviar las culpas, de justificar el proceder destructivo sobre el prójimo. Es un diccionario construido con sarcasmo, una ironía sobre el relato comunicacional y deshumanizado que los individuos pregonan para justificar sus acciones. Es breve, bello, contundente, duro y revelador. Nuestro escritor ha quitado en el primero de los relatos el velo de formas del universo y en éste el velo de los significados. Estamos desnudos ante nuevos desafíos ficcionales de otros mundos posibles. Los que seguirán a continuación…



LA TORRE DE HUNAN. ¡Qué hermoso relato! Podría definir su trama como una espaciosa enumeración donde anida una especie de leyenda oriental que el autor ha creado en la tierra de China. La narración posee ese típico tono por la elección del vocabulario, por el estilo y la enseñanza final. Construye en él una torre donde mora un artista, un mago del dibujo, digo mago, porque todo lo que recrea se embellece, vibra, late, pulsa. Sus trazos, vuelto líneas, trocan con tinta la fealdad, la podredumbre, lo maltrecho, lo vil y la envuelven con papel de ilusión. En esa vasta enumeración fluyen mixturas de sustantivos, sintagmas calificativos, verbos, elementos diferentes por función y/o semántica que se encadenan, yuxtaponen o se amalgaman como puntos integrantes del uno único. En ese Aleph hay pájaros, bosques, seres, objetos, sonidos, colores, acciones, elementos diferentes que comparten un mismo universo inexistente dentro del reino del emperador que, para preservar su memoria limpia, utiliza esa mentirosa invención de la apariencia. El artista prisionero fue confinado a transformar la realidad, que “malvivía” en esa comarca, dibujando sobre ella una película de tinta, un velo de papel traslucido que, como un par de anteojos distorsionantes, cambiaba las formas, los volúmenes, las texturas, las palpitaciones de lo execrable para dotarlos de bondad y belleza. Finalmente, con la muerte, caerá ese velo artístico y la corte tornará a su impronta real. Una vez más, Ángel hipnotiza con la historia, pero mucho más con ese recurso literario emblemático en su estilo donde comprime el universo. 



LA PEQUEÑA Y ARROGANTE OLIGARQUIA DE LOS VIVOS. Irrumpe con un título que evoca la breve estadía del hombre en la tierra y la inutilidad de su arrogancia. La pintura de la muerte -de eso trata este relato- es una perla blanca aunque transite como un cardumen humano arrastrado por la inevitable corriente del mar... Sí, la vida y la muerte atravesadas por el flujo y el reflujo marino. Una "visión" fantástica: la de la muerte como un devenir constante, como un perpetuo movimiento de las olas que llegan a la costa. Un concepto gráfico gestado por la imagen de un escenario cinematográfico que nos sumerge en su atmósfera. Asistimos a un mundo simbólico y oceánico que se metamorfosea en una masiva marea humana. Una masa líquida azul y vibrante que se deshace en la orilla con una maestría narrativa que ondula, se inflama y se aniquila como luego lo hará el hombre condicionado por su destino. El narrador asiste a este fenómeno que denomina "telón infinito". Es el esplendor que emana de lo simbólico y nos deja sin aliento… Contemplamos la belleza del mar y su poder cósmico, el hombre desnudo que expira entre luces, rubores, sal y cielo sobre la playa…Levitamos. La prosa lírica desborda la trama y transfigura ese mundo que nada entre lo real y la ficción. 
Destaco que en los dos primeros relatos de "Las frutas de la luna" se descorren "velos" y que, en los dos siguientes, se superponen otros "velos" ficcionando cuatro mundos que modifican la conciencia humana y resignifican su dimensión semántica. 



AGUILA DE SANGRE. Ángel invoca la mitología escandinava y diseña un escenario vikingo en algún fiordo de Suecia. Está Odin, el dios cuervo, presente en la imaginería de una aldea donde hombres, mujeres y niños presenciarán un salvaje rito, una cruel tortura, el testimonio grabado en una antigua piedra. La escena es una pintura en movimiento. Los elementos que se conjugan en la trama ponen latidos a esos habitantes remotos incorporando costumbres, objetos, animales y plantas. En la escenografía, vemos abedules, muérdagos, fuego; se huele a acre, los caballos olfatean el hálito del heno; se oye cómo resuenan las jarras, entrechocan los cuernos; se paladea hidromiel y cerveza de beleño negro; se percibe el movimiento: las urracas picotean lúpulo, se salmodia, se escupe, mientras el eje lleva por el texto la metáfora de las alas de sangre. La denominada 'Águila de sangre' es una tortura pavorosa, un proceso que mata al cautivo con la extracción de sus pulmones. La descripción es tan fuerte e intensa, tan cruenta de verbos, que no necesita de adjetivos y entonces, la espalda del lector cruje tanto como la de la víctima frente al fresno sagrado. Cuando el suplicio va terminando, el narrador omnipresente se troca en una primera persona que sorprende con su propia confesión: compara esta práctica horrorosa con el sufrimiento de su propia timidez, una condena emocional que "abre cicatrices" tan letales como las del cautivo. Quién podrá resistirse a esa revelación desgarrante sin quebrantar su propio corazón. 



SUERO. He disfrutado mucho este relato tan original por su modo de visibilizar la existencia humana. La narración avanza sin repetirse, haciendo del suero un elemento crucial, un "cordón umbilical", una "cadena generacional" , un esquema constitutivo necesario para la historia, no solo desde la trama ficcional sino también como una revelación presente en el ciclo de la vida, en el enlace de tres generaciones de una misma familia. Los roles abuela-madre, madre-hija, hija-nieta son el espasmo de la vida, simbolizan la procreación, el padecimiento y la muerte de la existencia terrena. La mención del suero da entrada a cada cuadro que hilvana un tiempo vital y espacial en cada una de las tres mujeres donde se expresan los mandatos, mientras que el tiempo hace de las suyas. Ese suero es el mojón presente de la dicha y la desdicha y las imágenes calibran el pulso del tiempo, lo vuelven concepto y sujeto, lo enjoyan con frases y calificativos de factura estética mientras que, detrás de la ventana del hospital discurren episodios de la urbe. Ese suero de hospital es "botella", "precipitado", fulgor de panal", "faro con memoria", "telaraña tendida...". Sobre el final, será la propia gota quien alumbre: "hilo líquido, raudo, inmemorial" que, como un detonador de transparente hechura, anunciará un destino cantado. Dice el texto "...gota de rocío que la esperaba paciente" porque se repiten los ciclos de modo imperturbable y continuo. Una historia de creatividad absoluta.



EL SÍNDROME DE LUGRÍS. Me he documentado sobre la recreación, la pintura, el escenario de este magnífico relato. Pareciera que el autor (andaluz) hubiera vivido en la región de Galicia, tan bien lo compone. Ángel hace a su vez un detallado estudio de lo que podría ser un síndrome patológico y su evolución. Cuánto tiempo le habrá llevado construir esta trama compacta donde los hechos van sucediéndose al ritmo de los días mientras se afianza el supuesto mal. "El síndrome de Lugrís" se desarrolla en escenarios de Santiago de Compostela y de toda Galicia. Un completo ensamble de la lengua gallega por el uso del vocabulario, sus dichos y también la toponimia; por la enunciación de costumbres; mención de espacios geográficos, sitios turísticos, edificaciones en distintos ámbitos urbanos (plaza pública, psiquiátrico, rúas, comercios) o de espacios abiertos (ríos, algún castillo, valles). "El Síndrome de Lugrís" es un reconocimiento a la cultura de Galicia. El tema específico centra el eje en una patología psíquica, la del personaje principal que el narrador coparticipante describe como una locura que irá cualificándose mientras avanza la trama, que irá explicando y desarrollándose en la dramática evolución que llevará a ese enfermo a la internación psiquiátrica. Al final, el amigo narrador terminará atrapado en la psiquis del otro porque, en realidad, el fin principal del texto no es otro que la mirada existencial de nuestra matriz humana, de nuestra simetría bilateral, el pavor de nuestra forma humanoide unívoca revestida de infinitas máscaras. "Caretas" para reconocernos como un guiño transformador de esa "marea urbana" que integramos como una suma de ridículos individuos. El texto comienza dando por sentado que se trata de un alienado, pero en el último párrafo el amigo testimonio "intuye" también a la masa humana como amenazante y extraña y el narrador termina en el mismísimo punto que el protagonista. ¿Quiénes somos? la pregunta no ha sido respondida... ¡Un trabajo impecable!



LA PROMESA. Ángel pinta esta vez, de soslayo, otro mundo posible: el regreso a la vida. Retoma un tema existencial que liga un extremo del túnel donde reposa el último pulso del corazón al otro extremo donde vive la muerte. En esta ocasión, con la promesa de un moribundo, una cruda descripción de ese cuerpo en vías de descomposición que asegura que habrá de regresar del más allá. Dos mundos y una puerta que ha permanecido "entreabierta", la dimensión que solo se intuye. Un tema recurrente: los cuerpos en la despedida agónica y la muerte inevitable. El hombre regresará, pero en este relato perdurarán los signos ciegos del más allá. 



LAS PERLAS DE INDRA. Un relato con alma donde a pesar del dolor de una niña abandonada puede respirarse el misterio de una ciudad Hindú. Un espacio donde las perlas se rozan con la miseria y donde un bocado apetitoso puede trocarse en "una mariposa dorada". Indra, reina de los dioses, desatará la lluvia benéfica que ahuyentará los demonios. Sí, una niña aferrada a su sueño trepará la telaraña de seda que une al mundo y, salteando las perlas nudos que lo ciñen, conseguirá escapar de un universo de vejaciones para llegar al otro distante de la abundancia. Es un texto de fascinante escenografía y palabras enjoyadas vigorizando el personaje de una niña huérfana y violada. "Tenía nueve años..." dice la protagonista al comienzo de cada párrafo. Anáfora que se repetirá como una cruel letanía en la orilla del canal de Gobindapur. El plano estético enlaza alternancias de tiempo y espacio. Un vaivén de una realidad de muerte a otra del ensueño. La trama es un regocijo de vocablos describiendo el mundo de plantas y de animales comparativo al otro de la ciudad y su periferia. Un trabajo de investigación que nos sumerge en una atmósfera lejana como si la palpitáramos. Los datos geográficos, las costumbres, las voces regionales sobre la flora, la fauna y los objetos de la India le otorgan un tono costumbrista. Ese decir rítmico marca el antes inmemorial y agónico contrapuesto a un presente venturoso muy lejos de su infancia para que la mujer que fue niña humillada pueda ser feliz. 
Los textos de Ángel Olgoso donde mora el horror conllevan un clamor de justicia. Una necesidad de testimoniar la aberración para que la sociedad se conmueva. La pedofilia ha sido insinuada en algunos textos de su obra. La violación en "Perlas de Indra" expone con crudeza visual esa inocencia masacrada. En este caso, la salvación por las perlas védicas generarán en el lector un respiro celestial, una especie de permiso ético por intermedio de la compasión final. 



ARAMUNDOS. Una historia para soñadores. Cada palabra, cada frase, cada oración ha sido pulida con cincel. Las enumeraciones son un corredor de imágenes y sensaciones donde se fusionan y asimilan diferentes elementos semánticos que contextualizan el entorno visual y metafórico donde fluye el relato. A lo largo de la narración y a medida que los párrafos describen al afilador, su aspecto, su bicicleta, Olgoso va construyendo la historia y el paisaje con la forma de una estampa dinámica donde fluyen los arpegios magistrales de su flautín de caña. Los diferentes modos con que describe esa música alada son auténticos aciertos estilísticos que no se repiten e incitan a envolvernos con mágica ilusión. Es la historia de un afilador ambulante, un personaje de cualquier pueblo de antaño. Aramundos es una especie de trotamundos “bondadoso”, un flautista sin ruta que atraviesa las diferentes topografías encantando las plazas. Una especie de vagabundo que conserva un destello intemporal y que puede descansar "alagartijado" hasta en “una raya de sombra”. Un sembrador de utopías que, con su música celestial, abre surcos por donde rueda su vieja bicicleta. Es un encantador del mundo al que transforma con su instrumento de caña. Las notas siembran virtudes e ilusiones y trocan la dura realidad en otra ideal mientras “el tiempo se detiene” con sus acordes. Sucedió en la primavera mientras cantaba el cuco dice al comienzo y el flautista abrió telones de un mundo perdido o anhelado. Angel con esta construcción estética abre telones al mundo de la belleza inmaculada.



MATERIA OSCURA. Me ha impresionado su extraña factura, la de un mundo a oscuras y a tientas. Un relato con párrafos ornados por las descripciones de un espacio ciego donde la certeza sólo puede resolverse palpando y tropezando con bultos objetos y bultos humanos. Las comparaciones, las imágenes, las enumeraciones muestran el esplendor de la naturaleza y del cosmos en la gravitación de los cuerpos celestes. La magia de la luz y de la sombra sustentan la narración. Son un canto al universo, un himno de exaltación y movimiento sistémico. Ese "telón" que todo lo cubre posee textura y cualidades. Las imágenes "como una inmensa lengua de lodo" mantienen la noche y el hombre, al resguardo de su identidad, rapiñará las almas y los cuerpos de sus semejantes. El protagonista, ese astrónomo esmirriado y débil que habita en una ciudad italiana, ama tanto a los astros como a su mujer, pero ese sentimiento hacia ella se resolverá en el desenlace cuando por un acto de entrega afectiva se volverá luz en sí mismo. El texto conlleva una carga conceptual muy fuerte referida a la existencia humana. Es una representación simbólica y testimonial del rol arbitrario y salvaje del poder. La "Compañía eléctrica" es una autoridad abusiva que, debido al alto costo del servicio energético deja de suministrarlo. Una oligopolio omnisciente que dejará sin la luz al universo y a partir de allí todo se transformará en un mundo apocalíptico, el que narra esta historia. El entrecruzamiento estético, conceptual, simbólico y testimonial hacen de "Materia oscura" una pieza única y preciosa. 



EL CONFETI DE NUESTRAS CENIZAS. Es un título tan especial, muy descriptivo para este mensaje existencial. Somos cenizas de cenizas que transitan a través de una cadena genética. Vamos por una máquina del tiempo pergeñada de palabras precisas, de estética escenográfica, de escenas descriptivas referenciales a la evolución del hombre. Una pintura de hitos claves, de estigmas históricos con toda la carga emocional que ello implica. Párrafos donde la naturaleza se adueña del escenario con toda su fecundidad. Destaco la estampa del hombre de la caverna y también la del Caribe. Flores, animales, hierbas, elementos, armas, vestimenta, actividades que se conjugan al servicio de un cuadro activo, propio de la época por donde el bastón transita con el hombre. Primero es un anciano en la caverna, después será sucesivamente un niño en tiempo de la jauría de lebreles, un conquistador en América, un viejo caballero, un teniente de trinchera, una multitud de condenados camino al holocausto, hasta que llega al presente con la figura de una pareja. Un tallo de enebro, una rama tallada con el filo de un hueso se transformará en bastón de la humanidad, hasta que, en el final, el mensaje es develado por una inscripción que descubre el sentido del báculo imperecedero. El texto es una conjunción conceptual de la temática Olgosiana, pero no se repite, sino que la enriquece con su originalidad y magnifica escritura. 



DIBUJÉ UN PEZ DE POLVO. ¡Qué placentera lectura! Son seis páginas donde un narrador monologa sobre la humanización del Dios creador. Es una irónica puesta en escena, una metáfora de las creencias y la fe. La historia se yergue dentro del espacio reducido donde el Dios del Génesis sobrevive en tiempo infinito. Un clímax permanente de soledad cósmica sobrevuela en la nebulosa de polvo y luz difusa donde aquél mora. La atmósfera divina se autodiseña en cada párrafo, se configura en la expresión de los distintos estados anímicos. Olgoso con un lenguaje cálido y paternal testimonia el menosprecio del hombre y el mal uso de la libertad concedida. Con diferentes vocablos destaca el contexto, fija la densidad del hábitat, expone el desánimo, puebla el entorno de imágenes espaciales y configura signos gestuales. La visión es plácida y endulza todo el relato. El creador omnipotente-impotente recobra y pierde la paciencia en un rítmico péndulo narrativo. En paralelo, un reloj de bolsillo marca el comienzo y el desenlace del argumento. El pensamiento del todopoderoso se enriquece de matices a la par que crece su figura. El final es un derrumbe de la creación bíblica, el punto primigenio y origen de todo origen. El desenlace es la mueca de una creencia. Dios es obra de un antecesor que, con un mecanismo de relojero, lo misionó para crear el universo y detrás de ese anónimo puede haber otro y otro... La fe ha sido cuestionada y el comportamiento humano puesto en jaque. Un cuento diferente, cosmogónico, balsámico, sorprendente. Su lectura ha funcionado como un mandala, como corresponde a un mensaje superior. 



DYBBUK. Soliloquio bellísimo con el formato de otra carta a la Cristina de "Las verdes aguas del sueño". La aparición de ese personaje necesario en ambos relatos emociona como quien se reencuentra con un amigo perdido. Ángel menciona lugares, nombres, costumbres y hace memoriosas citas de vivencias que le pertenecen como escritor real. Se describe a sí mismo para desdoblar su identidad. Es un juego olgosiano sobre sí mismo, es su transferencia al hombre que puede ser sin Sumial, sin temores ni rubores. Qué deseo de ser uno y el otro para vencer su timidez. Qué búsqueda confesional. Es un modo de sanar esa pesada carga, ese deambular por los tiempos y los mundos paralelos dentro de sus relatos como "Los Palafitos". Es, a mí criterio, una necesidad de mostrarse desde el espejo del alma y las palabras. Esta carta íntima que nos entrega Ángel debe ser interpretada amorosamente por cada amigo, por cada lector que le admira. 



UN CUENCO DE MADERA DE CIPRÉS, CON AGUA, PARA RECOGER LA LUZ DE LA LUNA. Este delicado texto se despierta con cada nueva lectura, se yergue desde el título mismo porque en ese cuenco de agua, un "socavón" en la tierra, se refleja la luna que opera como un talismán mágico, una bendición salvífica, un resplandeciente reflejo nocturno, un espejo lumínico que sostiene el relato. Es una narración al estilo de los cuentos clásicos, contada con la delicada tersura de un relato oriental. Ella es una hermosa joven "aterida" de frío y vestida con la pobreza de cualquier desposeído. Una joven capaz de soñar mirando ese lago estanco y pequeño, un recipiente natural convertido en cuenco de ciprés por quién imagina desde el saber natural, desde la hermosura que emana la naturaleza. Un final feliz a pura imagen. Una preciosa estampa antigua donde el poder es derrocado por el deseo puro e inocente de una muchacha enamorada. Ese cuenco es el motivo que retendrá la imagen poética de nuestro entendimiento. Ese cuenco en el patio resplandece en todo el texto e ilumina el deseo que troca la muerte en vida y la vida en muerte. Otro texto de Ángel que destila kilates de artesana belleza. Una joya.



BESTIARIO. He admirado la plasticidad con que dota Ángel el lenguaje del narrador. Se suceden animales, monstruos que convergen, que adquieren una visual y reflexiva anatomía a través de las imágenes. La existencia humana fluye entre la apariencia biológica y lo fantástico de tono surrealista. Ambas son elementos cruciales de esta trama que, a veces, se asemeja a un ensayo. Sin embargo, hay un juego estético y ficcional. Preguntas, respuestas y ejemplos de seres no posibles en la cadena vital. Seres vinculados desde el punto unicelular hasta la complejidad humana. La extrañeza del signo mutante recorriendo fondo y forma. El hombre eslabón y monstruo inconsciente que se autentica en esa primera persona-personaje. Una amplia información sostiene este ejercicio de la razón y la ficción. Eslabones que encadenan la mitología, la religión, el arte, la anatomía, la literatura y que de manera impecable asume el personaje en su dimensión humana. Un lenguaje que quiebra la ilación para transformarse en mutante de sí mismo. Troca la apariencia, se metamorfosea, se hace y deshace en el monólogo protagónico mientras su exposición avanza. Forma y fondo interactúan como generadores de cambio donde como un puzzle se acomodan las citas de acarreo. No dejan de sorprenderme los vastos conocimientos de Ángel Olgoso, y cómo combina la mente y su cincel literario para que sus textos sean únicos e irrepetibles. ¡Cuanto talento!




JUECES DEL VALLE DE JOSAFAT. Ángel ha rescatado el vocabulario "granaíno" constituyendo un cuadro costumbrista sobre la personalidad y el localismo expresivo. Con el uso de un sabroso diálogo urde un imperdible retrato de ese ser con identidad probada, con lenguaje tan rico e inconfundible. Chispeante cuadro de un pueblito de montaña, pródigo en imágenes, con dichos coloquiales, rurales, comparaciones enriquecedoras de esa gracia peculiar. Un homenaje al lenguaje y al carácter de los habitantes de Granada (la "malafollá"). Una recreación irónica, en este caso con la escenificación de las habladurías dentro de un velorio. El título del texto forma parte de esa ironía asociándose el "juicio de Yahveh" con la crítica de los vecinos en el velatorio, rasgo común en lugares donde todos se conocen. El comienzo es un encuadre descriptivo de ese grupo de casas enclavadas cerca de Sierra Nevada que, con un breve trecho de palabras e imágenes, el autor puebla de plantas, frutos y hábitos. Una joya pictórica encantadora del universo local y su idiosincrasia. 



LOS TÚMULOS. Es un reposado análisis, una imaginativa representación del descanso nocturno sin mencionar en la narración la acción de dormir. La enumeración, la metáfora y la comparación son los sostenes descriptivos. El motivo es ese espacio-tiempo donde los humanos duermen, resisten la vigilia o persiste en el vigilante insomnio para que la muerte no se apodere del descanso periódico. Túmulos, las antiguas tumbas de la humanidad; nada ha cambiado desde aquellos tiempos en este modo corporal, fisiológico de la respiración acompasada, el cuerpo laxo, el descanso nocturno, el adormecimiento de la conciencia. Extraño relato, breve estudio descriptivo de esta necesaria y aparente muerte. Es un acierto este decir sin nombrar. Un tema para degustar a pleno la originalidad y la estética de Olgoso. 



LAS MONTAÑAS DE LOS GIGANTES A LA CAÍDA DE LA TARDE. Me estremeció con su belleza este delicado y exhaustivo homenaje al gran pintor alemán Caspar David Friedrich, el artista plástico más importante de su generación. El paisajista romántico que trascendió la realidad con ese cariz emocional con que dotaba sus cuadros. Las palabras de Ángel son reales pinceladas del Friedrich personaje y del Friedrich hombre. Hay una transmutación de su pensamiento, su ojo, su arte y su sentimiento en este lienzo de palabras. El acto de justicia consiste en dar comprensión a su inefable estilo. El relato asimila al artista en el narrador, y desde él, al Olgoso creador, quien da vida al momento sublime de la obra en proceso. El cuadro de palabras transfiere la magia de su pincel en los cuadros que Ángel describe como escenas vibrantes. El texto es una pintura vuelta lenguaje de época con datos históricos y familiares, con la expresión de sus rasgos físicos, con detalles pictóricos de la ciudad, del río, de la montaña, del bosque, de la caminata nocturna donde el artista se nutre del entorno. Sin embargo, está sólo Olgoso en ese caballete donde el maestro plasmará lo sublime de esa luna llena, la que aparece en sus cuadros, la que aquí se completa con todas sus fases iluminadas. Los tres textos en uno hacen a la trama, pero el capítulo del muchacho acompañante de Friedrich es el eje del mismo. Tres noches como punto del alucinante entramado de color, de la visión descriptiva con voz de pintura narrativa. Los recursos estilísticos definen este relato dedicado a un “maestro” desde la “maestría” del escritor. Los recursos expresivos de Ángel son fogonazos de escenarios naturales y ellos, tan sensoriales, nos envuelven en abanicos ilustrados. ¡Precioso y genial texto! 



LAS FRUTAS DE LA LUNA nos ofrece una extraña escenografía donde las páginas, como pantallas pintadas a mano, recrean universos de factura artística, con identidad y tipicidad idiomática. Inicia el juego con un relato donde la imagen de la tierra desaparece durante un extraño Contraviaje. El planeta quedará en blanco, pero el lector descubrirá en el transcurso de los textos siguientes otras recreaciones terrenales. En ese primer viaje la visión de la nada será un potencial deseo de existir en los próximos velos a color, en relatos imantados de frutos posibles e ¿imposibles? Lunas en paralelo tempoespacial que Angel Olgoso irá plasmando en las piezas que se continúan. Se pliegan las varillas de este abanico con la última historia: "Las Montañas de Los Gigantes a la caída de la tarde". Friedich-personaje y paisajista real, conformará sus lunas en el lienzo pero sus escenas destacarán la esencia emocional de sus paisajes y la belleza que encarnan esas fases brillantes. El viaje sideral ha concluido, los modos de pintar también.


Lilian Haydée Cheruse: oriunda de la ciudad de Baradero y radicada en la ciudad de Rosario, Argentina; Profesora en Letras con un Posgrado Internacional en Cultura y Comunicación. Formó parte de la Comisión Directiva de la Asociación Amigos de la Biblioteca Argentina en Rosario (2007-2012). Integró el personal de planta del Concejo Municipal de Rosario culminando su carrera administrativa en dicha institución como Directora General de la Comisión de Cultura y Educación (2016-2018). En años anteriores organizó actividades culturales e integró grupos ligados a la cultura, algunos desde su coordinación. Obtuvo en el año 2007 un Diploma otorgado por el Movimiento Cultural Rosarino en reconocimiento a la labor desarrollada en el área de la Cultura. El 27 de noviembre del 2010 durante el acto de presentación del libro de cuentos y relatos Lilian Escribe (Ed. Cuenta Conmigo) el Concejo Municipal de Rosario le otorga por Decreto un Diploma de Honor por su labor en la Cultura y declara de Interés Municipal dicha publicación. Ha sido panelista en programas de Televisión y radio con contenido de interés general. Colaboró con el Programa de TV que emitía Cable Hogar, Canal 4 de Rosario: “El Concejo + la gente”, asiste como invitada a programas de radio por su rol como escritora y ha visitado escuelas para dialogar con los alumnos sobre sus publicaciones. Autora de prólogos y reseñas literarias, incluyéndose una reciente para una muestra pictórica. Participó en diferentes Antologías. En mayo de 2018 publica el libro de cuentos para niños El cometa tiene un secreto (Ed. Cuenta Conmigo), declarado de Interés Cultural y Literario por la ciudad de San Lorenzo, junio de 2018. En octubre de 2018 publica Vuelta Locas, cuentos y relatos (Ed. Cuenta Conmigo). En 2019 recibió la Distinción MadreSelva como escritora por aportar a la cultura.

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