He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

lunes, 2 de diciembre de 2024

Reseña de "Rizenmuseum", de Custodio Tejada

       


    En 1992 escribí una colección de haikus (“Ukigumo”, Nazarí, 2014) y en cada uno de mis libros de relatos suele habitar una historia ambientada en el Japón tradicional: es lógico que me fascine cualquier nueva publicación que albergue o reivindique formas tradicionales japonesas. Autor de siete poemarios y de una novela, Custodio Tejada demuestra en “Rinzenmuseum” tener muy buena mano para las estrofas japonesas; haikus y tankas sobre todo, pero también gogyokas, jiseis, zappais y senryus. Como dice en su apasionado y sugestivo prólogo, Custodio se propuso “retener la fugacidad de la existencia, capturar la esencia de la vida con su perfume inmaterial”, “disecar el asombro, la emoción y el pensamiento”. “Rinzenmuseum” es, en efecto, un museo de despertares súbitos, de asombros, de negativos fotográficos, de latidos, de epifanías. Con su estética de lo inefable, el arte taxidérmico de Custodio Tejada liofiliza los instantes, convirtiéndolos en esencias, en imágenes reveladoras e indelebles, crea breves cobijos de ámbar, gotas de rocío muchas veces liberadas del corsé del ‘kigo’ (esa referencia a la estación del año), y sin hacer asco a la mezcla de las actividades mundanas, las localizaciones geográficas, el fútbol, los cuatro elementos, la Semana Santa, el fado, la Filosofía, la consulta del dentista, la llama del deseo, las vacaciones de verano o ese “puente místico” que es la poesía y, al cabo, el lenguaje. Custodio, que divide esta obra en cuatro partes (“El jardín de los instantes luciérnaga o los trinos panojas”, “Luminiscencias gyotaku”, “Cámara obscura” y “Puente místico”), trae al haiku, con habilidad y pertinencia, motivos occidentales, peninsulares, granadinos. Este ‘haijin’ nacido en Purullena logra el momento hecho consciencia, el instante como motivo sagrado, el aquí y ahora que apela a las sensaciones, alcanza la sutileza y la asimetría del haiku, su condición iluminadora. “Rinzenmuseum”: contemplación y comunión, la eternidad atrapada en solo tres versos.