Retomo la publicación de las ilustraciones que estoy realizando para Astrolabio y, con ello, el magnetismo que siempre me han producido los puentes entre diversas disciplinas artísticas, la colaboración entre distintos autores que dan vida a un tema o proyecto común. El relato ilustrado de hoy, La impunidad de los sueños, fue incluido recientemente en la antología Amor con humor se paga (coordinación de Elvira Cámara) publicada por la editorial Artificios que dirige Ana Morilla, ambas escritoras y buenas amigas.
M. Tapia
LA IMPUNIDAD DE LOS SUEÑOS
Las dos máquinas se miraron sin decir palabra. Alhajadas de polos salientes, chapas ranuradas y anillos rozantes, parecían respirar, medirse e incitarse a distancia, rebelarse contra el aislamiento y el servilismo propios de su clase, clamar por una atención nunca antes correspondida, parecían saber, en definitiva, que de la combinación de funciones elementales era posible obtener funciones complejas. La máquina de corriente alterna, más apasionada, imaginó que se ceñía codiciosamente a un costado de la máquina de corriente continua, soñó sin esperanza una trabazón apendicular, un pistoneo vibrátil de dispositivos hidráulicos y neumáticos, una atenuación de los circuitos lógicos, un acerado entrechocar de colectores, de labios asincrónicos, de poderosos rotores, de cables perfumados y sinuosos, un fértil cómputo de variables, una rendición de fuerzas antes del frenesí conmutatriz y de la lluvia de ensortijadas virutas metálicas, un malearse y adensarse del núcleo magnético finalmente embocado, confundido, manso, feliz por esta práctica bajo todo punto de vista ilícita.
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