Del prólogo de Ana María Shua para “Estigia” (Eolas):
<<Cuánto más tranquilos estaríamos si solo se tratara de cruzar el Estigia. Solo que nada es tan simple cuando nuestro Virgilio se llama Ángel Olgoso. No en vano nuestro guía es autor de libros de relatos tan hermosos y perturbadores como “Los demonios del lugar”, “Las frutas de la luna” o “Breviario negro”, con esa prosa de maravillas que fascina; y de un libro bellísimo, “La máquina de languidecer” (los mejores microrrelatos que he leído en España). No en vano la categoría de ‘fantástico’ es insuficiente para definir sus cuentos antirrealistas.
Nuestro guía no escamotea ningún recurso para sorprender y perturbar al viajero, y maneja con maestría registros muy diversos. En él conviven estilos aparentemente opuestos. Elige una prosa barroca, compuesta por oraciones complejas y palabras poco frecuentes (pero maravillosamente sonoras), una prosa que se apresta a deslumbrarnos. Pero cuando es necesario, también puede sorprender al lector con un estilo mucho más simple, limpio y filoso como un cuchillo.
Olgoso nos hacer viajar en el tiempo, en el espacio, nos sumerge en la angustia de la transmigración, pero además nos pasea por las personas gramaticales. Todos los trucos son válidos si se trata de provocar el desasosiego del lector, juega con las posibilidades como un mago insondable al que siempre le queda un ardid más, listo para asombrar.
Olgoso no pretende encontrarle una definición única a la muerte. Porque en realidad no estamos hablando de la muerte sino de la vida y de la literatura, una de las mejores maneras de burlar a la muerte, de distraernos y olvidarnos por un breve lapso de nuestro destino>>.
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