He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

sábado, 14 de junio de 2025

Artículo de Pedros Crenes Castro

Comparto este sugestivo artículo del escritor panameño Pedro Crenes Castro, donde nos hermana al norteamericano William Kennedy, al venezolano Juan Carlos Chirinos y a un servidor, celta nazarí, en torno a la luz y la oscuridad, los epígrafes y las congojas, el asidero de la ficción y la experiencia intransferible de la lectura.



¿Cómo sobrevivimos a nuestros venenos internos?
Jun 13, 2025 
Reseña por: Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña


Convivimos con las sombras. Hace tiempo, releyendo los microrrelatos de “La máquina de languidecer” de Ángel Olgoso, encontré una chispa en la oscuridad circundante: “La herida ofendía a la vista y me asombraba pensar cómo sobrevivimos a nuestros venenos internos”. La cita me sobrecogió. La firma «un tal» William Kennedy, premio Pulitzer en 1984. ¿Cómo sobrevivimos?, comencé a preguntarme el transcurso de mi relectura, de mi búsqueda.

Estas semanas llego al convencimiento de que leer es mantener la luz encendida en el alma cuando la oscuridad nos inquieta más de la cuenta. Mi papá me decía de chico que la oscuridad es solo que no hay luz, y que las cosas permanecen iguales, que no hay que temer nada, pero no, contradigo a mi viejo y su sencillez de antaño: cuando no hay luz está la oscuridad, esa señora que se mueve despacio al rededor de las cosas, que nos roza con sus dedos de inquietud. Y el adulto que somos enciende una lucecita para que le acompañe, para que espante a la señora del traje negro.

Kennedy, entonces, enciende una luz. Ángel Olgoso me encendió lucecitas por el alma para espantar las sombras. La lectura, esa luz en la que nos empeñamos unos cuantos, no debe apagarse nunca. Es tragicómico comprobar cómo Marx está siendo «tragiversado»: se cierran libros y se encienden televisores y demás artilugios de entretenimiento, que no es más que una forma tecnológica de encender la oscuridad.

Cuando se acumulan las congojas, cuando miras por todas partes en busca de una salida, —ni siquiera una solución—, llega la lectura para espantar a los cuervos. Entonces te das cuenta de que Juan Carlos Chirinos y sus cuentos de “La manzana de Nietzsche” muestran senderos por los que escaparse unas horas al sol de la ficción, que es tan verdad que no nos creemos que somos los protagonistas de esas historias. Y un soplo de aire olor manzana te empuja para que salgas del letargo. Y te ríes.

Leer es un empeño absurdo. Pienso en Sísifo. O en la mujer del «justo» Job, que le anima a dejar de mantener su fe paciente e inquebrantable y morirse. Pero no, Job no cede aunque no le faltaran razones para hacerlo. El lector empedernido siempre es Sísifo, nunca maldice las letras para morirse luego: no ceja, se rodea de personajes de papel y tinta, se narra y se lee, lee a los otros ampliando su radio de empatía.

Y luego están los escritores. Los hay que entretienen, que encienden por miles de ejemplares soles oscuros que empozan el entendimiento y el criterio. El soberano público vive junto a estas obras un sueño del criterio que termina en pesadilla, en paisajes con citas de gurús tenidos por la masa por «grandes escritores». Será la envidia, me dicen…

Leer es un camino de vuelta. Es, muchas veces, un amanecer. Parece simple, pero cuando experimentas en el alma la certeza de las letras tienes que rendirte a la evidencia: leer es uno de los hechos más importantes que le puede ocurrir a alguien. Y encontrarte con otro ser humano al otro lado del libro, es una experiencia personal que transforma.

La letra menuda de Olgoso, su epígrafe, me abrió un claro en los nubarrones y me descubrió a un novelista. Hasta me ha dado caminos para resolver mi propia ficción. Sobrevivimos a nuestros venenos internos leyendo; la ficción mantiene a raya la máquina de languidecer; activa los resortes de la vida y le aporta asideros para nos resbalarnos hacia la oscuridad.

https://lawebdelasalud.com/como-sobrevivimos-a-nuestros-venenos-internos/

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