He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

jueves, 11 de diciembre de 2025

“Épocas de grandes lluvias”, de A. F. Molina (Libros del Innombrable)


    Libros del Innombrable conmemora el vigésimo aniversario del fallecimiento de Antonio Fernández Molina con la publicación de “Épocas de grandes lluvias”, una joya que reúne toda su narrativa breve. A. F. Molina fue uno de los autores más singulares, fecundos, dinámicos y audaces de la literatura española del siglo XX. Escritor manchego afincado en Zaragoza, de incansable y variada actividad creadora -poesía, novela, ensayo, ‘musgos’ (apuntes y pensamientos líricos), piezas teatrales ‘sumergidas’, textos cinematográficos-, marcado por las irradiaciones rompedoras de las vanguardias como el Surrealismo, el Postismo y la Patafísica, “su prosa breve destaca por su profunda conexión con la poesía y la pintura. De una concisión intensidad únicas, sus relatos beben de Kafka y Ramón Gómez de la Serna para construir un universo de lo onírico y lo absurdo donde cada pieza es una visión evocadora”.

    Para A. F. Molina todo era susceptible de operaciones imaginativas, desde la infancia y el mundo rural hasta el propio cuerpo del narrador. “Lo que parecía insólito no dejaba de ser real”. Al peculiar realismo mágico moliniano habría que añadir otras notas caracterizadoras como el irracionalismo verbal, la lógica de los sueños, la ingenuidad, las caprichosas metamorfosis, la simbolización o el animismo. El inclasificable A. F. Molina, que “compensó su pesimismo existencial con un optimismo estético inquebrantable”, era capaz de descubrir cada día -con la mirada y la curiosidad de un niño- la vida de los objetos, las “mil posibilidades de la realidad cotidiana” y los misterioso entresijos del universo.

    Feliz iniciativa editorial esta, que proporcionará a los lectores que se acerquen a ella el encuentro con un mundo sorprendente y libérrimo, una visión total del “ilusionismo narrativo” de uno de esos escritores originales, únicos, que logran que la lluvia caiga arriba. La obra (que ha contado con la generosa colaboración de la familia del autor homenajeado) se enriquece además con un magnífico y esclarecedor prólogo de José Luis Calvo Carilla, con ilustraciones, fotografías, numerosas notas y, sobre todo, con el espléndido trabajo del editor del volumen, Raúl Herrero, que lo ha rematado con una valiosa adenda donde ha reunido todo un corpus de opúsculos narrativos minoritarios y rarezas inencontrables.

    Como escribí en el prólogo de “Bicéfalo”, el libro a cuatro manos con A. F. Molina que un servidor tuvo el privilegio de estar a punto de publicar hace veinte años, un precioso proyecto que se malogró por su fallecimiento y por decisiones políticas municipales, “las obras de Antonio Fernández Molina inutilizan, arrasan, pulverizan millares de anaqueles que contienen todas las páginas pomposas, solemnes, convencionales y rutinarias de sus contemporáneos. Sólo la condición marginal de este creador, provocada por la ceguera de críticos, voceros y lectores, ha impedido que lo anterior sea algo comúnmente aceptado. Artista proteico, arúspice socarrón, iconoclasta y sorprendente, A. F. Molina no guarda compostura, escribe sobre el reverso de papeles ya usados, dibuja tendido en la cama o encima del manillar de una bicicleta, lleva al lector en volandas, tiene el don de la ubicuidad y es un fecundísimo árbol del que cuelgan toda suerte de frutos creativos (…) Cuando en los años setenta leí por primera vez algunos textos suyos, supe que me había inoculado para siempre su insobornable fervor imaginativo, su deseo de subversión de la realidad, y deseé con cierto ímpetu que sus pasos me llevaran en la dirección correcta, esa que aleja de la mercadería pedestre y de la prosa embalsamada. Compartir el espacio de este libro con A. F. Molina es un honor bastante impresionante que acepto gustoso, pues no existe mejor compañía que la inventiva y la originalidad verdaderas”.



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