En la librería madrileña Tres Rosas Amarillas, el 16 de noviembre de 2009, José María Merino presentó -acompañado por el editor de Páginas de Espuma Juan Casamayor- el libro de Ángel Olgoso La máquina de languidecer. Hoy comparto este valioso documento, la transcripción de las siempre ponderadas palabras del magnífico escritor, teórico, académico, Sátrapa del I.P.G. y, sobre todo, del amigo noble y generoso.
PRESENTACIÓN DE LA MÁQUINA DE LANGUIDECER, POR JOSÉ MARÍA MERINO
En este libro hay cien piezas: todas son excelentes y algunas son extraordinarias, canónicas en el género. En estas cien piezas que tratan de tantísimas facetas, yo me he fijado en el aspecto que llamo de la relatividad cósmica, en los cuentos cósmicos. En ellos hay una preciosa paradoja sobre el género; es decir, con muy pocas palabras, con muy pocos elementos, con gran intensidad, se habla del universo, del cosmos, del tiempo, de los grandes temas, se habla incluso de la vida humana y se la reduce a seis líneas.
Todos estos cuentos tienen una cualidad que yo creo que no puede faltar en ningún microrrelato: todos se mueven. A veces vemos textos muy hermosos donde no hay más que una serie de palabras enhebradas. El hecho de la brevedad no le da ninguna fuerza al microrrelato si no hay relato, si no hay historia. El otro día, en la presentación de Por favor, sea breve 2, para explicarles la movilidad, la mudanza que tiene que haber en un cuento y que, desde luego, es para mí absolutamente necesaria en el minicuento, leí el siguiente texto de Ángel. Se llama Conjugación:
Yo grité. Tú torturabas. Él reía. Nosotros moriremos. Vosotros envejeceréis. Ellos olvidarán.
Aquí hay una historia en dos líneas, donde hay un frenético movimiento y la condensación de una historia terrible. Yo creo que es un ejemplo de lo que debe ser un minicuento llevado a su más estricta expresión.
Pero me he fijado sobre todo en la vertiente cósmica, tratar temas enormes, que nos podrían aturdir al pensar en su tamaño, en su dimensión, en su enormidad y, sin embargo, todo eso concentrarlo en el menor número de palabras posibles. De estos hay uno, bellísimo, El proyecto, pero también está la historia da la humanidad reducida a una página donde queda el último superviviente; está la historia de un hombre que en diez líneas recupera su infancia y el dolor de su infancia, desde la madurez y la vejez; están las sucesivas metamorfosis, los avatares que afectan a todo lo vivo, todos los que vivimos podemos racionalizar como él lo hace una serie de avatares; está un cuento, Danza de espadas, que comienza con la espada flamígera de Adán y Eva y termina en una espada virtual que no les voy a decir cuál es -los cuentos hay que leerlos-, pero es una historia del mundo de la espada hasta el mundo del juego con una capacidad de sugestión extraordinaria; está la búsqueda de la Atlántida y su hallazgo; está otro bellísimo cuento, La melancolía de los gigantes, que habla un poco de la relación con la naturaleza, de las otras especies que no son la nuestra, que también están con nosotros y que ignoramos o destruimos; está La caja de los truenos, otro cuento sobre los efectos que puede producir algo que, en realidad -ahora que estamos hablando de cambio climático y de que viene otra primavera a Madrid- hablar de la caja de los truenos no está nada mal; está otro cuento modélico, De coleópteros y firmamentos, donde el universo queda reducido, a través de unas explicaciones, a determinado ser vivo, no es exactamente Gea, yo creo que es bastante más interesante que Gea; está Reconciliación, la historia de una anciana que acaricia a una piedra; etc. Les aseguro que éste es un libro que nos habla de la historia cósmica de una manera absolutamente increíble.
Son cuentos que hablan (todos estos a los que me refiero, porque luego hay noventa más) de lo relativo del tiempo y de la vida desde una visión filosófico-poética que, sin embargo, nunca abandona lo narrativo. Son textos que cuentan una historia, que jamás adolecen de falta de narratividad y que, además, están construidos con un lenguaje brillante, conciso, importante, con imágenes muy bien acuñadas, porque todo en él es un acierto en tramas, lo abramos por donde lo abramos nos encontramos una hermosa trama.
Voy a leer uno que apoya esto que les hablo de lo cósmico. Se titula El proyecto:
El niño se inclinó sobre su proyecto escolar, una pequeña bola de arcilla que había modelado cuidadosamente. Encerrado en su habitación durante días, la sometió al calor, rodeándola de móviles luminarias, le aplicó descargas eléctricas, separó la materia sólida de la líquida, hizo llover sobre ella esporas sementíferas y la envolvió en una gasa verdemar de humedad. El niño, con orgullo de artífice, contempló a un mismo tiempo la perfección del conjunto y la armonía de cada uno de sus pormenores, las innumerables especies, los distintos frutos, la frescura de las frondas y la tibieza de los manglares, el oro y el viento, los corales y los truenos, los efímeros juegos de luz y sombra, la conjunción de sonidos, colores y aromas que aleteaban sobre la superficie de la bola de arcilla. Contra toda lógica, procesos azarosos comenzaron por escindir átomos imprevistos y el hálito de la vida, desbocado, se extendió desmesuradamente. Primero fue un prurito irregular, luego una llaga, después un manchón denso y repulsivo sobre los carpelos de tierra. El hormigueo de seres vivientes bullía como el torrente sanguíneo de un embrión, hedía como la secreción de una pústula que nadie consigue cerrar. Se multiplicaron la confusión y el ruido, y diminutas columnas de humo se elevaban desde su corteza. Todo era demasiado prolijo y sin sentido. Al niño le había llevado seis días crear aquel mundo y ahora, una vez más en este curso, se exponía al descrédito ante su Maestro y sus Compañeros. Y vio que esto no era bueno. Decidió entonces aplastarlo entre las manos, haciéndolo desaparecer con manifiesto desprecio en el vacío del cosmos: descansaría el séptimo día y comenzaría de nuevo.
Este cuento que describe esa vertiente cósmica, a mí me parece de una extraordinaria categoría estética y filosófica, porque en veinte líneas crea una distancia paradójica entre ese niño que construye esa bola de arcilla -y nosotros somos habitantes de una bola de arcilla- y la dimensión infinita del universo, relativiza esa relación y nos permite hacernos una idea de esa dimensión efímera, mínima, minúscula, que es la que tenemos a pesar de todo.
Bueno, no quiero robar todo el tiempo de la presentación, insistir en que es un libro lleno de facetas, donde podemos encontrar desde lo tenebroso, lo ominoso, hasta los homenajes explícitos e implícitos a escritores, hay cuentos de humor, de amor, hay cuentos divertidos, hay juegos con el lenguaje, etc. pero esta vertiente cósmica en la que he querido detenerme un poco le da -ya sólo desde esa perspectiva- una dimensión de libro importante. Yo felicito a Ángel Olgoso, hoy que tengo además la suerte de haberlo conocido en persona, y le deseo a este libro ese porvenir de lectores inteligentes e interesados que se merece.
Aunque muy atrasada en el tiempo, te felicito por esta gran presentación que hicieron de tu libro "La máquina de languidecer". El cuento que ha señalado me ha gustado mucho y me ha hecho pensar, humildemente, en el significado que encierra. Me repito, Angel, gracias por estar ahí.
ResponderEliminarGracias a ti siempre por tu atento seguimiento de este blog. Un fuerte abrazo.
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