El viernes 29 de marzo, en la librería Picasso de Granada, disfrutamos de la presentación de Materia oscura, libro del artista argentino Santiago Caruso, donde ha reunido lo mejor de su potente e imaginativa obra gráfica. Santiago desgranó su visión anticonvencional de la pintura y de la ilustración. Sus dibujos -como los relatos de su buen amigo Ángel Olgoso- bien pudieran ser símbolos de otro mundo o reflejos exquisitamente distorsionados de éste. Os dejo con el texto que Ángel escribió para la ocasión.
PRESENTACIÓN DE MATERIA OSCURA
Aunque conozco a Santiago Caruso sólo desde hace algo más de diez años, es como si fuera mi hermano menor en cuanto a edad, y mi hermano mayor en cuanto a talento y a actividad incansable y portentosa. Y, desde que nos conocemos, siempre he podido contar con él: sus ilustraciones han sido las impagables portadas, la única vitola posible de algunos de mis libros, e incluso de las de algunos amigos por los que intercedí para lograr el privilegio que supone una obra de uno de los mejores artistas mundiales como pórtico de un libro. Las correspondencias entre ambos habría que describirlas en clave de cierta afinidad de espíritu, de temas y fuentes: el rechazo del realismo, la fascinación por la luz oscura generadora de delirios y monstruos, por la fuerza salvaje de una imaginación desbocada, por la ironía grotesca, por las atmósferas inquietantes y lúgubres. A ambos nos gusta pensar que nuestros respectivos mundos son traducibles al lenguaje del otro, hasta tal punto que cualquier ilustración suya podría haber dado origen a un relato mío y viceversa. De hecho, aún está pendiente, e iniciado, el proyecto de la reedición ilustrada de Los demonios del lugar.
Curiosamente, a mí siempre me ha interesado la representación gráfica (véanse los cien collages de Nocturnario o un ensayo juvenil inédito sobre la muerte de la escritura a manos de la imagen) y ahora Santiago se ha volcado apasionadamente en la creación verbal y la especulación metafísica, escribiendo poemas y ensayos muy sui generis, casi como si se tratara de Tiresias, el sabio ciego que sacrificó su relación visual con el mundo en aras de otro tipo de conocimiento. No obstante, sus figuraciones siguen teniendo asidero en las palabras (de ahí su mayoritaria dedicación al libro ilustrado), en las mitologías, en la mística, la poesía o la música, pero sin renunciar a la iluminación abstracta, a los asombros del cosmos, al fuego de las formas.
Ambos creemos, como los románticos, que los sueños constituyen una segunda naturaleza. A ambos nos interesa esa droga natural que es la imaginación, definida por Cocteau como un dormir despierto. Pero Santiago Caruso tiene un gusto más acendrado por el decadentismo y bebe con más fruición en las aguas del fin-de-siècle: la desconfianza del positivismo, de los valores tradicionales y de las instituciones, la exaltación de la marginalidad y de la risa satánica. Como decía su paisano Borges, el hecho mismo de mirar es selectivo: toda atención de nuestra conciencia comporta una deliberada omisión de lo no interesante.
Otro distintivo de Santiago es su capacidad prometeica, casi sobrenatural, para evocar y convocar imágenes y escenas. La magia de sus asociaciones permite un imposible: ilustrar un texto en forma total conservando, al mismo tiempo, su misterio. Santiago tiende su red sobre un libro, sobre los dominios de lo indescriptible, y atrapa la riqueza y la esencia captada por los sentidos. Esa ambición de aprehender la totalidad, ese no aceptar las limitaciones, ese afán de crear un lenguaje propio, esa furia por plasmar incesantemente sus potentes encarnaciones icónicas, sus vertiginosas perspectivas, sus atmósferas oscuras, son propios de los creadores originales que pudieran haber nacido ahora o hace siglos y crear en nuestra lengua y en nuestra cultura o en cualquier otra.
Hanns Heinz Ewers se preguntaba "¿Cómo quieres negar que hay seres -ni hombres ni animales-, extraños seres, que surgen del placer malvado de absurdos pensamientos?". Los multiformes recursos pictóricos de Santiago Caruso interrogan las relaciones entre lo ficticio y lo real, y de esos abismos brotan en cascada seres híbridos e innominados, homúnculos, personajes como espectros, intersecciones entre el cuerpo y el espíritu, objetos humanos, hombres cosificados, ídolos milenarios, profetas y nigromantes, ritos malsanos y escenarios impíos, sexualidades sacrílegas e infiernos lujuriosos, puntos de fuga arquitectónicos y paraísos artificiales, herejías y aberraciones, sueños crueles y dimensiones numinosas. Todo un universo abigarrado que se nutre de las imaginaciones o mejor aún, de las alucinaciones de otros creadores (Lautréamont, Lovecratf, Pizarnik, etc.) pero, sobre todo, de las suyas propias.
Santiago Caruso es un verdadero visionario a la manera de William Blake, un simbolista al modo de Moreau, Füssli o Redon. Es, con seguridad, la muestra más contundente del decadentismo en el ámbito hispano, pues pertenece por derecho a la estirpe de Huysmans, de Villiers de L'Isle-Adam, de Barbey D'Aurevilly. Santiago, como Félicien Rops, no cura, enferma. Santiago, como Goya, no pinta, manifiesta.
YMateria oscura, el libro que hoy presentamos, es un prontuario de luminosa oscuridad, un feliz destilado de la abyección, un descenso al inconsciente, un presentimiento del placer y una revelación del horror, un sendero tortuoso, dantesco y esotérico que se pierde en el bosque de los sueños. Casi todas las láminas, casi todos los cuadros reproducidos aquí, en este volumen imprescindible para los amantes del arte y para los acólitos de la imaginación, parecen sangrar en algún punto, y esa mancha encarnada es como una señal rojiza de la herrumbre moral, como una marca indeleble de la especie. En estas páginas de propiedades alucinatorias se encuentra el crisol de un mago, de un creador con la arrogancia de los constructores de Babel, de un artesano, de un maestro en la técnica del esgrafiado, de un prodigio creativo en el sentido que le dio Ambroise Paré, al distinguir entre el monstruo y el prodigio: los primeros aparecen fuera del curso de la Naturaleza, en general como signos de alguna desgracia, y los segundos acontecen totalmente contra la Naturaleza.
Es todo un privilegio, querido Santiago, querido hermano, volver a recibir en Granada a un titán del arte como tú, a un cronista de la irrealidad, del delirio, del mal, de la voluptuosidad imaginativa, de la sátira, de los ensueños, del horror, de los estados alterados de conciencia, al autor de unas obras que poseen una fascinante, una enigmática, una clarividente e hipnótica belleza.
La presentación del libro Materia oscura, fue un encuentro entre dos exclusivos universos paralelos, dos imaginaciones dinámicas, especulativas sin igual, dos mentes capaces de traslucir una irrealidad que nadie más que ellas pueden ver y expresar. Dos genios alineados en un cosmos inaccesible para el resto de los mortales. Gracias por el rato tan maravilloso que me hicisteis saborear.
ResponderEliminarGracias a ti, querida amiga, por habernos acompañado y por tus palabras, como siempre generosísimas, hasta el punto de dejar sin habla. Un fuerte abrazo.
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