El relato Nebulosa Rho Oph (de Breviario negro) en el programa La Libélula.
Juan Suárez, en su programa de Radio 3, lee textos de Pedro Ugarte, Ángel Olgoso y Víctor Lorenzo, extraídos de la antología de referencia Los pescadores de perlas. Los microrrelatos de Quimera.
NEBULOSA RHO OPH
Una boca queda a la espera de un beso, los trenes no logran ganar sus estaciones, los andenes retroceden, los salmones que con desesperación remontan el río nunca llegarán a desovar en el lugar donde nacieron, las nubes escapan de la pecera de aire que las retenía, la luna deja atrás la órbita terrestre, empequeñeciéndose en la distancia. Todas las piezas, puestas en movimiento, se abandonan a la vertiginosa morosidad de la fuerza centrífuga. Como obedeciendo a un desalojo general, desertan irremisiblemente los rojizos encajes de polvo estelar, las columnatas blancas y azules, los festones gaseosos, la lechaza de las galaxias, los llameantes tabernáculos de las constelaciones. Cada denso convólvulo de estrellas, que antes se arracimaban como abejas en torno a su reina, se escinde sin remedio, se aleja uno de otro a velocidad constante, sobrepasa las últimas balizas en un errabundo viaje a los desvanes del universo. Cada corpúsculo de materia se añade a la deriva. Cada remanente de flujo o radiación se extravía progresivamente en la profundidad del espacio, donde las distancias suceden a otras distancias. Las colisiones entre mundos se hacen más improbables. Las partículas de luz se van desapretando y los rincones de este teatro, abandonado para toda la eternidad, apenas son alcanzados por el reverbero de un fulgor distante. Nada colma ya los huecos insalvables. En las lejanías de este desierto cavernoso e inhóspito, la soberanía de la oscuridad impone el más formidable de los silencios, el de la tumba universal. La Tierra, con su fresca y restallante belleza, hace mucho tiempo que que se deshizo como envoltorio de momia. Tras expandirse indefinidamente, todo parece ahora apagado, conclusivo, en el cosmos. Nada surca sus aguas negras. Ningún germen de energía puede arraigar en su creciente vacío, ningún eco vibrar sobre su nada. Sin embargo, en el lugar que antes ocupaba ese antiguo criadero de estrellas de la nebulosa Rho Oph, permanece aún, apenas perceptible bajo una forma reconcentrada y primitiva, un residuo del que las leyes físicas no han podido desprenderse, una ínfima esquirla, una mota indestructible, imperecedera, de codicia humana.
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