He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

sábado, 14 de marzo de 2020

Reseña de Astrolabio en Libros de Cíbola

Compartimos esta estupenda reseña de Astrolabio (Reino de Cordelia), aparecida en el blog Libros de Cíbola, donde se dice que la lectura de Ángel Olgoso resulta altamente adictiva, que el universo olgosiano no se parece a ningún otro, y que Astrolabio es un buen comienzo para disfrutar con este maestro de lo extraño.







«Un hombre es una cosa pequeña y la noche es larga y está llena de prodigios». Esta cita de Lord Dunsany encabeza, a modo de ideario y programa, esta colección de 43 cuentos breves y brevísimos que Ángel Olgoso publicó por primera vez en 2007 y que vuelven a ver la luz en 2020 gracias al interés de la editorial Reino de Cordelia, que los trae en una hermosa edición enriquecida con numerosas ilustraciones de la artista chilena Marina Tapia inspiradas directamente en los relatos de este volumen.

Si hay algún despistado que todavía no conoce a Ángel Olgoso, diremos que el escritor granadino es uno de los mejores cultivadores españoles del cuento fantástico, con una larga lista de títulos esenciales dentro del género breve. Olgoso siempre se ha movido entre el microrrelato y el relato corto, ya que según sus propias palabras: «Estoy condenado a la brevedad, por convicción, por gusto, por respeto al lector y porque no sé hacerlo de otra manera. No sé contar en 200 páginas lo que puedo contar en una página. No se trata de escribir mucho o poco, sino tener el don de encontrar la extensión exacta». (En ese sentido, el primer texto de Astrolabio, reproducido aquí, es toda una declaración de su estética.)

Espacio

ESCRIBÍ UN RELATO de tres líneas y en la vastedad de su espacio vivieron cómodos un elefante de los matorrales, varias pirámides, un grupo de ballenas azules con su océano frecuentado por los albatros y los huracanes, y un agujero negro devorador de galaxias. Escribí una novela de trescientas páginas y no cabía ni un alfiler, todo se hacinaba en aquella sórdida ratonera, había codazos y campos minados, multitudes errantes que morían y volvían a nacer, cargamentos extraviados, hechos que se enroscaban y desenroscaban como una tenia infinita, los temas eran desangrados a conciencia en busca de la última gota, no prosperaba el aire fresco, se sucedían peligrosas estampidas formadas por miles de detalles intrascendentes, el piso de este caos ubicuo y sofocador estaba cubierto con el aserrín de los mismos pensamientos molidos una y otra vez, los árboles eran genealógicos, los lugares, comunes, y las palabras pesados balines de plomo que se amontonaban implacablemente sobre el lector agónico hasta enterrarlo.

El vuelo del pájaro elefante

AVANZO A TRAVÉS DEL TÚNEL que excavé durante meses en la toba blanda. Me arrastro por este nauseabundo arroyo con la desesperación de los que se saben imantados por fuerzas fatales, de los que han infligido dolor, de los que han sido martillos inclementes para numerosos clavos. Después de dos horas de angustia, mi cuerpo asoma fuera de la boca del túnel. El zumbido de los oídos desaparece. Logro esquivar los reflectores en el mortal damero del patio de la prisión. Me muevo como un veneno recién inoculado. Acometo sin respiro los vastos y resbaladizos muros de cantería. Tras ocultar las sábanas encordadas, atento a los paseos de los guardianes, me interno en las sombras reconocibles de la tercera galería. Puedo escuchar el roce de mis pisadas y el frotecillo asombrado del mecanismo de la suerte. Por fin estoy ante los barrotes. Inspiro profundamente, adelgazándome, y me deslizo entre ellos. Con infinito alivio regreso a las dulzuras de mi celda, a salvo de la aturdidora, extenuante y espantosa libertad.

Desde la lectura del primer texto de Astrolabio observamos algunas características reconocibles en la escritura de Olgoso: un patente barroquismo en su prosa (rico vocabulario, habitual empleo de largas enumeraciones), escasa acción, ausencia de diálogos, predominancia del monólogo discursivo; en definitiva, un estilo literario muy trabajado que a algún lector le podrá resultar prolijo pero que es parte consustancial a cómo entiende Olgoso un relato. Dicho de otra manera: la forma y el fondo constituyen un todo inseparable para nuestro autor. (No puedo imaginar estas ficciones con otra escritura más plana y convencional; simplemente no tendrían sentido ni eficacia alguna.) Por más que Olgoso admita su admiración y deuda con algunos grandes maestros de la escritura fantástica (Poe, Kafka, Borges, Schwob, Buzzati, Cunqueiro, entre otros), lo cierto es que el universo olgosiano no se parece a ningún otro; también en este aspecto radica uno de sus mayores atractivos.


Esta breve conjunto de textos, a pesar de sus argumentos y procedimientos diversos, presenta una gran coherencia debido a los materiales básicos de todos ellos —que en mayor o menor medida se encuentra en todos los libros del Olgoso—, como son la permanente presencia de la muerte y del destino implacable, el paso del tiempo, la súbita irrupción de lo extraordinario en lo cotidiano, la reinterpretación de mitos, los absurdo, lo extravagante, lo monstruoso y lo ominoso. Aunque no todas las piezas contienen un hecho fantástico o sobrenatural nítido, todos están impregnados de un sentido onírico, irreal e inquietante, con algunos finales sorpresivos y con una prodigiosa versatilidad capaz de transportar al lector a distintos escenarios geográficos, temporales y existenciales. Sin olvidar la presencia de la crueldad (e incluso con algunas dosis de sadismo en algunas piezas) y de ciertos tonos líricos que recorren todo el libro. Como digo, los procedimientos que se encuentran en Astrolabio son muy variados: leyenda oriental, cuento de tipo kafkiano, alegoría apocalíptica, paradoja intelectual, juego metaliterario, mitos ancestrales…

Les advierto que la lectura de Ángel Olgoso es altamente adictiva. Si no lo han leído antes, Astrolabio es un buen comienzo para disfrutar con este maestro de lo extraño y del horror. Seguro que no se arrepentirán.


Administrador de Libros de Cíbola:

Mi nombre es José Luis y soy el administrador de este sitio que pretende difundir la gran literatura (preferentemente cuento y ensayo), con especial atención a autores españoles e hispanoamericanos.
Mis autores favoritos son Poe, Dunsany, Schwob, Papini, Azorín, Borges, Bioy, Alfonso Reyes, Felisberto Hernández, Meyrink, Lovecraft, Kafka, Hesse, Buzzati, Calvino, Eliade, Jünger, Carpentier, Mujica Láinez, Cunqueiro, Olgoso…
También disfruto con los libros ilustrados, de historia, ciencia, religión y pensamiento.
Sigo el consejo de W.H. Auden según el cual reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter.
Estoy en http://www.twitter.com/librosdecibola
Contacto: librosdecibola@gmail.com

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