He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

sábado, 17 de octubre de 2020

PequeFicciones

Ángel Olgoso participa con un texto en PequeFicciones, antología de microrrelatos que aspira a aliviar un poco el confinamiento de los niños de Hispanoamérica. La ha publicado Parafernalia, y la han compilado Manolo Ortiz Soto y Chris Morales con autores de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, España, Honduras, Marruecos, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Venezuela.

Os dejo con el enlace de descarga del volumen completo y con el texto de Ángel.

LINK de descarga: https://www.parafernalia.org/pequeficciones/

 

 


SED DE CUENTOS

(Ángel Olgoso)

 

Me pidió un cuento y le conté la historia del niño glotón que tras la papilla se comió el plato, tras la mesa se comió la casa, tras la ciudad se comió los terrones de azúcar moreno de las montañas, tras beberse los océanos se tragó de un bocado el panecillo del planeta con su copete de helado, tras la macedonia del Sistema Solar engulló la ensaimada de las galaxias y el tazón de leche con canela de las nebulosas, tras los cascabillos garrapiñados de los meteoros se zampó el almíbar ardiente de las estrellas, tras la materia oscura con su punto de picante rebañó los restos ya fríos del universo, pero ni todo ese glorioso festín bastó para saciarlo. Esa noche no quiso otro biberón.

Cada noche de los siguientes años me pidió un cuento: con unos, la fiebre desapareció, durmió a cuerpo de rey, no tuvo pesadillas con el colegio o me sonrió como a un perro fiel tendido a su lado; con otros, le tuve que dejar la lucecita encendida, lloró añorando a su madre o se mantuvo bien arropado.

Un buen día, él creció y creció y, en razón de las circunstancias, ahora es él quien me lava y me viste, quien me peina y me arropa, quien me besa en la mejilla, y yo el que balbuceando, contemplándolo con aire de súplica y fervorosa gratitud, le pide un cuento, le pide que me sorprenda cada noche con la fascinación que procura el asombro.


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