He creado el Blog para compartir mi admiración por este singular escritor español, creador de un mundo propio, poético e inquietante, de una obra que trasciende los límites del género breve, del simbolismo y de la literatura fantástica. (Marina Tapia)

domingo, 2 de septiembre de 2018

Astrolabio ilustrado (10)


Amigos, ahora que han terminado las vacaciones para la mayoría, os dejamos con un relato de Ángel (Venablos) que pone el punto de mira en el carácter huidizo e indómito del tiempo, que tuerce los caminos del amor y del deseo, ese tiempo que fluye igual que el viejo río de Heráclito, y que se muestra –en los meses de verano- dilatado a su antojo, como aquellos relojes blandos de Dalí. Feliz regreso y que os sea leve la rutina.



M. Tapia



VENABLOS 


Cuando te vi por primera vez, tan despiadadamente joven y hermosa, dirigiéndote hacia aquella vieja puerta anónima, te lancé mi mirada más decidida, implacable, rectilínea, penetrante, arraigadora, imantada, limpia, impúdica, devota y cómplice, pero tú, con una leve rotación de cabeza, con un imperceptible gesto disuasorio, con un matiz de crueldad o de inconsciente arrogancia, volviste el rostro hacia la cerradura en ese mismo segundo y mi mirada no dio en la diana color pardo de tus ojos, rozó sólo tu cabello hasta clavar su doble filo en la puerta de madera, y allí estuvo muchos años hasta hoy, en que regresas frente a ella enlutada de tiempo, desposeída de ilusiones y escrúpulos, marchita la piel, con ojos de ceniza, buscando en el fondo de mi mirada el mismo fulgor de juventud y belleza de entonces, las mismas carnalidades de animal perfecto, tratando de reavivar un mundo que se ha desvanecido para siempre, de volver al punto de partida, de tender un puente imposible, de reflejarte en las huellas que un día dejaron incrustadas mis pupilas en la madera, tal vez bastaría con limpiar la capa de limo acumulado, como a un tesoro hundido y luego expuesto en la cubierta del barco, para que mi arponeante mirada volviera a resplandecer llena de los secretos, habitaciones, susurros, resquemores, viajes y recuerdos, risas y sollozos, placeres y naufragios compartidos que negó aquel día tu cabeza tercamente vuelta hacia la puerta, con vehemencia quieres ahora desclavar mi mirada todavía prístina, con desesperación quieres arrancarla y devolvérmela. 

Pero es tarde.




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